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Sábado, 8 de noviembre de 2014
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TERESA PARODI PRESENTO 30 AÑOS + 5 DIAS EL MARTES EN LA TRASTIENDA

Canciones en la cocina de una casa

La cantautora celebró el aniversario desde que encantó al público de Cosquín con un nuevo trabajo y un show emotivo.

Por Cristian Vitale
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Teresa Parodi le dedicó su nuevo trabajo a Mercedes Sosa.

Treinta años, porque son los que pasaron desde el momento que “Pedro canoero” y “Apurate José” se incrustaron en las almas de su público, cuando las presentó en el Festival de Cosquín. Cinco días, porque fueron los que se tomó Teresa Parodi para eternizar catorce canciones en una antigua casona de San Antonio de Areco, donde la ministra se mudó –durante un breve alto en la batalla de cuidar la cultura popular– junto a una troupe de músicos, camarógrafos y amigos. Donde convivió con noches y días. Con pájaros, grillos, árboles, tipos y tipas. Con Víctor Heredia, Liliana Herrero, Raúl Carnota, Marián Farías Gómez, Fabián Matus y Ana Prada, entre otros. “Fue muy intenso para mí todo el proceso de grabación. Grabamos en una casa, casi al aire libre... Los pájaros entraban, los ruidos de la noche estaban siempre presentes y llegaban amigos, mientras nosotros hacíamos las canciones en la cocina de la casa”, contó ella, fiel a su trato directo con la gente, en un intento por reproducir en palabras aquellas jornadas de febrero, a 113 kilómetros del lugar donde se plasmaron las canciones. “Fueron cinco días mágicos que no olvidaré jamás”, insistió la cantautora, ante una Trastienda colmada. Avida de oír lo nuevo.

Lo nuevo que, guiada por la historia, ella llamó 30 años + 5 días, y que no sólo fue sonido, sino también imagen. Fue documental, que en la edición de Sony aparece en formato DVD, y que muestra en cinco capítulos todo lo que pasó en la casona rural: versiones inéditas de las canciones que legitiman el aniversario (“Apurate José” y “Pedro canoero”, dicho está), fragmentos de Armando Tejada Gómez y María Elena Walsh leídos en voz alta; charlas sobre la música y la vida, entre Teresa y sus amigos. Y fue –vuelta al principio– un sentir horneado en piezas musicales que la maestra rural devenida ministra de Cultura de la Nación reprodujo en vivo anteanoche, secundada por dos músicos geniales para generar climas minimales, camperos, sutiles: Matías Arriazu en guitarra y Gaspar Tytelman en percusión.

“Me gusta contar las historias de las canciones, porque es así como acercamos al otro a nuestra propia vida. La canción lleva y trae un sentimiento único que se comparte en momentos especiales. Me gusta dejar guardadas esas historias de tantos, que también es la mía, porque vengo de lejos y me gusta seguir teniendo mi acento, ‘mis eyes’, ‘mis elies’, que me identificaron siempre. ¡Cuántas cosas uno viene a buscar a la ciudad, y qué solos nos sentimos a veces! Las ciudades son tan cerradas para los que venimos del amplio espacio que uno busca salir de ese espacio cerrado haciendo música”, dijo la anfitriona, en otra de las intervenciones habladas, y se puede encerrar en ella casi toda la intención del disco.

La de “Un puente al sol”, por caso, pieza nueva con aires de recurrencia en el universo Parodi, en la que un tal Juan, cantor provinciano, llega a la ciudad y canta su canción sin nombre ante un gentío indiferente. U “Olía a naranjos”, también suya en letra y música, y toda la reminiscencia sensorial de la infancia. “Hay como un sonido en el aire que también queda en la memoria”, grafica. Entre las piezas nuevas, Parodi también estrenó “Canción del día nuevo”, que en el disco cuenta con la participación de Silvio Rodríguez; “La primavera”, cobijada en un abrasador intimismo litoraleño. Y “Río secreto”, cuya música comparte con Pedro Aznar y cuyo estreno en vivo tiene al ex Seru pegado a ella, en plena sintonía de almas. “Cuando nos conocimos, vía Víctor Heredia, nos hicimos muy compinches y nos invitamos a cantar mutuamente”, contó Parodi, a segundos de tenerlo junto a su brazo derecho y recreando otra que saben los dos: “Laura, la del estero”.

En otro pasaje vital de la noche, la cantautora se reinventó a sí misma para reanimar dos canciones que ya había registrado en el pasado: “Indio”, poema de José Pedroni, musicalizado por ella bajo la égida de una sordidez exacta, y “Milonga del muerto”, nacido bajo la pluma de Jorge Luis Borges. Se tomó el tiempo necesario, también, para evocar a Raúl Carnota (“Lo quiere y lo seguirá queriendo todo el mundo, porque era honesto, coherente, talentoso, genuino y compañero”, sentenció con el aliento entrecortado) y enganchó su evocación con una conmovedora versión de “Mba Epa Doña Froilana”, compuesta junto al mismísimo Carnota, con la participación de Luna Monti y Juan Quintero.

Tampoco faltaron momentos para las versiones “de otros”. La de “Plegaria para un niño dormido”, de Luis Alberto Spinetta (incluida en el disco triple Raíz Spinetta), que la tríada Parodi-Arbiazu-Tytelman pasó a lenguaje de zamba, o la profunda “Angelita Huenumán”, que Parodi fue a buscar entre las venas abiertas de Víctor Jara y que, en el vivo, asombró por sus honduras. Entre los clásicos no faltaron ciertos insustituibles (la norteña, mántrica y emotiva “Paloma, palomita”; “Pedro canoero”; “El otro país”, el festivo huayno “La Celedonia Batista”, “La canción es urgente”, “Esa musiquita”) y entre las palabras, la evocación de dos ejes humanos sobre los que trascendieron estas tres décadas de músicas según la cantautora. Uno en forma de canción (“Milonga por Zitarrosa”) y otro en forma de evocación: “Dedicamos este trabajo, con sus afanes y esmeros, a Mercedes Sosa por el camino luminoso que dejó en nuestro corazón... por todo lo que significa para nuestras vidas”.

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