Para Hemingway, 鈥渓a dignidad del movimiento de un iceberg se debe a que s贸lo un octavo asoma fuera del agua鈥. Dejando de lado los aspectos valorativos, podr铆a pensarse en los mismos t茅rminos con respecto a los movimientos de la cultura. Y si aparentemente de la nada aparece, por ejemplo, una nueva camada de m煤sicos de jazz en una ciudad tan alejada de los centros como Buenos Aires, con un conjunto llamativo de ediciones discogr谩ficas de un nivel notable y, adem谩s, recurriendo a maneras de producci贸n y circulaci贸n nuevas para el mercado, habr铆a que pensar, necesariamente, que hay por lo menos siete octavos de la cuesti贸n que, en principio, permanecen bajo la superficie.
Los primeros llamados de atenci贸n son, como siempre, dispersos. Un m煤sico habla de alg煤n otro. Ciertos nombres, al comienzo desconocidos, empiezan a ser escuchados con insistencia. Un maestro menciona a cierto alumno. Y, como si se empezara a bucear, lentamente, alrededor del iceberg, empieza a aparecer, en p谩ginas de Internet que a su vez llevan a otras, en huecos de conversaciones que antes pasaban inadvertidas, un universo de referencias y un proceso de solidez contundente. El detonante puede ser, como sucedi贸 en este caso, las encuestas publicadas en la red por el blog de la disquer铆a Minton鈥檚 y por El Intruso. All铆, varios de los m煤sicos consolidados de la escena del jazz local mencionaban discos nuevos, de m煤sicos nuevos y, como si fuera poco, agregaban: 鈥淧ero creo que s贸lo se puede comprar para bajar鈥. O sea, discos que prescind铆an del disco. O, por lo menos, de ese objeto tal como hab铆a sido concebido por una industria que, salvo ocasionales acercamientos, m谩s guiados por el espanto que por el amor, cada vez aparec铆a m谩s esquiva a cualquier g茅nero musical que no fuera masivo.
Pero, por debajo de la l铆nea de lo visible, hay fen贸menos como la creaci贸n y continuidad de la carrera de jazz del Conservatorio Manuel de Falla 鈥搖na l铆nea que va de profesores a alumnos y que ya abarca varias generaciones鈥, un festival de jazz de Buenos Aires que ha encontrado un estilo y que funciona como referencia real para m煤sicos y oyentes y, como paisaje de fondo, una posibilidad de actualizaci贸n de la informaci贸n
in茅dita. 鈥淪in YouTube hubiera sido imposible que fuera la cantidad de gente que fue a escuchar a Tim Berne y que supiera de qu茅 se trataba鈥, dice el pianista Santiago Leibson, una de las m谩s recientes revelaciones del jazz argentino, en relaci贸n con la actuaci贸n del saxofonista en el 煤ltimo Festival de Jazz pero, sobre todo, acerca de las maneras en que circula la informaci贸n gracias a la red virtual.
鈥淐reo que las dos cosas est谩n conectadas鈥, dice el contrabajista Juan Manuel Bay贸n, uniendo la existencia de nuevas m煤sicas y de nuevas formas de comercializaci贸n. El es uno de los que ocupan un lugar transicional. De una generaci贸n distinta que los ya consagrados 鈥揂dri谩n Iaies, Ernesto Jodos, Enrique Norris, Carlos Lastra e incluso los m谩s j贸venes Paula Shocr贸n, Mariano Loi谩cono o Francisco Lo Vuolo鈥, ha tocado con varios de ellos. Pero tambi茅n aparece formando parte de algunas de las nuevas aventuras, como el excelente El l铆mite de la conciencia, del baterista Fran Cossavella, donde tambi茅n tocan el pianista Santiago Leibson y el saxofonista Juan Presas. Ese disco, junto a Am贸n, del tr铆o de Leibson (con Maximiliano Kirszner en contrabajo y Nicol谩s Politzer en bater铆a); Sonora, del contrabajista Mauricio Dawid (con Federico Lazzarini en trompeta, Misael Parola en saxo alto, Tomy Fares en piano y Cossavella en bater铆a), y Se muta, del guitarrista Damien Poots (con Sergio Wagner en trompeta, Juani M茅ndez en saxo tenor, Dawid en contrabajo, Cossavella en bater铆a y, como invitado en un tema, Fares en teclados), son los que el sello Kuai tiene ya en existencia (virtual). Dawid, uno de los creadores del emprendimiento, cuenta que est谩n ajustando cuestiones que tienen que ver con la posibilidad de venta: hasta ahora el mecanismo era 煤nicamente a trav茅s de PayPal, pero eso no permit铆a las compras con tarjetas de cr茅dito argentinas, que con ese medio est谩n interdictas para las operaciones locales. Y tambi茅n menciona que el cat谩logo se ampliar谩 de manera notable en los pr贸ximos meses, con una segunda tanda que incluye discos del saxofonista Miguel Crozzoli, el del guitarrista Francisco Slepoy, otro de Cossavella (esta vez con el grupo Kybali贸n, con Crozzoli y Leibson) y el del baterista Pablo D铆az, adem谩s de las nuevas producciones de Bay贸n y de Paula Shocr贸n.
Bay贸n remarca que m谩s all谩 del proyecto cooperativo, y 鈥渄e encontrar un marco colectivo para proyectos individuales鈥, se trata de una verdadera comuni贸n de artistas, con objetivos comunes y con m煤ltiples puntos de contacto, aunque naveguen por est茅ticas diversas. De hecho, todos ellos participan tambi茅n del Colectivo de Compositores. 鈥淪omos 40 o 50 m煤sicos, de entre 20 y 30 y pocos a帽os, que estrenamos obras鈥, explica Bay贸n. Cada quince d铆as se sortean dos autores, que componen para tocar a primera vista, sin ensayo previo, en un lugar llamado La Playita, en Roseti 122. 鈥淪e trata m谩s de ensayos abiertos que de conciertos 鈥揹ice el contrabajista鈥, pero eso nos permite un ejercicio y un intercambio que resultan riqu铆simos.鈥
En la charla que Bay贸n, Dawid y Leibson mantienen con P谩gina/12 se habla, obviamente, de la industria discogr谩fica. 鈥淓s un momento raro鈥, sintetiza el primero de ellos. 鈥淧or una parte, cada vez es m谩s barato y m谩s f谩cil grabar un disco; por otra, es cada vez m谩s dif铆cil venderlo.鈥 Y es que, a pesar de todo lo que se dice, para los m煤sicos el disco sigue teniendo un valor simb贸lico muy alto. Y, para los oyentes m谩s dedicados, hay all铆, tambi茅n, algo irreemplazable. 鈥淭enemos el deseo de grabar discos que se puedan hacer, que muestren lo que hacemos, y cuya venta cubra los gastos鈥, apunta Dawid. 鈥淨ueremos, sobre todo, poder difundir lo que tocamos鈥, agrega Leibson. 鈥淚nternet propone un infinito de sobreestimulaci贸n y hay que ver c贸mo se hace para poder asomar la cabeza en ese mundo鈥, reflexiona Bay贸n, quien enfatiza, adem谩s, que no se trata s贸lo de tener un sello, sino de que exista un portal virtual y que la m煤sica pueda, tambi茅n, ser escuchada online. Dawid explica: 鈥淧ara nosotros es fundamental que eso est茅 muy activo, que siempre se est茅 subiendo m煤sica nueva y que posibilite que se haga una red; que por un disco la gente llegue a otro鈥.
Para Bay贸n, 鈥渉ay una puerta que abri贸 el Quinteto Urbano. Y tambi茅n Escalandrum. Y, por supuesto, Jodos y Norris. Ellos mostraron caminos donde la composici贸n se liga con proyectos creativos. Que la 煤nica posibilidad del jazz no era juntarse a tocar, eternamente, sobre los standards (los temas cl谩sicos del g茅nero). Por supuesto que tambi茅n lo hacemos. Y es parte de nuestro aprendizaje. Pero entendemos que la composici贸n es algo vital, ya no s茅 si para el jazz, pero para nosotros seguro que s铆.鈥 Leibson, por su parte, se帽ala algo que, escuchando los discos de estos m煤sicos, resulta llamativo. 鈥淢e parece que muchos de nosotros estamos en una b煤squeda similar. Los estilos son distintos, pero a todos nos preocupa integrar la escritura y la improvisaci贸n.鈥 Si se mira el panorama de lo publicado 鈥搊 puesto en circulaci贸n鈥 煤ltimamente, hay que contabilizar, tambi茅n, aquello que los m煤sicos editan de manera independiente 鈥揺 individual鈥, como el excelente Rodrigo Agudelo y La Salamanca, donde este guitarrista y autor 鈥搕ambi茅n aqu铆 el sesgo compositivo resulta relevante鈥 toca con Fares altern谩ndose en el teclado con Alan Zimmerman, Hern谩n Merlo en contrabajo, Pablo Moser en saxos tenor y soprano, Cossavella en bater铆a y Leonel Cejas como contrabajista invitado en un tema. O El imperio de las luces, de Andr茅s Hayes (editado por Sof谩 Records). O No Fear, de Fern谩ndez 4 (Cirilo Fern谩ndez, Pipi Piazzolla, Mariano S铆vori y Nicol谩s Sor铆n). Y, tambi茅n, lo que ponen en circulaci贸n sellos casi unipersonales, como Rivorecords 鈥搎ue este a帽o public贸 el magn铆fico Hot House del noneto del trompetista Mariano Loi谩cono; Goodbye, de Adri谩n Iaies; See See Rider, de Paula Shocr贸n, y Backstage Sally, de Alan Zimmerman y Sergio Wagner鈥, o BlueArt, que lanz贸 dos producciones excelentes: Bondades, de Su谩rez, Socolsky, Heinrichsdorff y Dawidowicz, y Vuelos, del contrabajista Horacio Fumero en tr铆o con Loi谩cono y el pianista Diego Schissi.
Parte de los siete octavos del iceberg que permanecen bajo la superficie tiene que ver con algunos m煤sicos que, cada tanto, remueven el avispero tanto por su manera de tocar, o de formar grupos e integrar unos int茅rpretes con otros, como por la informaci贸n (y la actualizaci贸n de esa informaci贸n que ponen en juego). Los boppers de los 鈥50 鈥搇os hermanos Barbieri, Lalo Schifrin, Horacio Malvicino鈥, por ejemplo, transformaron no s贸lo el universo de los nombres a tener en cuenta, sino lo que se escuchaba en Buenos Aires. Un guitarrista radicado desde hace a帽os en Espa帽a, Guillermo Bazzola, fue uno de los que, m谩s recientemente, incorpor贸 a la enciclopedia colectiva nombres propios, y maneras de entender la frase, la subdivisi贸n r铆tmica y la armon铆a, que hoy ya son corrientes, pero que resultaban absolutamente nuevas hace veinte a帽os. Jodos, que siendo muy joven toc贸 con 茅l, continu贸 esa l铆nea. Hoy, para el universo del jazz local, Andrew Hill o Paul Bley son casi una lengua franca. Y hay alumnos de Jodos (Shocr贸n, Lo Vuolo y, m谩s cerca, Leibson), de Loi谩cono y de Norris, y disc铆pulos de sus disc铆pulos que ocupan 鈥搊 comienzan a hacerlo鈥 lugares centrales en la creaci贸n actual.
Cuando se habla de la vitalidad de un g茅nero o de su merma, suele confundirse la creaci贸n con el consumo. Y es que, aun cuando en 煤ltima instancia se conecten y estimulen mutuamente, no es lo mismo que una ciudad produzca su propia m煤sica o que no lo haga. Bay贸n, Dawid y Leibson coinciden en ponerse al margen de cualquier b煤squeda impostada de localismos musicales. Y, sin embargo, quiz谩 simplemente porque tocan unos con otros y porque comparten una cierta enciclopedia 鈥搊 porque, aunque no quieran mimetizarse con ello, hay un cierto aire que todos respiran鈥, su m煤sica suena distinta de la que se hace en Manhattan, Par铆s o Chicago. Hay algo all铆 鈥揷omo lo hab铆a en el Gato Barbieri, que era rosarino y vivir铆a en Europa y en los Estados Unidos鈥 indefiniblemente porte帽o. Ya la cantidad de lo que se publica de manera independiente, por s铆 sola, alcanzar铆a para hablar de un fen贸meno. Pero lo realmente importante no es eso sino la calidad. Todos los discos mencionados, se los compre o no, pueden ser escuchados online. Vale la pena hacerlo.
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