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Sábado, 13 de diciembre de 2014
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ERNESTO JODOS PRESENTA SU SEGUNDO DISCO DE PIANO SOLO

“Acá está todo mucho más expuesto”

A diferencia del CD Solo, que grabó diez años atrás, en este no hay standards ni temas ajenos. “Para tocar los temas con la libertad con la que me gusta tocarlos, preferí hacer improvisaciones”, dice.

Por Diego Fischerman
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Ernesto Jodos actuará hoy en la sala de cámara de la Usina.

Nada es exactamente lo que parece. O, por lo menos, no lo es en el caso de las obras complejas, ricas, inquietantes en el mejor sentido posible. A veces el rasgo más evidente –y nunca el único– es la explosión. Otras, la implosión: una gigantesca concentración de energía reconcentrada en sí misma. La manera de tocar el piano y también las formas de componer de Ernesto Jodos, afortunadamente son difícilmente reductibles. Maestro ya de dos o tres camadas de grandes pianistas del jazz argentino, director de la carrera dedicada a ese género en el Conservatorio Manuel de Falla, y con una carrera de una solidez y coherencia apabullantes, acaba de grabar su segundo disco de piano solo. El primero, hace diez años, fue registrado y editado en Rosario; este, también.

Aquel álbum, grabado en dos sesiones en el Centro Cultural Parque de España, se llamaba Solo. Este, que Jodos presentará en Buenos Aires hoy a las 18, en la sala de cámara de la Usina (Caffarena 1, esquina con Pedro de Mendoza), fue grabado en el estudio del notable pianista Alexander Panizza. Se llama Actividades constructivas y, como el otro, fue publicado por el sello BlueArt. “Grabar un disco de piano solo tiene una especie de valor simbólico agregado. Tal vez, no tan simbólico”, reflexiona Jodos en una conversación con Página/12. “Para un pianista de jazz que pasa casi todo su tiempo tocando con otra gente, el hacerlo solo implica, por un lado, un desafío técnico distinto y, por otro, un gran despliegue de posibilidades tímbricas, y de planos sonoros. Uno lleva la música hacia determinado lugar sin estar pendiente de si se escucha o no, o de lo que otros van aportando. El compromiso es con uno mismo. Y está todo mucho más expuesto, para bien y para mal.”

Acompañante de grandes músicos del género, como Michael Brecker, Paquito D’Rivera, Barry Altschul, Ingrid Jensen, Billy Harper y Charles Tolliver, más allá de los límites del jazz ha participado en proyectos de Raúl Carnota, Pedro Aznar, Mercedes Sosa y Lucho González, además de haber gestado un dúo tan atípico como productivo –y siempre situado en la frontera no sólo entre géneros sino, también, entre modelos constructivos y, en particular, entre la improvisación y la música escrita– junto al compositor Gerardo Gandini. “Si se piensa este disco en serie con el de hace diez años, una primera diferencia es que en éste no hay standards; no hay composiciones ajenas”, dice Jodos. “En Solo había una mayoría de temas que no eran míos y esto obedeció, tanto en aquella oportunidad como en ésta, a una decisión muy consciente. Me parece que no hay nada muy valioso que tenga para aportar, ahora, a ese repertorio. Antes, no sé si al repertorio pero sí, claramente, a mí. Para la manera en que sentía como músico, medirme con esos temas nucleares del jazz era importante, en ese momento. Pero no ahora. Para tocar los temas con la libertad con la que me gusta tocarlos, preferí directamente hacer improvisaciones, sin tema previo.”

Con una discografía prolífica, repartida entre BlueArt –donde también publicó De/Generaciones, el dúo con Gandini, y el excelente Fragmentos del mundo, de 2011–, Bau, S’Jazz, Pai y Sony, Ernesto Jodos diferencia la experiencia de grabar y publicar de la de tocar en vivo. “Hay cosas que están bien en un boliche, uno las disfruta y el público también. Pero cuando se hace un disco es algo que uno se imagina mucho más perdurable. Tiene que ser capaz de hacer que quien lo compró tenga ganas de escucharlo más de una vez. La exigencia es distinta. De todas maneras es distinto cuando se toca con un grupo con el que uno está ensayando desde hace un tiempo, y tiene claro un material y una manera de improvisar, que algunas juntadas más informales. En los primeros casos diría que siempre pienso un poco como si estuviera grabando un disco, en el sentido de concentrar la música, de no tocar de más, de lograr una especie de esencia de la música que se está tocando. En los otros uno se permite más cosas. Es más relajado.” El otro aspecto al que el pianista le confiere una gran importancia es la docencia. “En principio uno lo piensa en la dirección contraria, desde la experiencia de tocar y ver qué cosas uno piensa y cuáles lo ayudan a encontrar un estilo propio hacia los alumnos. Tratar de sistematizar lo que uno atraviesa como músico práctico y, digamos, curioso, para que les sirva a los estudiantes. Pero hay algo que sucede en sentido contrario: desde la práctica de la enseñanza hacia lo musical propio. Y es que ese pensar en cuestiones generales y tratar de volverlas entendibles acaba modificando también, aunque no me dé demasiada cuenta de cómo, la manera de tocar.”

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