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Sábado, 8 de noviembre de 2014
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ECHO & THE BUNNYMEN SERA PARTE DEL PERSONAL FEST, QUE SE REALIZARA HOY Y MAÑANA

“Siempre quisimos hacer clásicos”

La banda de Liverpool regresa a Buenos Aires con su reciente disco Meteorites, aunque el guitarrista Will Sergeant afirma que no participó demasiado de su concepción. Tocará hoy junto a Arctic Monkeys y mañana estarán Calle 13 y MGMT.

Por Roque Casciero
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Echo & The Bunnymen siempre es garantía de buenos shows en vivo con melodías oscuras.

Al parecer, en los últimos años la dinámica de Echo & The Bunnymen ha sido la siguiente: cuando el cantante Ian McCulloch decide que sus nuevas canciones quedarían bien con el sonido del guitarrista Will Sergeant, lo llama al estudio y voilà, hay otro álbum de los creadores de “The Killing Moon” y “Lips Like Sugar”. No siempre fue así para los Echo, que en sus comienzos parecían destinados al lugar que después ocupó U2 –y del que ellos se corrieron por decisión propia– y que dejaron varios clásicos oscuros y elegantes en la historia del rock. Desde hace más de una década, la banda son el cantante y el guitarrista: el baterista Pete DeFreitas falleció en un accidente automovilístico y el bajista Les Pattinson se retiró después de la reunión del ’97 por asuntos familiares. Pero si los discos de Echo & The Bunnymen han perdido consistencia e impacto entre el público, sus shows siempre son garantía de buenas melodías y guitarras pospunk, como aquí ya pudo comprobarse en tres oportunidades. La cuarta será hoy en el Personal Fest (ver aparte), cuando el disco Meteorites les sirva de excusa para repasar los clásicos que todos sus fans quieren escuchar una y otra vez.

“Ian es como un hermano para mí”, responde Sergeant a través del teléfono cuando Página/12 le pregunta por su relación con su compañero de banda. “No siempre te llevás bien con tu hermano, pero es tu hermano. La última gira norteamericana estuvo muy buena, todos nos llevamos muy bien, estuvimos muy conectados. Depende del día... Ian me conoce y yo lo conozco, no es que terminamos a las piñas. Siempre hemos arreglado las cosas, a veces discutiendo, pero nos calmamos y componemos las cosas. Ian y yo tenemos intereses distintos, somos personas muy diferentes, pero hay cosas que sí compartimos: a ambos nos gustan David Bowie, The Velvet Underground, The Doors y gente así. Ese es el pegamento que nos mantiene juntos: a ambos nos gustan las canciones que son más que temitas pop. Así nos sentimos. Y así funciona. No es un problema, simplemente es así. Y siempre lo ha sido. No es que tenga ganas de irme de vacaciones con él (risas). Sí me iría de vacaciones con Les. Bah, de hecho, una vez me fui de vacaciones con él... ¡a la Unión Soviética! Esa sí fue una historia rockera...”

–Su unión con McCulloch para hacer música ha funcionado durante décadas y lo que hacen tiene una personalidad propia. ¿Cómo describiría el sonido que crearon?

–La verdad, lo que siempre quisimos fue hacer discos de rock clásico, que nos vieran como se mira a The Kinks, The Who, Led Zeppelin, los primeros Stones... Discos que nunca dejaran de tener sentido, que fueran de buena calidad. Obviamente, uno también hace algo de mierda durante el camino, no siempre podés ser perfecto (carcajadas).

–¿Y en qué casos cree que lo lograron?

–¿Hacer mierda?

–No, no, ¿cuáles cree que son los clásicos de Echo & The Bunnymen?

–The Killing Moon, obviamente. Los primeros cuatro discos definitivamente son de buena calidad. En esos primeros trabajos realmente estábamos aprendiendo a tocar. Y yo lo veo como una ventaja, porque gracias a eso no caíamos en el riff rockero cliché. Hay gente que se pasa el día tocando eso, pero para mí es muy poco interesante. ¿Por qué no tocás algo que hayas inventado vos? Yo casi nunca toco la guitarra, salvo que esté usándola. Es como mi arma, mi herramienta: simplemente la tengo en mi arsenal y la uso cuando la necesito. No es que me siento a tratar de sacar “Escalera al cielo” (risas). Me moriría de aburrimiento. No le veo el interés a aprender riffs de Pink Floyd. Es como si a un pintor se le ocurriera aprender a pintar exactamente como Picasso. ¿Por qué iba a querer hacer eso?

–¿Para vender falsificaciones?

–¡Claro! Pero, en realidad, uno puede tomar influencias de otras cosas, pero tenés que hacer lo tuyo. Tratar de copiar eso es un embole.

–¿Cómo trabajan con McCulloch a la hora de hacer un disco?

–Eso varía. A veces él quiere que nos juntemos a compartir ideas, aunque generalmente las suyas son las que quedan y las mías no (risas), porque él es el que tiene tono de voz más alto.

–La lengua afilada de McCulloch es legendaria. Debe ser difícil discutir con él.

–Lo mejor es no hacerlo. Cuando arranca, ¡lo mejor es ignorarlo! Pero bueno, suele tener buenas ideas, el tema es la pasión loca con la que las plantea: a veces es como tener a Lord Byron en tu banda (risas).

–¿Y cómo trabajaron en este disco?

–Fueron canciones que Ian ya tenía y que trató de grabar con un productor, pero después empezó a pensar que parecía un disco de Echo & The Bunnymen, así que me llamó. Básicamente, eso fue lo que sucedió. No tuve mucho que ver con la construcción de las canciones. Creo que si las hubiéramos tocado en vivo antes habrían quedado más vibrantes. Cuando uno las toca antes encuentra esas pequeñas cositas que las hacen llegar a otro nivel. Creo que el próximo disco va a ser muy diferente, más de esfuerzo compartido, por así decirlo. Estuvimos hablando de eso durante la última gira por Estados Unidos. Nos estamos llevando muy bien en los últimos tiempos.

–Pero Meteorites acaba de salir. ¿Ya están trabajando en un nuevo disco?

–No, todavía no, pero ya vamos a hacerlo.

–¿Es posible que Pattinson vuelva a la banda? Porque el año pasado ustedes dos formaron Polstergeist y sacaron el disco Your Mind Is A Box (Let Us Fill It With Wonder)...

–No, porque Les se está mudando a Melbourne, Australia, así que va a estar demasiado lejos. Hace años que planea esa mudanza. Igual, Les sigue siendo mi amigo, nos vemos todo el tiempo, nos juntamos a tomar el té. Vive a unas diez millas de casa, solamente.

–Por ahora.

–Claro... Pero va a estar bueno ir a visitarlo en las vacaciones, ¿no le parece?

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