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Sábado, 22 de febrero de 2014
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THE BAD PLUS CONCRETARA ESTA NOCHE SU TERCERA VISITA A BUENOS AIRES

“Lo que importa es el efecto final”

El trío integrado por Ethan Iverson, Reid Anderson y David King reconoce en su música una amplia colección de influencias, que en su momento lo llevaron a versionar canciones de bandas famosas. En su CD Made Possible también experimenta, pero con temas propios.

Por Santiago Giordano
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The Bad Plus abraza, en un mismo gesto, “el free jazz y el ruido rock”.

Posiblemente alguna vez fue más irreverente escucharlos como un power trío que toca jazz que como trío de jazz que incorpora su carpeta de standars temas de rock. Más conciliador, tal vez, fue escucharlos como un puente entre géneros y generaciones, y más sesgado aún ubicarlos como aquellos que hacían covers de Nirvana, Blondie, Pink Floyd y David Bowie. Lo cierto es que más allá de los rótulos, las vanguardias y sus necesidades, el tiempo y los discos pasaron y The Bad Plus se afirmó como un trío de compositores contemporáneos, con todo lo que eso significa. Esto queda bien sentado en Made Possible, el trabajo que publicaron el año pasado y que hoy a las 19 presentarán en la Usina del Arte, en lo que será su tercera visita a la Argentina. “Amamos Buenos Aires, es una ciudad fantástica, con un público muy exigente y cálido”, comenta al comenzar su charla con Página/12 Ethan Iverson, pianista del trío que se completa con Reid Anderson en bajo y David King en batería. “Sabemos que muchos fans están hablando en Twitter, excitados por nuestro show en Buenos Aires –agrega–. Por eso, para nosotros es algo realmente muy especial esta nueva oportunidad de ir para allá otra vez.” Como invitado, encargado de la apertura de la velada, estará el pianista Marcos Sanguinetti, al frente de un cuarteto integrado además por Jerónimo Carmona en contrabajo, Fermín Merlo en batería y Migma en bandejas.

En los nueve temas que dan forma a Made Possible es evidente que la figura del compositor y sus circunstancias están por delante del eventual efecto del cover y sus posibles reservas musicales y emotivas. Como el anterior, Never Stop, este es un disco con temas en su gran mayoría propios. En este sentido, la música de The Bad Plus es ahora deudora exclusiva de sí misma: desde el horizonte cero de la creación crece la necesidad de la búsqueda de un sonido original que refleje la época en que le toca sonar, que en su complejidad conjugue una diversidad de humores y recursos técnicos –y tecnológicos– sin alejarse demasiado de ese implacable sentido de la canción que distingue a The Bad Plus desde Fresh Sound, el primer disco. “Siempre sentimos la necesidad de enfocarnos en el material original –continua Iverson–. Pero nuestro sonido, en general, recoge influencias de la música clásica, el rock, la electrónica, y todo lo pueda servirnos y esté a nuestro alcance para poder crear un universo particular en cada tema. Eso se puede escuchar en nuestra música, aun cuando no toquemos covers del rock u obras de György Ligeti.”

Entre temas que pertenecen a los tres integrantes del trío, uno solo, “Victoria”, no es original. La balada pertenece a Paul Motian, baterista emblemático de los tríos de Bill Evans y Keith Jarret, entre otros, muerto a fines de 2011. “Mientras grabábamos este disco, supimos que Paul había entrado en un hospicio y nos pareció oportuno rendirle un homenaje, un tributo a su figura y al ejemplo que nos dejó: él fue uno de los que cambió los parámetros de cómo tocar jazz con un sentido del rubato que muchos tardaron en comprender.”

Desde siempre, la gramática del jazz podría interpretarse como el resultado de la oposición entre las fuerzas de lo correcto y lo incorrecto, o más bien, lo incorrecto incorporado a lo correcto. The Bad Plus entre otras cosas cambió las jerarquías del trío de jazz, tradicionalmente centrada en el pianista como líder y propone una dinámica de grupo más abierta, en la que piano, batería y contrabajo –y en este disco por primera vez con sintetizadores y baterías electrónicas que se suman a la paleta sonora del trío– cambian sus roles, interactúan, dialogan, suman. “Es cierto. Es posible que nuestra manera de tocar no sea la tradicional del trío de jazz, en el sentido que no mantenemos jerarquías precisas y no existe un líder entre nosotros –explica Iverson–. Eso es uno de los rasgos más fuertes del trío y tiene que ver con la necesidad de experimentar sin ataduras ni direccionamientos. Cuando hacemos covers tenemos a disposición un gran margen de experimentación, que utilizamos también para no caer cerca de los originales y así apropiarnos del tema, imponer nuestro sonido. Pero al fin y al cabo, lo que importa es el efecto final. Seguramente la dinámica del trío cambia continuamente de concierto en concierto y por ende algunas cosas son diferentes todo el tiempo. Cada tema, ya sea nuestro o un cover, requiere su propio mundo y hay que componer ese mundo.”

Iverson destaca la variedad de influencias del trío. “Los tres somos grandes fans de la música –asegura–, y cargamos enormes colecciones en nuestros iPods. Y, lógicamente, no siempre compartimos los mismos gustos, porque cada uno tiene una manera de escuchar y distintas búsquedas y expectativas sobre lo que escucha. Eso hace que The Bad Plus maneje una muy amplia colección de influencias y eso es una gran ventaja. Cada uno de nosotros tiene su personalidad, pero el sonido del trío se construye con aportes de los tres. Nosotros damos un promedio de 170 conciertos al año y en esa dinámica la espontaneidad y la frescura del directo nos hacen evolucionar.”

También, a la hora de componer, cada uno de los integrantes del trío refleja su propio universo. “Es notable, pero en mi caso cuando compongo no dejo de pensar que esa música será tocada por The Bad Plus. Es muy importante para mí componer pensando en quien será el intérprete y en el caso de The Bad Plus no hay otra salida, porque se trata de un trío muy particular.”

Vanguardia, experimentalismo, provocación, riesgo. Estas son algunas de las palabras que suelen definir los comentarios sobre la música de The Bad Plus desde sus inicios. Mucho más que la palabra jazz, a menudo puesta en duda o por lo menos relativizada a partir de la música y la actitud del trío. “Es posible que la palabra jazz no nos importe demasiado a la hora de definir nuestra música –continúa Iverson–. No nos preguntamos acerca de eso, más bien creemos en una música que nos permita usar todo tipo de referencias y estilos. En este sentido somos de vanguardia, que en nuestro caso significa la posibilidad de abrazar en un mismo gesto el free jazz y el ruido rock.”

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