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Domingo, 30 de marzo de 2014
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La Sonámbula mostrará hoy su música cinemática en la Biblioteca Nacional

“El concepto de género está en crisis”

El compositor y pianista Julián Teubal es el creador de este combo instrumental que toma elementos del tango, el jazz y la música clásica, sin caer en purismos. En los conciertos, el ilustrador y animador francés Ange Potier dibuja en tiempo real.

Por Sergio Sánchez
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“Nuestro estilo surge como una mezcla de lo que son los integrantes”, dice Julián Teubal.

“Creo que el concepto de género está en crisis y esa ruptura no se da sólo entre música culta y popular, sino dentro de los géneros mismos. Los géneros, en este momento, se están fusionando entre sí, y es difícil distinguir entre tango y jazz, rock y folklore (por dar ejemplos y no en todos los casos, porque, claro, siempre están los puristas). De esa tensión siempre surge algo interesante.” Quien analiza el panorama actual de la música es el compositor y pianista Julián Teubal, creador del ensamble “cinemático” La Sonámbula. Se trata de una propuesta musical instrumental que tiene apenas un año de vida y que toma elementos del tango, el jazz y la música clásica, sin caer en purismos. Pero la cosa no queda en lo musical. En los conciertos, mientras La Sonámbula toca, el ilustrador y animador francés Ange Potier dibuja en tiempo real a través de un dispositivo creado por él mismo. “Música cinemática e imágenes oníricas componen así un solo relato de gran sugestividad, apto para chicos y grandes”, definen en el anuncio del concierto de este domingo, que tendrá lugar a las 17 en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), con entrada libre y gratuita.

Por circunstancias de la vida, Teubal vivió nueve años en Praga, pero regresó al país en 2010. En República Checa había formado un grupo de tango llamado Sin Rumbo, que colaboró fuertemente con la difusión y asentamiento del género en ese país. Al regresar, creyó que iba a continuar con ese proyecto, pero la música lo llevó por otros caminos. En 2012, luego de recorrer la escena musical porteña, convocó a músicos amigos para armar una nueva banda. Después de algunas bajas (como el chelista Lucas Argomedo y el vibrafonista Ezequiel Finger), terminó de definir el ensamble y, en parte, el sonido. Pero el tango no sería el protagonista. “Me dejé llevar por las formaciones de los músicos que fueron llegando”, confiesa el también fotógrafo. Y repasa el equipo: “Andrés Reboratti (flauta) toca con Kevin Johansen, viene más del rock y tiene una formación clásica; Federico Estévez (batería) tocó con Chancha Vía Circuito y Fede Cabral, o sea, que viene de la onda del rock alternativo y ‘folkloroso’; Andrés Mitchelstein (contrabajo) viene del jazz y también tocó rock; y Karmen Rencar (cello) está a pleno con el tango. Entonces, nuestro estilo surge como una mezcla de lo que son los integrantes, más que a partir de una idea muy predeterminada. Si bien yo compongo y traigo las ideas, soy receptivo con las cosas que sabe hacer cada uno”. El grupo se completa con Gonzalo Braz en clarón. En mayo lanzarán su primer disco, titulado El viaje de Tupac.

¿Cómo definiría el concepto de música cinemática?

La música cinemática tiene sus orígenes en la llamada música programática: lo programático se opone a la música absoluta, es decir, la música que no hace referencias a imágenes o ideas extramusicales. Lo programático o cinemático (que vendría a ser su versión más aggiornada, quizás ligada también a la aparición del cine) sería la música que, al no tener un texto (una historia en potencia), intenta ser narrativa, contar una historia desde lo instrumental. En el caso de La Sonámbula, si bien no tenemos letras, entre música e imágenes se narra algo, no necesariamente concreto o guionado, pero sí ligado a sensaciones o estados de ánimo. Son finalmente esas emociones las que dan el puntapié inicial a la composición: a medida que fuimos afianzando el proyecto, la idea de trabajar las visuales en vivo se fue consolidando. Muchos me dicen que mis composiciones les suenan como música de película. Es música popular lo que hacemos, una mezcla de géneros. Pero no es que existe un género cinemático. Es más, para explicar qué es lo que podría ser... he visto el concepto en músicos de mi generación. También tiene que ver con el movimiento, no sólo con el cine. Creo que al no estar cristalizado en algún lugar, como puede ser el caso del tango, permite que varias ideas se puedan adosar al concepto de cinemático.

¿Cómo se dio lo de la participación de Ange Potier y cómo se complementa con La Sonámbula?

Lo invité a proyectar durante los conciertos, pero subió la apuesta: “No, no quiero proyectar, quiero dibujar en vivo”. Y le respondí que sí. Entonces, vino con una idea para ilustrar en vivo, que hasta que no la vi no la entendí. Se trata de una mesa hueca transparente, donde pone unos vidrios, unas hojas de calcar, y abajo coloca un espejo en 45 grados y una cámara de video que filma lo que va dibujando, desde abajo. Como somos un ensamble acústico donde no hay elementos eléctricos ni trabajamos con electrónica, me gustaba esa cosa orgánica, artesanal. Ange es un dibujante tremendo y sentí mucha afinidad con su estética. El probó el dispositivo por primera vez con nosotros y funcionó. El domingo Ange estará acompañado por la artista visual Stella Maris Santiago. Van a hacer un trabajo a cuatro manos, algo muy potente. Eso me da la pauta de que seguimos probando cosas. No es que tenemos una idea muy fija de lo que es el género, las visuales, el estilo fotográfico o la estética. Lo vamos construyendo a medida que vamos trabajando.

En los años que se tomó para recorrer el circuito musical, ¿qué encontró?

Una de las cosas que me planteé el año pasado fue siempre tocar con otros grupos. Desde el primer concierto, tocamos con Nicolás Guerschberg, el pianista de tango; también con Sofía Escardó Trío y Ensamble Chancho a Cuerda. No sólo por una cuestión de convocatoria, sino que me parecía que era interesante para un grupo que empezaba asociarse a otros. De hecho, a través de esta idea de juntarnos fui conociendo un montón de grupos que están haciendo cosas similares a nosotros, que están explorando dentro de los límites entre lo popular y lo académico, que están trabajando con distintos estilos, que son ensambles grandes, muchos son instrumentales. Hay un montón de iniciativas que lo que hacen es agrupar a bandas, artistas, gente de visuales. Me parece que es una idea muy valiosa que sucede hoy en Buenos Aires: la idea del colectivo, de no estar uno con su grupo tocando puertas sino asociarse con otros grupos. Hay una necesidad de juntarse, no sólo entre músicos sino con otras disciplinas.

¿Se dirigen a un público en particular o les interesa llegar a públicos diversos?

Cuando compone, uno no piensa en el público. Y sobre todo cuando le escapa al género. Más allá de la complejidad, lo nuestro sigue siendo música popular. Y es bastante accesible al gran público. Cuando uno tiene un proyecto desea llegar al público más amplio posible. Pero tengo claro que no es un proyecto masivo. No porque no lo desee. El jazz tampoco es de estadio. A veces el estilo de música te condiciona con lo que es el alcance del público. También hay una cuestión que tiene que ver con una difusión radial, hay ciertos estilos que no se pasan tanto por la radio. Ni siquiera un grupo como La Bomba de Tiempo suena en la radio. La música es difícil, es abstracta. Por ejemplo, si tocás tango y ponés un bailarín, la gente entiende mejor la música. La idea de las visuales ayuda a comprender más lo que está pasando musicalmente.

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