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Lunes, 4 de noviembre de 2013
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Blur fue la estrella de la jornada del sábado en el Quilmes Rock

El sueño eterno del britpop

A diferencia de los shows que brindó en el Luna Park hace 14 años, el cuarteto británico aprovechó el multitudinario concierto en la Ciudad del Rock para repasar sus clásicos. Hoy, Ciro y Los Persas concretarán la presentación que se postergó el viernes por la lluvia.

Por Yumber Vera Rojas
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Damon Albarn homenajeó a Lou Reed con la introducción de “Satellite of Love”.

Cuando Blur estaba por despachar el enternecedor gospel “Tender”, Damon Albarn fijó su mirada en una pancarta perdida entre el público que hasta ese momento, ya promediando la mitad del show, se había entregado a la fiesta que amenizaba el grupo inglés. “Mi sueño es cantar contigo”, rezaba en rosa la inscripción, con brillantina y corazón enchapados, que rápidamente apareció visualizada en las pantallas acopladas a los costados del escenario. Entonces el vocalista del cuarteto apeló a sus reflejos y, sin pensarlo mucho, pidió a los encargados de seguridad que trajeran a la demandante del deseo hasta donde se encontraba él. Un par de minutos más tarde, Florencia estaba cumpliendo su fantasía. Y hasta supo zafar del bochorno, al servirle de segunda voz a la estrella de rock de esos magnéticos ojos azules. Lo que le mereció, más que la envidia, una ovación por su valentía. No tanto por bancársela allá arriba sino por haberse atrevido a ilusionarse. “Oh, my baby.”

Si bien la chica que cantó por un sueño fue la demostración más efervescente, la sal de fruta para el escepticismo, los cuatro fabulosos de Colchester se dedicaron en la noche del sábado a consumar la quimera colectiva de los 30 mil asistentes a la primera jornada del Quilmes Rock 2013. Pese a que la reunión de Blur era una aspiración compleja, por la manera dramática en que se separó, aunque sus integrantes aseguren que fue una pausa provocada por el agotamiento grupal, una vez que sucedió, en 2009, su regreso a Buenos Aires ya era demasiado pedir. Pero sendos shows en Londres se transformaron en una gira mundial, que en mayo pasado confirmó su parada sudamericana. Al mismo tiempo, a diferencia de los dos memorables recitales en el Luna Park, hace 14 años, período en el que disfrutaba de uno de sus picos creativos y de popularidad, la banda creada en 1989 volvía a la capital porteña en esta oportunidad para repasar sus clásicos.

No obstante, lo que el grupo británico presentó en la Ciudad del Rock (flamante espacio porteño para el trote festivalero, enclavado entre los restos del Parque de la Ciudad, en el barrio de Villa Soldati) fue un potente manifiesto de cómo una banda referencial del pop nuestro de cada día puede transformarse en una de las grandes bestias de esa cultura sin robar con su glorioso pasado. A pesar de que ciertamente los buenos recuerdos salpicaban al paso de sus hits radiales o incluso de sus ofrendas sonoras más fundamentalistas, entre los que deslumbró el psicodélico “Caramel”, Blur advirtió que era una banda capaz de mirar hacia adelante, lo que confirmó con el orquestal “Under the Weastway”, uno de los tres singles que maceró en esta vuelta, y el primero de sus bises casi lindando la madrugada. Aunque su performance arrancó más temprano, y bien arriba, con el discotequero “Girls & Boys”, al que secundó el brioso “Popscene”, canción que inauguró la escena britpop que encabezaron junto a Oasis.

“Estamos muy, pero muy felices de volver después de tanto tiempo”, fue una de las pocas intervenciones de Albarn durante su show, lo que no le restó interacción con el público. Además de corretear por el pasillo que conectaba con el mangrullo de sonido y amagar con tirarse a la muchedumbre, el frontman arengaba cada canción como si estuviera en la cancha, pidiendo que pusieran huevos o agitando los brazos. Todo esto cuando soltaba el micrófono, la guitarra o el teclado. Nada mal para un músico que se despidió hace rato de la juventud, conserva su voz y se respalda en unos colaboradores impecables, entre los que se destacó Graham Coxon en su trabajo con la guitarra. A pesar de que el grupo apostó por un show de rock sin parafernalia, no escatimó en hacerse de un tecladista, un grupo de coristas, una sección de caños y hasta se trajeron al actor británico Phil Daniels, la voz huraña que no para de hablar en “Parklife”, para que participara en la versión en vivo del tema.

Al tiempo que el cartoncito de leche que protagoniza el video de “Coffee & TV” –otro infaltable en la lista de Blur, la misma que presentó en la gira– recibía al público en el acceso al Quilmes Rock, Súper Ratones y Richard Coleman (quien se encuentra presentando su nuevo disco, Incandescente) protagonizaban en el escenario principal, otros dos entarimados sirvieron de vitrina para el universo de bandas independientes que pululan actualmente en el pop independiente criollo. Sin embargo, el cuarteto inglés no fue el único invitado internacional del festival, que tuvo ayer a Tan Biónica como cabeza de cartel y esta noche a Ciro y Los Persas (luego de que su fecha del viernes fuera pospuesta por el temporal). Los mexicanos Café Tacvba, quienes ya hace rato juegan de local, ofrecieron el sábado un espectáculo que no dista en casi nada de sus últimos recitales en la Argentina. Pero no deja de ser efectivo.

Y mientras Rubén Albarrán, cantante de Café Tacvba, le dedicaba “Déjate caer” a nuestros familiares muertos, Damon Albarn decidió tributar a la vida con “Satellite of Love”, uno de los himnos de Lou Reed, quien falleció el domingo pasado. Si bien amagó con versionarla entera, sólo tocaron su introducción. En lo que restaba en la hora y media de recital, Blur, si antes había mostrado su cara Madchester con “There’s No Other Way” (el más viejito de sus éxitos), ahora mostraría la más britpop con “To the End”, “Country House”, “End of Century” y “This is a Low”. Amén de ese trozo de canciones de Parklife (1994) y 13 (1999) con que vinieron por primera vez a la Argentina, para el cierre sacaron de la galera el exquisito “The Universal”, de The Great Escape (1995), y sellaron con el fulminante “Song 2”, el otro single que rescataron de su homónima producción de 1997, junto con “Beetlebum”. A esta altura, ya todos habían cumplido su sueño.

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