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Sábado, 30 de mayo de 2015
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JORGE DREXLER CANTARA JUNTO A LUCIANO SUPERVIELLE ESTA NOCHE EN EL LUNA PARK

“Los dos queremos abrir mucho el juego”

El cantautor uruguayo ya trabajó en varios de sus discos junto a su compatriota, pero ahora ambos se plantearon una gira en conjunto. Y según adelantan, el contexto será “minimalista y electroacústico”, con piano, guitarra, programaciones y scratch.

Por Karina Micheletto
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“Todo lo que he hecho al lado de él no ha sido más que un aprendizaje”, dice Drexler sobre Supervielle.

Jorge Drexler habla de reencuentros, y con eso se refiere al que protagoniza con Luciano Supervielle, pero también a su regreso a una sala en la que dijo haber cumplido un sueño al tocar allí. Después de presentar en el Luna Park Bailar en la cueva, su último disco, el uruguayo volverá al estadio de Corrientes y Bouchard, esta vez junto a Supervielle. Será hoy a partir de las 21, en el marco de una gira a la que llamaron Perfume, tomando el nombre de aquella canción que compusieron juntos, para el disco de Bajofondo y con Adriana Varela en la interpretación.

Drexler viene trabajando con Supervielle –integrante de Bajofondo, además de solista por derecho propio– desde el disco Frontera, quince años atrás. Ya han hecho también, recuerda el cantautor, una gira a dúo por España. Y ahora se han reunido para preparar un repertorio de canciones de Drexler, pero sumando también coautorías, alguna pieza del repertorio de Supervielle y versiones de otros. El nuevo formato que encontraron para estas canciones, adelantan, es “minimalista y electroacústico”, haciendo interactuar piano, guitarra, programaciones y scratch. Después de largo tiempo de ensayo en Madrid, lo estrenan en una primera gira por la Argentina y Chile.

“Ahora hay muchas cosas que no he tocado nunca antes y muchas que no ha tocado Luciano antes para los dos. Y el público va a escucharnos también en versiones de otros músicos de la región, sobre eso estamos investigando”, adelanta el cantautor en diálogo con Página/12. “Para mí, después de Bailar en la cueva, que fue un trabajo de apertura territorial, este proyecto es volver a cierto regionalismo en la música, las sonoridades volvieron a ese entorno, el de la música regional contemporánea”, describe.

“Luciano tuvo una responsabilidad enorme en Frontera, Sea, Eco y 12 segundos de oscuridad; fueron cuatro discos donde dejó su sello por todos lados, desde las programaciones y scratching hasta los arreglos para cuarteto de cuerdas, o de metales”, advierte Drexler sobre su compañero, y alaba: “Es un músico que tiene una versatilidad que nunca vi, no conozco a otro músico que sea capaz de arreglar al mismo tiempo un cuarteto de cuerdas y un quinteto de metales, y a la vez hacer las mejores versiones hip hop, es impresionante”.

–Y además son amigos.. .

–Sí, pero tengo muchos amigos y no de todos digo lo que digo de Luciano. Para mí, es el músico instrumental más importante que ha dado Uruguay desde Hugo Fattoruso. Es un personaje muy importante en la música contemporánea de Uruguay, es el músico más impresionante con el que he trabajado, y trabajo con muchos músicos muy buenos. Es brutal su amplitud y la entrega, el amor que pone en todas sus manifestaciones. Porque él le da la misma importancia a un clic procesado, sacado de una distorsión sonora, que a una línea de corno en un arreglo de quinteto de vientos... Es muy impresionante verlo trabajar.

–Muchos halagos. ¿Se los dice a él?

–No, aprovecho esta nota (risas). Como buen uruguayo, no se lleva bien con los halagos dados en persona (risas).

–¿Por qué llamaron Perfume a esta gira?

–Queremos lograr una interacción tan grande como la que tuvimos haciendo juntos esa canción. Fue nuestra primera interacción compositiva y volver a esa canción era de alguna manera marcar ese punto de partida. Tiene algo de la evocación que tiene el sentido del olfato, también está todo muy diseñado en base a paisajes sonoros; es un oxímoron, porque el paisaje es una entidad visual y lo sonoro es por definición abstracto. En esa interacción entre su visión paisajista de la música y mis canciones, está casi todo repertorio.

–¿Piensan transformar esto en un disco a futuro?

–Es como cuando le preguntan a un político si va a presentar su candidatura y escuchás que dice: “No, estamos considerándolo, pero no cerramos las puertas a ninguna opción...” En este momento, sinceramente, no puedo decir que no pensamos en la posibilidad de un disco, con la alegría y la fiesta que significó preparar este espectáculo. Porque hemos invertido, humana y artísticamente, para mucho más que esta primera gira de doce conciertos en Chile y la Argentina. Hemos pensado toda una escenografía, un repertorio, un nuevo sonido, una temática, y lo fundamental es que nos dimos cuenta de que íbamos a tener ganas de seguir haciendo esto en un futuro. Pero hoy estoy muy concentrado en hacer que suene en vivo. De verdad, acá está puesta la energía.

–¿Y cómo está resultando encarar un proyecto de a dos, un trabajo compartido en lo bueno y en lo malo, y también en el cartel?

–En una entrevista que dimos juntos para este show le decía a Luciano: “¿Te das cuenta de que es la primera vez que tengo un grupo, alguien en quien puedo descansar en una entrevista, dejar que conteste, pasarle la posta en una sesión de fotos?”. Está planteado como que mi repertorio va a centralizar el show, pero la de Luciano no es una presencia sólo en las canciones mías, sino también como compositor y versionista. Es que, la verdad, todo lo que he hecho al lado de él no ha sido más que un aprendizaje.

–¿En qué sentido?

–Siempre es así con Luciano, desde la primera vez que entró al estudio de grabación. El tenía veintipico y yo ya tenía treinta y algo. Fue en Frontera: él entró con su bandeja de scratch, y me dejó entre fascinado y horrorizado a la vez, pensando: “¿Qué vamos a hacer con esto?”. Después de eso, pasó a integrar parte de mi mundo. Soy una persona de confiar poco en las primeras impresiones; de hecho, dos referentes de cabecera de mi trabajo, Caetano Veloso y Leonard Cohen, no me gustaron la primera vez que los escuché. Yo venía de una época muy naturalista de mi trabajo, y Campodónico, Casacuberta y Supervielle me ayudaron a ir a otro sitio, que al principio me dio mucho miedo. Fue como un rito de pasaje, salir de la zona de confort para pasar a moverte en un sitio en el que no estás cómodo. De hecho, algo así estoy sintiendo ahora, y me parece la mejor de las señales. No es miedo, es un nerviosismo porque estamos abriendo el juego mucho. ¡Pero mucho!

–¿No había imaginado un resultado como el que obtuvieron?

–No sabía adónde íbamos a terminar, pero ya sabía que se trataba de abrir el juego. Hay un acto de confianza que es posible, porque nos conocemos muy bien, hemos hecho juntos literalmente cientos de conciertos, entre la gira de Sea y la de Eco. Entonces, ya sabía que esto iba a ser el pretexto para retomar premisas que habían quedado en el camino. Han pasado diez años desde la última vez que tocamos juntos en vivo y cada uno ha crecido en caminos diferentes. De esa confianza que te tenés pueden surgir un montón de cosas nuevas. Y hacia allí vamos.

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