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Jueves, 19 de febrero de 2015
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Menos público en la noche reprogramada del Cosquín Rock

Rock después de la tormenta

El festival cordobés llegó a su fin un día después de lo planeado debido al desastre climático. Con la grilla reacomodada, pasaron desde los Illya Kuryaki hasta Don Osvaldo, la banda de Patricio Fontanet, y hubo un cierre brillante a cargo de Skay Beilinson.

Por Mario Yannoulas
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Criolla en mano, Skay cerró el festival con un fogón deluxe.

Desde Santa María de Punilla

El “Olé, olé, Flaco, Flaco” que viajaba hacia el escenario principal podía resultar algo equívoco, si el dato era que Illya Kuryaki & The Valderramas ya había hecho hacía un buen rato su homenaje a Luis Alberto Spinetta: “El número uno”, padre de Dante, inspiró la delicada y potente “Aguila amarilla”. El show de Kuryaki sí había merecido aplausos, recostado en el colchón de una banda inmaculada con esa cruza de modos tan Jugate Conmigo como Soul Train. “Este show se lo dedicamos a las víctimas del temporal, ¿ok?”, fueron los dichos antes de explotar vía “Chaco”, y de sumar un cuarteto de vientos funky para tracks como “Monta el trueno” y “Ula Ula”.

La del martes fue la menos concurrida de las tres jornadas del Cosquín Rock XV, al menos alrededor del escenario principal. Era lógico: sin efectos lúgubres del temporal, todo eso tendría que haber ocurrido el domingo, por lo que muchos ya habían emprendido el camino a casa. Y si en el Cosquín la atención es un anhelo, mientras apenas 4 mil escuchaban el buen show de IKV, Don Osvaldo ganó la pulseada desde el escenario temático –de “Rock”, esta vez–, donde unas 25 mil personas se movilizaron para ver a la nueva banda del ex cantante de Callejeros, Patricio Santos Fontanet, que también recurrió a material de su otro ex grupo, Casi Justicia Social. “Si querés que sea yo” se abrió paso como una carta de intención: “Tener causa en Argentina es sin duda/ lo más ruin que te puede pasar/ y si a eso le sumás la policía, los bomberos, funcionarios y banqueros/ ¿qué te puede quedar?”. Catarsis en primera persona, crónicas de tribunales, poca conexión, todo eso participó del ritual, en el que primereaba la franja adolescente con su axioma: “La música no mata”. La agrupación, que debutó en noviembre del año pasado también en Córdoba y que aún huele a sala de ensayo, entregó clásicos de Presión como “Otro viento mejor”, “Una nueva noche fría”, y el tema que da nombre al disco. No hubo grandes pronunciamientos por parte del cantante, aunque la pantalla de fondo pedía por la libertad del ex manager Diego Argarañaz.

De nuevo en el escenario principal, pasadas ya las diez de la noche, aquel “olé, olé, Flaco, Flaco” era en realidad para Skay Beilinson. Por sonido, sutileza, ejecución, sensibilidad y predisposición, el ex guitarrista de Los Redonditos de Ricota redondeó un cierre brillante, al instalar una sensación intimista bajo la inmensidad del cielo abierto. Desde “Arcano XIV” hasta “Genghis Kahn”, pasando por “Ella baila siempre detrás”, su primer hit en solitario, o el espíritu viajero que habita en “La Luna en Fez”, todos los estados abrevaron en una misma intención, y una misma intensidad. Sin dudas, el instante más alto lo vio a Skay pararse al final de la pasarela. Solo, con su guitarra criolla. Reelaboraciones de “Superlógico”, “La bestia pop” y “Rock para los dientes”, escribieron el espíritu de campamento del Cosquín al modo de un fogón deluxe inolvidable.

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