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Domingo, 5 de octubre de 2014
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OSCAR LAJAD Y JULIO PANNO PRESENTAN SU ESPECTACULO TANGO CORRUPTO

“Rompemos con todos los prejuicios”

La idea es pasar a lenguaje de dos por cuatro temas de Raffaella Carrá, Miranda, Xuxa o Gilda. “Estamos convencidos de que el cómo se dice una letra es tan importante como el qué se dice.”

Por Cristian Vitale
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Oscar Lajad en plena tarea de hacer tango con Xuxa.

“Vamos a terminar crucificados con un bandoneón”, presagia, afilado, el cantor salteño Oscar Lajad. “Es lo menos que nos merecemos, claro”, redobla, pero en sintonía, el director de teatro Julio Panno. No hacen más que refrendar, ambos, el carácter bizarro y lúdico del espectáculo que activarán todos los viernes de octubre, a las 21.30, en Molière Teatro Concert (Balcarce 682), y que marca la cancha desde el título: Tango corrupto. “La propuesta es corromper temas, a mi gusto para bien. Busqué ‘corrupto’ en el diccionario y dice: ‘Echar a perder, pudrir, pervertir o viciar’ y no me pareció nada marketinero”, se ríe Lajad y pone en palabras y en acto: ambos, más La Desvelada (una falsa orquesta de señoritas), el rey del firulete Sebastián Colavita y artistas invitados cada noche, como partícipes necesarios de un show cuyo fin es reivindicar canciones populares que nunca han sido consideradas poéticamente profundas. “Es un espectáculo que rompe con todos los prejuicios de la canción popular porque, si bien para nosotros las canciones son todas profundas, para muchas personas no”, refiere Panno.

El concepto de Tango corrupto nace, puntualmente, de pasar a lenguaje de dos por cuatro temas de Raffaella Carrá, Miranda, Xuxa o Gilda. “Lo que sucede es que hay temas que originalmente son tan pegadizos rítmicamente que el ritmo y los arreglos se comen la letra. Me sucedía al estudiar las canciones que me daba cuenta de que nunca antes me había enterado de qué hablaban”, refuerza Lajad –también conocido como el trovador canoro– que lleva un profuso trayecto en teatro de revistas, shows de tango y unipersonales. “Por ejemplo ‘Don’, de Miranda. Generalmente lo único que la gente recuerda de la letra es eso de ‘es la guitarra de Lolo’, que ni siquiera forma parte de la letra, cuando la canción nos sumerge casi en un análisis psicológico de una persona encerrada en sí misma y de otra que quizá tiene el don de curar ese mal”, ejemplifica Panno. “Lo mismo pasa con ‘No me arrepiento de este amor’, de Gilda, cuando uno la baila en una fiesta no repara en que sus versos dicen: ‘Tiendo a arrancarme de tu piel / de tu recuerdo de tu ayer/ yo siento que la vida se nos va / y que el día de hoy no volverá’”, vuelve Lajad.

–¿Cómo se les ocurrió semejante “chiste”?, ¿con qué fin?

Oscar Lajad: –A ver, yo venía incursionando en el tango como cantante en un par de espectáculos y es un género que adoro y que disfruto cantar y escuchar. Pero a la vez me sucedía que tenía ganas de hacer algo nuevo, sin caer en cantar los mismos temas de siempre. Había visto trabajos dirigidos por Julio, tanto musicales como teatrales, y siempre admiré la sensibilidad y la calidad que logra en sus producciones. Le pregunté si quería armar algo conmigo, aceptó y me propuso la idea de “atangar” canciones que nunca habían sido consideradas poéticamente profundas. Convencidos de que a veces el cómo se dice una letra es tan importante como el qué se dice.

Julio Panno: –No es verdad que fui tan fácil (risas). Lo que pasa es que me aburro muy fácil así que le di algunas vueltas más, pero Oscar me tuvo paciencia y, cuando vimos que funcionaba, nos mandamos. Tuvimos la suerte de contar con la creatividad de Gustavo Calabrese, que rápidamente entendió y plasmó lo que pretendíamos. Con sus arreglos musicales y con los arreglos vocales de Sandra Guida, nos dimos cuenta de que temas de poética sencilla comenzaban a escucharse como tangazos y no me aburría, como me sucede al oír tres tangos clásicos seguido. Es más, la misma letra en la que antes no me detenía comenzaba a tener contenido.

–También hablan de repoetizar las letras de tango, ¿en qué sentido?

O. L.: –Ahí está explicado. Cuando esa frase la pasás al compás del tango, uno tiene el tiempo como para oírla con otra profundidad.

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