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Martes, 30 de diciembre de 2014
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Guauchos, una de las bandas que renovaron la escena

“Este año se abrieron puertas”

Banda cabecera del sello litoraleño Mamboretá Records, el quinteto formoseño propone una interesante síntesis musical entre rock y folklore. En 2014 giraron por Europa y ganaron un premio Gardel, gracias a su segundo disco, el “psicodélico” Pago.

Por Sergio Sánchez
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“Seguimos alimentando el motor creativo con lo que nos pasa en la cotidianidad de nuestro lugar.”
Desde Resistencia

Guauchos es mucho más que un grupo de fusión. En su segundo disco, Pago (2013), los formoseños lograron una síntesis musical en donde es difícil diferenciar dónde termina el folklore y dónde empieza el rock. En todo caso, su música se encuentra en un estadio más desarrollado, que supera la simple “mezcla” de estilos. Desde el nombre, ya indican que en el quinteto conviven la ruralidad gauchesca y la cultura que surge en los bordes de la ciudad, la de las pibas y los “guachos”. Banda cabecera del sello litoraleño Mamboretá Records, los Guauchos están cerrando un año inmejorable. En julio y parte de agosto realizaron su primera gira por Europa (España y Francia) en formato trío y luego se llevaron un Gardel por su disco Pago, que ganó en la terna “Mejor álbum nuevo artista de folklore”. Entre otros hitos, también tocaron en el Salón Blanco de la Casa Rosada, participaron en el Festival de la Palabra en Tecnópolis y estuvieron invitados a actuar en la celebración por la democracia en Plaza de Mayo, pero la lluvia impidió la presentación.

“Sin dudas, éste fue un año en el que se siguieron abriendo puertas y todo es gracias al trabajo que venimos haciendo. La clave es seguir ajustando el trabajo interno y analizar los aciertos y errores”, apunta el baterista Juan Manuel Ramírez. Lucas Caballero, guitarrista de la banda, suma: “Tenemos una larga historia y éste ha sido un año interesante para recoger frutos. Son muchos años de hacer la movida, de ser una banda independiente y de curtirse. Nos pasa también que las cosas van sucediendo y a veces estamos tan concentrados haciendo lo que nos gusta que no nos damos cuenta de todo lo que pasa”.

Ambos están a punto de subir al escenario del Festival Mamboretá, que hizo doblete en el NEA: la semana pasado se realizó en Chaco y este fin de semana transcurre en Formosa, donde los muchachos son locales. Y 2015 arranca cargadito. Tendrán el privilegio que pocos grupos ostentan: tocar en los dos Cosquines: el 31 de enero se presentarán en el folklórico y el 16 de febrero en el rockero. “Podemos tocar en un festival folklórico gigante y al otro día en una cueva rockera de la ciudad. Creo que tenemos bastante suerte”, se alegra Caballero. Si bien publicaron su primer disco en 2010, Lucas, Juan Manuel y Federico Baldus (voz y guitarra) tocan juntos desde los nueve años. “Pasaron 22 años de eso y corrió mucha agua bajo el puente. Sin bien para la mayoría de la gente somos una banda nueva, internamente esos años pesan –cuenta Ramírez–. Es fundamental el trabajo para adentro. Además de lo artístico, tenemos que aprender a laburar las relaciones, porque con el tiempo se desgastan. Hay que ser lo suficientemente inteligentes y maduros para seguir trabajando.”

El grupo, que completa Albano Caballero en bajo, forma parte de una escena musical que toma como bandera la psicodelia, entendida por ellos como la tensión entre lo foráneo y lo propio, el avance de la globalización y la resistencia cultural. Los correntinos Saltimbankis y los formoseños Nde Ramírez son algunas de esas bandas que comparten algo más que el camino. “Vivimos en una sociedad hiper psicodélica, donde nos acostumbramos a cosas que son realmente inhumanas”, dice Ramírez. Y se pregunta: “¿Cómo llega la globalización a nuestras regiones? ¿Cómo la recibe el ruralismo? Ese choque ya es psicodélico. Lo único que nos va a salvar es el hecho de romper y delirarla. No queremos ser uno más”. Y el guitarrista Juan Miguel Castellani grafica: “¡El ranchito con la antena de DirecTV afuera es psicodélico!”. Y también lo es el calor que supera los 40 grados en esta época. Con un pie en Buenos Aires y otro en Formosa (algunos viven allá y otros en la gran urbe), lo músicos no se olvidan de dónde vienen. “Sin dudas, hay que estar un poco ahí en Buenos Aires. Pero Formosa para nosotros, sin pecar de demagógicos, es nuestro lugar, nos sentimos cómodos acá. Nos gustan estos calores intensos, son parte de nuestra historia. Seguimos alimentando el motor creativo con lo que nos pasa en la cotidianidad de nuestro lugar, que es muy diferente a Buenos Aires”, explica Ramírez.

–Ganaron un Gardel. ¿Qué les pasa con eso? ¿Suma?

J. M. C.: –Es importante para visibilizar la región del NEA, no sólo lo es para la banda. Pone en relieve toda una situación, se ve diferente la música que hay en el interior. En Formosa fue algo histórico que una banda de acá llegue a ganar un premio así.

L. C.: –Es un premio de la industria. Lo votan periodistas y músicos. Más allá del premio en sí, yo sentí la buena onda de la gente que estaba ahí; los músicos y los periodistas se pusieron contentos de que lo recibiéramos nosotros. Eso es lo importante del premio: la alegría que genera alrededor.

–¿Cómo llegan a esta síntesis en la que es difícil distinguir entre el rock y el folklore?

J. M. R.: –Primero, fue algo inconsciente. Pero después lo empezamos a trabajar más, teniendo en cuenta que era nuestra identidad. Tiene que ver con todas las influencias que recibimos constantemente de músicos contemporáneos a nosotros. Por otro lado, venimos de una familia de músicos tradicionales de folklore. En la adolescencia empezamos a curtir el rock y después teníamos bandas de ese estilo o de folklore. El cruce se dio por la necesidad de ser sinceros y no pensar tanto... El primer disco fue muy experimental y en el segundo nos dedicamos a pulir un poco el diamante creativo de la banda. Somos cinco y cada uno aporta a esa identidad desde su lugar.

J. M. C.: –Hoy, como ya tenemos esa base, el folk-rock nos sale naturalmente cuando hacemos nuevas canciones. Por la edad que tenemos, nos gusta más el rock, pero la música folklórica está adentro nuestro, en nuestras raíces.

L. C.: –Nos gusta mucho lo más rockero de Spinetta y su parte más cool. Lo más anárquico del Chango Farías Gómez y la psicodelia de Vox Dei.

J. M. R.: –Estamos empezando a trabajar en el tercer disco y queremos también movernos de ese lugar cómodo que encontramos. Es un lindo desafío. Tiene que ver con esa cosa de sala de ensayo, de querer encarar búsquedas nuevas. Queremos experimentar más. Las bandas que nos gustan son las que se renuevan día a día, las que te sorprenden. Hay muchas bandas que están tocando ahora que nos vuelan la cabeza y que indefectiblemente repercuten en lo que hacemos. Hay una retroalimentación entre todos.

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