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Miércoles, 3 de junio de 2015
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Johnny Marr regresará a Buenos Aires para presentar Playland

“No pienso bajar el volumen”

El legendario guitarrista de The Smiths tocará el 17 de junio en Niceto, donde el año pasado ofreció un show bien caliente que balanceó clásicos con temas de su flamante carrera solista. “Empecé a tener ideas para canciones, así que formé mi propia banda”, simplifica él.

Por Roque Casciero
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El año pasado, tras un show calentísimo en Niceto, a Johnny Marr se lo veía asombrado en el backstage. “Me sorprendió que tantos conocieran las nuevas canciones”, dice ahora a través del teléfono. “Sabía que conocerían las viejas, pero es bárbaro cuando la gente conoce tu nuevo material y te ponés más feliz de hacer el material viejo, porque es como una celebración”. Y es entonces cuando amerita corregir al legendario guitarrista y (ahora) cantante: a las canciones a las que se refiere como “viejas” les queda mejor como adjetivo “inmortales”. Es que Marr fue la mitad musical de las composiciones de The Smiths, parte de la alquimia junto a Morrissey. “There is a light that never goes out”, “Bigmouth strikes again”, “Panic” y “How soon is now?” fueron algunas de las que Marr recuperó esa vez, tras su paso por el primer Lollapalooza argentino. Y quizá algunas vuelvan a sonar cuando el músico se presente el miércoles 17 en el mismo local de Niceto Vega 5510.

Tras la dolorosa separación de The Smiths (al día de hoy suele no mencionar el nombre del ex vocalista de esa banda), Marr se mantuvo activo como parte de bandas como The Pretenders, The The, Modest Mouse y The Cribs; con colaboraciones con artistas como los Pet Shop Boys y Bryan Ferry; y con la dupla Electronic, que formó con Bernard Sumner, cantante y guitarrista de New Order. También hizo su primer intento como cantante al frente de The Healers, pero el proyecto duró muy poco. En 2013, el guitarrista finalmente publicó su primer trabajo como solista, The Messenger, repleto de melodías frescas que son su marca registrada, y tuvo buena recepción de público y crítica. Un año más tarde, volvió a la carga con Playland, que presentará en esta visita a Buenos Aires.

–Le llevó mucho tiempo liderar su propia banda, pero ahora saca un disco por año. ¿Le costó sentirse cómodo con el hecho de no ser sólo un guitarrista sino un artista?

–Nunca me sentí frustrado por no ser solista antes: ahora es el momento correcto para hacerlo. Durante muchos años estuve feliz con sólo tocar la guitarra y ser considerado un guitarrista. Pero hace unos cuatro años pasé un gran momento en mi vida que, entre otras cosas, me hizo un mejor guitarrista. Y si la gente me conoce como guitarrista, para mí es un honor, me siento muy bien con eso. Pero simplemente sucedió que empecé a tener ideas para canciones. Las canciones llegaron primero, no la carrera solista. Entiendo lo que decís, porque mucha gente me pregunta por qué esperé tanto. Creo que ser un guitar hero fue un desafío. Quería lograr ser el último guitar hero. Pero siempre me interesó hacer cosas distintas y después de ser músico durante treinta años quise probar con algo muy inusual. La mayor parte de la gente que lleva muchos años en algo hace lo mismo una y otra vez. Para mí es importante hacer cosas que me sorprendan a mí mismo, intentar con lo imprevisto. Cuando quise trabajar con otros músicos, como Bernard Sumner de New Order, fue importante porque era algo muy distinto, lo mismo que trabajar con Matt Johnson (líder de The The) o los Pet Shop Boys. Y cuando llegué a trabajar en la banda sonora de Inception fue un gran impacto, porque pude trabajar con una enorme orquesta y escuchar cómo sonaba esa música hermosa. Después de eso, no tenía ganas de volver a ser parte de la banda de otro y empecé a tener ideas para canciones, así que formé mi propia banda. Y por suerte todo anduvo bien.

–¿El hecho de que estaba llegando a los 50 tuvo algo que ver?

–No, para nada, porque tener más de 50 no significa nada para mí, excepto si me doblo un poco el tobillo o me duele la espalda. Por suerte, todavía puedo salir a correr grandes distancias... No me siento joven ni viejo. Siempre seguí la dirección en la que me llevaba la música. Mis discos solistas aparecieron porque tenía ideas para canciones. Me parecía importante estar en una banda en la que el cantante toque la guitarra, como The Cribs y Modest Mouse, no quería estar en una banda en la que el cantante sólo tuviera un micrófono. En la mayoría de las bandas que me interesan, salvo Los Rolling Stones, el cantante toca la guitarra: Buzzcocks, The Only Ones, Wire... Eran a quienes seguía cuando era un chico, los que hacían que tuviera ganas de estar en una banda. Me gusta el sonido de dos guitarras... Y después empecé a tener ideas de letras y melodías, y no quería que las cantara otro, así que pensé que quizá debía intentarlo. Me metí en el estudio después de que los Cribs terminaron y empezó a salir material y material. No es que le dije a mi manager “ahora voy a ser solista” y después me puse a componer. No, las canciones empezaron a salir y los que me rodean me decían “a esto deberías ponerle tu propio nombre”.

–Mencionó que las viejas canciones son como celebraciones en los conciertos y aquí tocó varias, pero ahora tiene otro disco solista. ¿Seguirá complaciendo a la gente con algunas canciones de The Smiths?

–Creo que hay muchas razones para ser artista y para hacer conciertos. En la cultura actual nos hemos puesto muy académicos con respecto de la música: se escriben libros sobre ella, se discute sobre eso, se toma en serio a mucha gente, es todo muy intelectual. Y puedo entenderlo como cualquiera porque la gente se apasiona por la música y habla sobre Bowie, Kraftwerk, los Smiths, Radiohead, etc. Pero hay otro aspecto de la música que tiene que ver con mil o cuarenta mil personas juntándose para escuchar batería, guitarras, melodía y letra. Y ese es el momento en el que tocás tus viejas canciones porque hacen sentir bien a la gente. No tiene que ver con el intelecto ni con escribir un libro o en un blog, o hacer un documental sobre Ok Computer o The Queen Is Dead: lo único que importa es que esa gente quiere escaparse de su trabajo, la universidad, los padres o lo que sea, y simplemente estar ahí, en el show. Como creo en mis nuevas canciones y a la gente le gustan, me siento bendecido por poder hacerlo, pero entonces toco algunas canciones viejas porque la gente las ama y me demuestra lo que significan para ella. ¡Y eso hace que tenga ganas de tocar más fuerte! No estoy interesado en ser un artista de nostalgia y quiero mostrar las canciones de Playland, pero siempre voy a tocar algunas de las viejas. Las canción “25 Hours”, de Playland habla sobre lo que significa ser artista, seas exitoso o no. Es fantástico tener la posibilidad de estar sobre un escenario. Para mí es grandioso no tener que tener un empleo común porque puedo trabajar en música todo el tiempo... ¡y encima a la gente le gusta!

–Recién mencionó que se escriben libros sobre música y usted va a escribir su autobiografía. ¿Por qué decidió hacerlo? ¿Hay conceptos equivocados sobre usted que quiere corregir?

–No fue mi idea hacer el libro. Conozco editores a través de amigos y me decían que estaría bueno publicar el libro, que sorprendería a alguna gente que no conoce muchas cosas sobre mí. Hace unos diez años que me propusieron por primera vez escribir un libro. Mi amigo Andrew Oldham, que fue manager de Los Rolling Stones en los ‘60, hizo tres y son muy buenos. También mi amigo Nile Rodgers (líder de Chic) hizo uno y vi lo importante que había sido en su vida. Ellos dos me animaron a escribir el mío y son gente muy inteligente, así que... Además, si las escribo en el libro, mis amigos van a dejar de pedirme que deje de contar las mismas viejas historias (risas). Simplemente les voy a decir: “Andá y comprá el libro”.

–Usted colaboró con mucha gente. ¿Hay alguien que le haya quedado pendiente?

–Bueno, ahora estoy trabajando en otra banda sonora con Hans Zimmer, pero esta no será para un blockbuster como Spiderman II. Y quiero seguir trabajando con él. Pero, la verdad, no tengo la ambición de colaborar con nadie, me interesa trabajar en mis propias canciones. PJ Harvey es alguien a quien respeto mucho, ella siempre hace cosas buenas y diferentes entre sí. Pero, no, mi mente está más en las canciones para mi próximo disco, creo.

–¿Planea hacerlo pronto?

–Sí, pero creo que tengo que hacer primero mi autobiografía.

–Ah, las benditas fechas de entrega...

–Exacto (se ríe).

–¿Qué le atrae de hacer la música de una parte específica de una película?

–Es completamente diferente de cuando uno escribe una canción de rock. Por empezar, el director es quien tiene la última palabra. Uno tiene que adecuarse a la emoción de la escena, pero en realidad eso me da mucha inspiración. Tuve la suerte de trabajar con Hans Zimmer, que siempre compone música hermosa. Y es muy distinta a la que hago para mis discos solistas, que está más inspirada por la new wave... la música de rock moderna, digamos. En un soundtrack podés ir al lugar al que te lleve la escena. Miro a los personajes en medio de la historia y trato de imaginar qué puedo hacer con eso, lo que me genera mucho entusiasmo. En algunos sentidos, hacer música de películas puede ser muy agotador porque es algo muy emotivo. Por ahí estás trabajando en una escena que es muy triste o dramática, y te vas del estudio exhausto. Nunca había pensado que pudiera ser a ese nivel. Hace muchos años que hago ese trabajo y al principio me costaba, pero ahora que estoy más grande ya tengo la habilidad para hacerlo. Puedo pararme frente a la orquesta y tocar. Digámoslo de esta manera: cuando estaba en The Smiths nunca me hubiera atrevido a eso.

–Ahora usted está al frente de su propia banda. ¿Hubo experiencias que haya vivido en The Smiths y los demás grupos en los que estuvo que le hayan servido como aprendizaje para ser un mejor líder?

–Sí, sin dudas. Aprendí de Chrissie Hynde, de Matt Johnson... También aprendí mucho cuando empezaba, porque tenía 14 o 15 años y estaba en bandas con adultos. Sé qué espero de un frontman, que tiene que ver con tener una responsabilidad con los compañeros de banda. A veces tenés que tocar en un festival sin haber probado sonido, no podés escucharte y todo el mundo está muy cansado, o no hay suficiente comida, cosas así. Y necesitás que el frontman esté a pleno cada vez. Es un trabajo difícil. Vi eso en The Smiths: Morrissey lo hacía a menudo. Matt Johnson también. Tenés que ser el ejemplo. Y si es mi banda, yo tengo que serlo. Si ven que corro veinte kilómetros, el día del show no pueden quejarse porque si están resfriados...

–¿Qué más le quedó de sus años en The Smiths?

–Cuando nos formamos, sacábamos un disco por año. Escribíamos mucho y muy rápido. Y también íbamos a ciudades chicas a las que no iba nadie. Yo decidí que con mi banda solista iba a tocar en esos lugares del Reino Unido y de Estados Unidos. Si sé que hay fans ahí, voy a esos lugares. Y eso es algo que traigo de mi época en The Smiths. Otra cosa que hago como en esos años es publicar simples, que era algo por lo que teníamos pasión en The Smiths. Sigo haciéndolo, aunque creo que debo ser el único artista que lo hace. Como ex miembro de The Smiths, me resulta importante seguir haciendo esas cosas. Cuando empecé, mi ambición principal era publicar un simple, quizá con una etiqueta azul. Y hoy tengo la misma actitud.

–La misma ética de trabajo o algo por el estilo.

–Sí. Es una combinación entre venir de la clase trabajadora con ser artista. Tengo un par de amigos pintores y escultores que no pueden creer cuando un músico se toma dos años sin hacer nada, piensan que está loco. Y estoy de acuerdo con ellos: yo tengo que hacer algo cada día porque soy una persona creativa, sólo que lo hago con la guitarra. Cuanto más viejo me pongo, me siento más cercano a los artistas plásticos que a otros músicos. Bah, hay algunos músicos que también trabajan todos los días. Me gusta gente como Jasper Johns o actores como Gary Oldman, que siempre están yendo para adelante en lugar de quedarse en el mismo lugar.

–¿Y qué será no hacer lo mismo para usted en un futuro cercano?

–Me gusta que los discos sean un poco diferentes, pero no pienso bajar el volumen.

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