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Jueves, 19 de diciembre de 2013
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OMAR GIANMARCO PRESENTARA NUNCA SE SABE, SU CUARTO TRABAJO, EN CAFE VINILO

“Este es un disco muy liberador”

El guitarrista, cantante y compositor se despachó con un álbum en el que se ven estéticas, géneros y “tempos” rioplatenses. “Me gusta que las canciones tengan colores y ritmos de este lugar del mundo, incluido el rock argentino”, afirma.

Por Cristian Vitale
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“Mis primeros dos discos eran más de género”, reconoce Omar Gianmarco.

La variable futbolera no es ajena a su mundo de canciones. Puede evocar infancias de pelotas destrozadas por vecinas mala onda (“La asesina de las pelotas pulpo”), rogarle a un amor que no lo abandone un domingo sin fútbol (“No me dejes un domingo”) o recrear la imagen de aquel personaje que se envolvió en una bandera de Boca Juniors “y se quemó a lo bonzo”, justo cuando ciertos hinchas xeneizes estaban descontrolando el Obelisco. “Y yo estaba en una burbuja, tocando, ni me enteré de que estaban rompiendo todo”, revela Omar Giammarco, guitarrista, cantante, compositor e hincha de River, apenas consumada la presentación de su flamante cuarto disco: Nunca se sabe. También puede cantarle a otras cosas, claro. El recital-estreno, que repetirá esta noche a las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780), es de hecho un péndulo de estéticas, géneros y “tempos” de la región (Río de la Plata y alrededores). De abordajes que también hablan de seres abandonados (“Salir a correr”), padres desaparecidos por la dictadura (“Cómo hacer de una foto un padre”) y honduras del alma (“Ay Pena”). Que evocan bandas fundacionales del rock argentino –Almendra, en este caso– a través de una delicia retro llamada “Cuatro magos” o santas populares que curan borracheras (“Milagrera”). “Es un disco muy liberador, porque me di cuenta de que lo que hago son canciones”, resume él, aún agitado por el movilizante show.

–¿Lo dice por comparación?

–Sí, al menos respecto de mis dos primeros discos, que eran más de género. Me gusta que las canciones tengan colores y ritmos de este lugar del mundo, incluido el rock argentino, que mamé desde chico, pero que en los primeros discos no estaba tan presente, o con los ritmos latinoamericanos. Son como ropas que le pongo a las canciones, porque las letras no hacen referencia a eso. El ritmo de murga no tiene una letra de murga, la milonga no hace referencia al tango. En fin, las letras van por otros lugares.

Como la de “Los amantes de Valdaro”, por caso, cuyo texto corresponde a un relator de partidos de fútbol –Walter Saavedra– y cuenta la historia de esos dos amantes que los arqueólogos encontraron abrazados, seis mil años después, y que Giammarco vistió emulando al Jaime Roos más intenso. Al del candombe tirando a milongón. “Había hecho la música en unas vacaciones en Uruguay, pero tenía una letra que no me terminaba de convencer hasta que una noche, muy tarde, estaba boludeando en Facebook y Walter subió el poema. Ya nos conocíamos porque él usó un tema mío (‘Peligro de gol’), como cortina de su programa. Entonces leí la letra, me encantó y encajó perfecta. Se logró un clima muy importante en el disco... Fue milagroso, además, porque había una música buscando una letra y viceversa”, cuenta, sobre la pieza más lograda del disco. “Es un candombe con guitarras pesadas, afinación en re, profundidad y un swing asordinado a lo Lenine, también. Una mezcla entre Roos y Lenine, digamos”, define.

–Y “Milagrera”, una cumbia que imagina a una santa de las borracheras “que pasa reviviendo a los muertos”...

–Que levanta a los muertos de la resaca, sí. En casa tengo una pared entera poblada de objetos religiosos y populares. Soy ateo, pero me gusta usar ese imaginario en las canciones. En este caso, la intervención de Lila Downs fue perfecta, redondeó el cuentito.

Además de la cantante de Oaxaca, Giammarco también incorporó a Liliana Herrero, cuya voz intensifica la bella “Ay pena”; a Julián Polito (viola de gamba en “Los amantes de Valdaro”); y a Hugo Fattoruso, que aporta su acordeón a “Salen a correr”, en medio de una banda estable que integran Facundo Guevara en percusión, Mariano Martos en bajo y Martín Ibarburu en batería. “Creo que también es importante mencionar a León Gieco, porque tiene que ver con todo. Cuando nadie lo hacía, él se abrió a su país, se convirtió en un artista federal, muy querido en todas partes. Viene de Bob Dylan y sin embargo es súper argentino, y eso está bárbaro. Es uno de mis héroes de la música, porque abrió este camino que muchos estamos transitando”, resalta este músico nacido en 1967, cuya discografía se completa con la tríada Por estos barrios (2001), Dame un beso (2006) y Luz Mala (2010).

–Los Almendra también son sus héroes, se intuye... hay que animarse a hacerles un tema.

–La escribí la misma noche que murió Luis. Siempre le decía a Rodolfo (García, baterista de la legendaria banda) que para mí los Almendra eran cuatro superhéroes, desde chicos. Fue una banda fundamental, porque todo lo que pasaba en esa época confluía en ese punto, en el primer disco está todo. Y el tema era un poema al que, después de recitarlo varias veces en vivo, me envalentoné y le puse una música que juega entre Los Beatles, Almendra y los principios del rock argentino. La verdad es que me emociona esa cosa de banda de barrio que tuvo Almendra, esa cosa preciosa de tocar con los amigos, los tipos con los que te criaste. Eso es impagable.

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