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La obra es una parábola religiosa. Pero en la Argentina su tema no puede evitar resonancias ominosas. En Curlew River, de Benjamin Britten, una madre busca a su hijo desaparecido. Y los que la rodean la llaman “loca”. “No es necesario énfasis alguno”, dice Diego Rodríguez, director de escena junto a Germán Ivancic de la puesta que se estrena hoy en el museo IMPA (Querandíes 4290). “Confiamos en el propio texto y en el efecto que surge de su representación en una fábrica recuperada por sus trabajadores”, agrega. “Hay algo de metafórico y realista al mismo tiempo, porque el proceso por el que han pasado los trabajadores es similar al de esa madre y ese hijo, la negación y la recuperación de una identidad.”
Con dirección musical de Camilo Santostefano, esta ópera de cámara tan pequeña como potente pertenece al ciclo de una de las asociaciones más originales entre las dedicadas al género en la Argentina. Ya su nombre, Lírica Lado B, lo dice casi todo: el repertorio que nadie mira y que muy pocos han escuchado. A lo largo de cinco años de actividad han puesto en escena siete estrenos absolutos en el país: Don Quijote en las bodas de Camacho, de Georg Philip Telemann; L’isola disabitata, de Franz-Joseph Haydn; L’arbore di Diana, de Vicente Martín y Soler y Lorenzo Da Ponte; La Festa del Villaggio, de ese mismo autor; Utopia Limited; or, The flowers of progress, de Arthur Sullivan y W. S. Gilbert; Il sogno di Scipione, de Wolfgang Mozart y Falstaff, ossia le tre burle, de Antonio Salieri. Fundada por Santostefano y el barítono Alejandro Spies, Lírica funciona, además, como una cooperativa y busca, como uno de sus objetivos, conformar elencos donde interactúen cantantes con experiencia y otros más noveles. En el caso de Curlew River, que tendrá funciones también los próximos sábados 6 y 13 de junio, siempre a las 20 y con entrada gratuita, el reparto estará conformado por Spies, Pablo Pollitzer, Gabriel Rabinovich, Max Hochmuth, Constanza Leone, Alejandro Luna, Dane Crljen, Elías Ongay, Juan Pablo Vercesi, Luciano Luque, Luis Asmat, Alvaro Corimayo, Isaac Mojica, Cristian Roldán, Matías Pérez y Sergio Tejeira. En la obra, que está inspirada en el teatro noh –en realidad es una adaptación de la pieza Sumidagawa (“Río Sumida”)–, el papel de la madre es cantado por un tenor y la orquesta es un septeto integrado por flauta y flautín, corno, viola, contrabajo, arpa, órgano y percusión.
“Britten previó que su obra fuera representada en una iglesia y hay algo de esa locación que persiste en la elegida por nosotros”, señala Santostefano. “La obra comienza con unos monjes dispuestos a escuchar una parábola. La iglesia acaba siendo una escenografía que hace de escenografía. Y en el caso del museo de esta fábrica recuperada pasa algo similar. Están alrededor los signos de un espacio particular y con una fuerte connotación.” Para Ivancic apenas había que agregar algo más. “Está lo teatral, por supuesto, las reacciones de los personajes y la manera en que los otros van comprendiendo que el relato de la madre no es un delirio y que ella dice la verdad. Pero el hecho de que eso esté sucediendo en una fábrica recuperada prácticamente releva de cualquier otra consideración.” Santostefano cuenta que Curlew River es un viejo anhelo de Lírica Lado B que, en su momento, no había podido hacerse debido a los costos del alquiler y los derechos de la partitura, “hasta que finalmente la editorial entendió la naturaleza de nuestro proyecto y logramos ponernos de acuerdo”. Gutiérrez dice que “tal vez haya sido mejor así, porque la obra nos encuentra mucho más sólidos como asociación y sabiendo muchas más cosas que antes. Mucho más maduros”. Ivancic agrega que “de lo que hemos ido tomado conciencia es de que hacemos esto porque queremos y que nuestro capital es el trabajo. Lo que no conseguimos con dinero lo conseguimos trabajando en esto que amamos”.
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