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Sábado, 14 de junio de 2014
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CECILIA TODD CANTA INEDITOS ACOMPAÑADA DEL PIANO DE MATIAS MARTINEZ, HOY Y MAÑANA

Apuesta por la música venezolana

La cantante y cuatrista caraqueña culmina hoy y mañana una serie de shows en un local palermitano, en el cual adelanta canciones de Henry Martínez, Leonel Ruiz y Simón Díaz que planea grabar pronto. “He viajado mucho y no he podido entrar al estudio”, explica.

Por Cristian Vitale
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“El cuatro es el protagonista de nuestra música, está presente en toda la geografía musical”, afirma Todd.

A sala repleta, entre los aplausos que suceden a una pieza y el silencio que precede a otra, se escucha una voz: “¿Cuándo vas a grabar estos temas, Cecilia?”. La pregunta no sólo da la relación directa que suele construir con sus seguidores Cecilia Todd, histórica referente del canto popular venezolano, sino también el eje por el que transita su seguidilla de recitales en el Café Vinilo: cantar temas nunca grabados por ella. “Espero poder hacerlo muy pronto”, contesta in situ, y luego, consumado uno de los shows, completa ante Página/12: “La verdad es que tengo listo el repertorio desde hace tiempo, pero he estado viajando con regularidad, así que no he podido entrar al estudio”. La referencia anuda directamente con los “estrenos”. Con “Oriente es otro color”, por caso, escrito por una de las ricas fuentes de Todd (a quien incluso le grabó un disco en el primer año del siglo), Henry Martínez. O por “Yo quiero un amor”, de otra de sus fuentes, el pianista y compositor Leonel Ruiz, y la lúcida “Caballo viejo”, de Simón Díaz. “Son canciones de compositores muy talentosos que, como yo, están apostando por la música venezolana”, comenta la cantora.

La ola de bellas canciones, que por supuesto Todd mecha con clásicos de la música popular latinoamericana (el popular venezolano “El cantar tiene sentido”, o “La jardinera”, de Violeta Parra), es parte del mar de presentaciones que ella, esta vez con la sola compañía del pianista Matías Martino, está exponiendo día por día hasta mañana, en la sala de Gorriti al 3700. “La propuesta inicial era que viniera a cantar sola con el cuatro, cosa que no hago normalmente porque canto con un grupo, así que esto de estar sin músicos es medio novedoso para mí. Pensé en varias opciones y me gustó la idea de hacerlo con un piano, porque es un instrumento polifacético, sobre todo si está tocado por alguien tan talentoso como Matías, un pianista joven, a quien le gusta la música venezolana. El es muy creativo, además tiene un gran sentido del humor, y nos estamos divirtiendo mucho. Cada noche es diferente y eso es maravilloso”, sostiene ella, sobre un formato que no le es habitual, pero que rinde sus frutos. Le basta así, mínima y dual, para lograr un efecto de encanto que tal vez a otros les demande un ejército de músicos.

–¿No se pone celoso el cuatro?

–(Risas.) No, porque son sonidos totalmente diferentes que se complementan. No es la primera vez que lo he hecho así, en Venezuela y en la Argentina. Con el Negro (Carlos) Aguirre hemos hecho algunos conciertos lindísimos con piano y cuatro. Si bien canto siempre con un grupo, como dije, también he cantado con diferentes formatos. En alguna ocasión he cantado sola con cuatro y contrabajo, un lindo experimento. La verdad es que el cuatro es el protagonista de la música nuestra, está presente en toda la geografía musical. Y ya pasó a ser patrimonio, lo que implica un reconocimiento muy merecido, por cierto... Acompaña a la voz, al arpa, a la bandola, a la mandolina... Está acostumbrado a compartir con otros instrumentos.

–Durante el recital hizo algunos “chistes” sobre sus dificultades para improvisar. ¿Es verdad que le pesa?

–La improvisación, que puede ser payada, contrapunteo o repentismo, es un arte dificilísimo. Se puede desarrollar, claro que sí, pero es un don con el cual se nace. Con algunos de mis músicos improvisamos en colectivo y lo hacemos por diversión. Cuando hacemos largos viajes por tierra jugamos a eso: uno dice una frase y los otros vamos completando la décima. Pero, para mí, un payador no se fabrica... hay que nacer con esa virtud.

–¿Cómo sobrelleva su voz esta seguidilla de diez conciertos consecutivos?

–La verdad es que no estoy acostumbrada a hacer tantos conciertos seguidos. Hasta ahora ha salido todo bien, pero tengo que cuidarme del frío, al cual tampoco estoy habituada, y también del humo del cigarrillo. Necesito dormir bien... Medidas mínimas de las cuales hay que estar pendiente siempre.

Redunda decir que Cecilia Todd, nacida en Caracas en marzo de 1951, es una figura clave de la música popular venezolana y latinoamericana. Lo es tanto por la versatilidad con la que ejecuta el cuatro como por la calidez de su voz aplicada a los cantos tradicionales –y no tanto– de su tierra, y por la persistencia de ello en el tiempo, claro. Desde la década del ’70, la del disco Pajarillo verde, y las amistades con Mercedes Sosa y Domingo Cura; pasando por la del ’80 y los discos Maracaibo o El novio pollero; la del ’90 y sus conciertos cerca de Serrat, Piazzolla o Buarque; y las de siempre, atravesadas por todo ello más un plus: los ideales bolivarianos. “Tenemos que ser conscientes de que hoy estamos en guerra. Una guerra sin armas tradicionales, con armas mediáticas, de última generación, quizá más peligrosas que las otras, diseñadas en laboratorios extranjeros con el fin de desestabilizar no sólo a Venezuela sino a toda la región, sobre todo a aquellos países que tienen una propuesta propia, diferente”, señala Todd, en firme guardia política y cultural.

“Encima nosotros tenemos mucho petróleo, tenemos las mayores reservas petroleras del mundo, así que somos muy apetecibles –prosigue–. Hay muchas manos negras metidas en mi país, nacionales y foráneas. Y si bien hasta ahora no les han dado resultado todas las intentonas de cambiar el rumbo, hay que estar muy alertas porque seguirán intentándolo con otros métodos más agresivos”, sostiene la cuatrista que, en línea con su pensamiento, incluyó en el repertorio dos homenajes a Simón Bolívar: “Raíz de pueblo” y “Los dos titanes”, el polo margariteño que también incluye a Sucre. “¡Cómo no cantarle a Bolívar! Es un personaje fundamental no sólo en nuestra historia pasada sino de la presente. El proceso de cambio que estamos viviendo hoy se fundamenta en su pensamiento y obra, porque fue él quien prendió la llama de la lucha en Hugo Chávez... su amor al país, a un país soberano”, concluye, antes de que una nueva canción desvele otra vez al otoño porteño.

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