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Viernes, 2 de mayo de 2014
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NOTABLE RECITAL DE RUBEN BLADES EN EL TEATRO GRAN REX

Poeta salsero y cuentacuentos

En el marco de su gira Cantos y Cuentos Urbanos, el cantautor panameño recorrió sus más de cuatro décadas de trayectoria con la interpretación de clásicos y de canciones que desempolvó para la ocasión. Antes de hacer “Pedro Navaja” recordó a su amigo Gabo.

Por Yumber Vera Rojas
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Blades mostró carisma y elocuencia. Su visita a la Argentina incluye shows en Córdoba, Rosario y Neuquén.

Cuando Rubén Blades subió al escenario en la noche del miércoles, vestido impecablemente de negro, como ya es costumbre desde mediados de los ochenta, luego de que se divorciara musicalmente de Willie Colón, nadie en ese Gran Rex colmado y con ganas de fiesta imaginaba que tres horas y media más tarde el cantautor panameño consumaría un recital histórico. Pese a la extensa cabalgata, Blades se mantuvo aferrado al enunciado de la gira que lo trajo de vuelta a la Argentina: Cantos y Cuentos Urbanos. Aunque al final del show, una audiencia generacionalmente plural, literalmente latinoamericana, lo que el propio Poeta de la Salsa pudo comprobar al llamado de “presente” de su éxito “Plástico”, en el que el público levantaba la mano según se identificaba con el recorrido regional del cierre del tema, lamentara que no interpretara “Buscando guayaba” o “Caminando”, el también actor tendió un repertorio constituido por clásicos e incluso por canciones que desempolvó para la ocasión, con el que recorrió sus más de cuatro décadas de trayectoria.

Además de su carisma y elocuencia, el ex candidato a la presidencia de Panamá demostró nuevamente que es un ilustre cuentacuentos. “Durante una gira de Atahualpa Yupanqui, los productores que la organizaron se querían sacar una foto con él. A lo que éste preguntó: ‘¿Dónde están los traidores?’ Lo que causó desconcierto entre los que estaban ahí, hasta que aclaró: ‘Me refiero a los que me trajeron’”, señaló Blades, al momento de agradecerle a la productora de esta serie de shows en Argentina, que, aparte de Buenos Aires, incluyen a Córdoba, Rosario y Neuquén, su regreso a esta orilla rioplatense. Para luego saludar a la audiencia, a la que le confesó que nunca creyó que viviría para ver a un presidente negro y un papa latinoamericano. “Si alguno de ustedes tiene contacto con Francisco, díganle que estoy por componerle un tema a San Lorenzo”, bromeó el exponente que acaba de poner a la venta el disco Tangos, en el que adaptó al ritmo del 2x4 algunos de sus hits, antes de cantar el son montuno “Las calles”, dedicado a los sectores populares, de donde explicó que proviene. Al igual que sucedió con el tema incluido en el álbum Cantares del subdesarrollo (2009), el ídolo salsero confeccionó un cancionero en el que se sostuvo no sólo para explicar los diferentes matices idiosincráticos de América latina, sino las circunstancias en las que los descubrió. Esto sirvió como pretexto para contar su historia de vida: desde la época en que su padre conoció a Perón, cuando vino a la Argentina con la Selección de Básquetbol panameña (para los Panamericanos del ’51), hasta su concurso por la presidencia de la nación centroamericana, en la que se levantaba el ánimo escuchando a Les Luthiers, quienes estaban entre la audiencia, al igual que Piero, sobre el que invocó el momento en que le mostró “Pablo Pueblo”. Aunque en la segunda mitad de su espectáculo puso énfasis en su relación con la muerte, tras los recientes decesos de sus amigos Lou Reed, Cheo Feliciano y Gabriel García Márquez (al que recordó en varios pasajes), y a los que les dedicó “Todos vuelven”.

A cinco años de su última presentación en Buenos Aires, en el estadio Luna Park (aquella vez lo acompañó la agrupación Seis del Solar), Blades estuvo apoyado en esta oportunidad por la poderosa orquesta de Roberto Delgado, que, en contraste con la banda con la que grabó discos del esplendor de Buscando América, ostenta una impronta más agresiva y callejera al momento de encarar la salsa, aunque este rasgo no le restó sublimidad. Lo que quedó en evidencia en los arreglos de “El cazangero” (de su autoría, pero popularizado por el tándem conformado por Héctor Lavoe y Willie Colón) o de “Ojos de perro azul”, que sacó de la galera para este tour. Así como en el tramo más político y crudo del recital, con “El padre Antonio y el monaguillo Andrés” (la estrenó en su debut en Argentina, en 1983, con Los Abuelos de la Nada), su reggae “Desaparecidos” (ofrendado a los 37 años de lucha de las Madres de Plaza de Mayo), “Prohibido olvidar” y “Patria”. Hubo otro segmento temático, consagrado esta vez a la despedida, donde brillaron “Amor y control” y “La palabra adiós”.

Después de aludir por última vez a Gabo para desenfundar “Pedro Navaja”, himno que acudió a la intro del “Thriller” de Michael Jackson para enarbolar una versión que progresó hasta que terminó pidiendo pista, el artista que en julio cumplirá 66 años confirmó una envidiable entereza performática. Al punto de que volvió con un bis tan intenso que sorprendió al público, que abandonó a cuentagotas la sala o, atendiendo la advertencia del cantautor a su regreso al escenario, fue al baño para continuar con un maratón salsero (en la que incluso hubo mención de respeto para la labor independiente del Indio Solari), que comenzó con “Juan Pachanga”, continuó con “Caina”, causó el delirio con “El cantante” (tesoro de la música afrocaribeña que compuso para Héctor Lavoe), sorprendió con Ligia Elena y cerró con su tradicional “Muévete”. Antes de despedirse, con una audiencia exaltada y de pie, Blades afirmó que no se avergonzaba de ese repertorio porque su argumento era dejar un mundo mejor que el que lo recibió. Debería quedarse tranquilo, pues, al menos esa noche, shockeó algunas cabezas.

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