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Sábado, 1 de febrero de 2014
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LA DELIO VALDEZ BRILLO EN EL FESTIVAL DE FOLKLORE DE COSQUIN

La cumbia, un torazo en rodeo ajeno

A una cuadra de la emblemática plaza Próspero Molina, escenario principal del encuentro, la música tropical se hizo fuerte entre el público joven, que celebró la novedad, impulsada por la Secretaría de Cultura de la Nación.

Por Sergio Sánchez
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“El que no baila no tiene corazón”, desafió La Negra Sarabia, cantante de La Delio Valdez.

Desde Cosquín

Cuando está en el escenario, Gladys “La Negra” Sarabia se vuelve imponente. Mueve sus caderas con fogosidad, canta como una cumbiera colombiana y se lleva todas las miradas. “El que no baila no tiene corazón”, de-safía desde arriba. Nada sería posible sin sus compañeros de La Delio Valdez, una orquesta porteña de cumbia colombiana, que integra una escena que está refrescando la música tropical. Y, aunque parezca extraño, La Delio armó una fiesta en la mismísima capital del folklore. No lo hizo en la Próspero Molina, pero sí en un escenario complementario que está a una cuadra de la plaza mayor y que forma parte del programa Cultura en Acción, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación. La cuestión, entonces, gira en torno de la tensión que genera un espacio de estas características en un territorio que le es ajeno –al menos durante nueve noches–. ¿Hay lugar para la cumbia en Cosquín? Hasta el momento, se escucharon más gestos de aprobación que quejas. De hecho, se trata de uno de los escenarios más concurridos y celebrados por los jóvenes. La cumbia, entonces, es la novedad de Cosquín 2014.

Bajo el nombre de Cultura Cumbia, “Folklores de América Latina”, la grilla incluye una amplia variedad de estilos tropicales: cuarteto, guaracha y cumbia, con todo lo que ello implica y contiene. La cumbia no es una sola, son muchas, y varía según el país o región que la haya adoptado y apropiado. En Argentina, y principalmente en la ciudad de Buenos Aires, existe una profunda desinformación acerca de la cumbia. Se suele meter todo en una misma bolsa y se confunde lo genuino con lo mercantil. Lucho Bermúdez, Celso Piña, Juan Carlos Denis o Andrés Landero nada tienen que ver con Los Wachiturros, Las Culisueltas o con otras propuestas efímeras instaladas por un productor. “Se trata de un escenario para dialogar en el marco de la cultura popular argentina y la intención es generar un espacio nuevo, distinto a los que ya habitan en el festival desde hace un montón de años”, explica Julia Durá, una de las integrantes del proyecto Cultura Cumbia. “Una de las cosas que más deseamos para este escenario es que sea un espacio de baile, donde la gente se pueda relacionar con las bandas, y eso se está materializando de manera contundente”, suma Oscar Benítez, otro de los organizadores. “Si algo identifica la cumbia es el movimiento de los cuerpos y el encuentro”, enfatiza el joven.

La programación del ciclo es realmente representativa. Ya se presentaron Lorena Jiménez (cuarteto característico), el Superquinteto (cumbia y guaracha santiagueña), el histórico Juan Carlos Denis y su Bohío (cumbia santafesina con guitarra), La Delio Valdez (orquesta tradicional de cumbia), Los Cocineros (cuarteto y cumbia), Adrián y Los Dados Negros (cumbia norteña) y Tita Print (cumbia). Hoy sábado provocará polvadera la Orkesta Popular San Bomba (cumbia latinoamericana y gitana) y mañana domingo coronarán el ciclo los cordobeses Nenes Bian (cuarteto). “Convocamos a referentes de distintas regiones de la Argentina, como el Superquinteto o Juan Carlos Denis, y la vez los cruzamos con nuevas expresiones, con grupos nuevos que están empezando a tener un diálogo diferente con el género tropical y la música popular latinoamericana”, detalla Benítez.

Sarabia se baja del escenario y vuelve a ser una mortal más. La Delio Valdez acaba de protagonizar una verdadera fiesta. Tal es así, que el público no se quería ir y seguía bailando con la música que ponía el DJ. Algunos ya piden que el próximo año dure más tiempo, o que pase a la plaza mayor. Es que el escenario culmina cuando se prenden los fuegos artificiales, cerca de las 22.30. “Es un momento de apertura y resignificación. Las transiciones nunca son de golpe, son procesos que se van dando de a poco”, considera Saravia. Y sigue: “Hay mucha gente que viene haciendo mucho para que esto se dé. Ojalá el año que viene estemos todos en un escenario más grande compartiendo distintos géneros populares”. Pero, ¿hay una resistencia de considerar folklore a la cumbia? Santiago Moldován, clarinetista de La Delio Valdez, responde: “Creo que puede haber resistencia en algunos sectores. Pero esas barreras se van rompiendo cada vez más. Quizá sigue teniendo algo de género marginal, pero tiene la fuerza de la música popular. La cumbia, como género, demuestra que no es ni menos compleja técnicamente que ningún otro género y que no le falta contenido en sus letras. Y no me refiero sólo a la cumbia colombiana, porque también la cumbia villera es una expresión popular. Nosotros elegimos un formato de orquestas de mediados del siglo XX, pero también tocamos con instrumentos eléctricos y estamos influenciados por toda la ramificación de la cumbia, la de nuestro país, la psicodélica y otras”.

“La música tiene el poder de unificar”, se alegra Sarabia sobre la amplitud de públicos que los van a ver y la diversidad de lugares en los que tocan, desde bailantas de la zona norte del conurbano o cárceles hasta los boliches palermitanos. “Nosotros también estamos aprendiendo cuántas cumbias hay, en qué se diferencian, a veces los límites son muy finitos –reconoce la vocalista–. Hay que profundizar. Tratamos de no ser tradicionalistas ni irrespetuosos, pero es difícil.” Los músicos coinciden en que el acercamiento a la cumbia responde con que “empezamos a mirar más para adentro de Latinoamérica, a resignificar nuestra cultura, a darle valor y a renovarla”. Y cierra Moldován: “No es superficial ni una boludez que la gente baile, es algo súper poderoso”.

Para los organizadores, la idea no es “construir un festival paralelo al de folklore, sino ser parte de este festival que es una fiesta popular, que no es sólo lo que pasa en la plaza Próspero Molina”. Muchos de los músicos manifestaron su enorme alegría de tocar por primera vez en Cosquín, un lugar antes impensado. Los movimientos culturales, por suerte, siempre producen tensión y cambios. Benítez analiza: “Es saludable que haya gente que opine distintas cosas en relación con lo que estamos haciendo. Si todos pensamos lo mismo no es tan rico. El público del folklore y el de los ritmos populares, como la guaracha, el cuarteto y la cumbia, es el mismo. La música popular no tiene esas fronteras que tal vez se ponen más desde afuera”.

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