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Martes, 14 de julio de 2015
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Cavalleria rusticana y Pagliacci, ambientadas en La Boca por José Cura

El pueblo como escenario del drama

Las dos óperas se representan juntas desde hace más de un siglo, como si se tratara de un ensayo en dos partes acerca del triángulo amoroso. Además de protagonizar la segunda, el tenor José Cura será director de escena, escenógrafo e iluminador en el Teatro Colón.

Por Diego Fischerman
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Cura ambientó las óperas en Caminito como “un homenaje a la inmigración italiana en Buenos Aires”.

Un grito en silencio. La hija muerta por la bala que le estaba destinada a Michael Corleone. Las escaleras de un teatro de ópera. Y, como poderosa segunda voz, el Intermezzo de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni. En la escena final de la última parte de la saga El Padrino se cierra un círculo. El teatro es el Massimo Palermo. La ópera, en escena, sucede también en Sicilia. La “rústica cabellorisidad” lleva al joven recién llegado de la guerra y al próspero carretero que se ha casado con su amada a un duelo. Se abrazan, uno muerde la oreja del otro. Es la aceptación del destino.

Pero el círculo es más amplio: Francis Ford Coppola (y Mario Puzo, desde ya) cita la ópera en una obra cuya estructura no es otra que la de una ópera. Y hay, además, otra vuelta de tuerca. Esa composición con la que Macagni ganó un concurso y que, desde su estreno en 1890, fue una de las piezas más exitosas del género, plantea por anticipado, como ninguna otra, las que serían las reglas del cine y la narración por montaje. El duelo final sucede fuera de escena y desde allí llega la noticia de la muerte del joven Turiddu mientras, en primer plano, aparecen, abrazadas, Lola, su antigua amante, con quien ha pasado la noche, y Santuzza, la aldeana a quien ha seducido para darle celos. En el comienzo, también, la acción comienza fuera de escena. Con el telón aún bajo se escucha la serenata que Turiddu le dedica a Lola. Y, al levantarse, aparece una multitud: la iglesia y la taberna de Mamma Lucia, la madre del joven. Los distintos relatos son los que van tensando los hilos que llevarán a la muerte.

Otra ópera y otra película. Otro círculo. En escena, una escena. La de los payasos que ocultan su drama personal. “Vesti la giubba” (¿acaso eres un hombre?/ ¡Eres payaso!/ Ponte el traje y empólvate la cara/ la gente paga y quiere reír”) canta Canio. Y en un palco, Al Capone (o Robert De Niro) llora. Teatro dentro del teatro en Pagliacci, la genial ópera que Ruggiero Leoncavallo estrenó en 1892. Y ópera en un film, claro, operístico: Los intocables, de Brian De Palma. Cavalleria rusticana y Pagliacci, modeladas una a partir de la otra y ambas ejemplares del verismo, ese estilo que llevó el naturalismo literario al mundo del melodrama, acabaron siendo partes de un mismo relato. Las dos están escritas en un solo acto y, desde hace más de cien años, se representan juntas, como si se tratara de un ensayo en dos partes acerca del triángulo amoroso. Y, sobre todo, acerca de los ámbitos populares que hasta hacía no mucho estaban reservados sólo para las comedias de enredos. Más allá de las profundas diferencias musicales entre ambas óperas –la orquestación de Cavalleria, salvo en el Intermezzo, es sumamente plana y estandarizada, mientras que en Pagliacci es exquisita– el dúo de Cav & Pag, como suele llamárselas, pone al pueblo como escenario del drama.

El tenor José Cura, además de protagonizar Pagliacci, será el director de escena, escenógrafo e iluminador de las puestas de ambas óperas que se presentarán a partir de esta noche en el Teatro Colón. Estrenada en la Opera Real de Valonia, Bélgica, en 2012, la mirada de Cura las ambienta junto al Riachuelo, en la calle Caminito, en La Boca, como “un homenaje a la inmigración italiana en Buenos Aires”. Y explica que “la trama de Pagliacci y la de Cavalleria rusticana se parecen bastante: las relaciones ilícitas de una mujer casada desencadenan los celos del marido traicionado. Pero, mientras la aventura de Turiddu y Lola es más o menos ‘aceptable’ visto que ninguno puede tirar la primera piedra, el romance de Silvio y Nedda es el golpe de gracia a un hombre ya medio muerto, vencido por la vida y el alcohol”. Con funciones, además de la hoy a las 20, los próximos jueves 16 (prevista originalmente para el domingo 19 y reprogramada por la realización de la segunda vuelta electoral en Buenos Aires), viernes 17, sábado 18 y martes 21, siempre en el mismo horario, la dirección musical estará en manos de Roberto Paternostro y participarán la Orquesta y el Coro Estables y el Coro de Niños del teatro. El vestuario será de Fernando Ruiz y los elencos estarán conformados por Enrique Folger, Guadalupe Barrientos, Leonardo Estévez, Anabella Carnovali y Mariana Rewerski en el caso de Cavalleria y, en Pagliacci, José Cura, Monica Ferracani, Fabián Veloz, Gustavo Ahualli, Sergio Spina, Reinaldo Samaniego y Gabriel Vacas. En la función del sábado 18 habrá segundos repartos para algunos de los personajes. En el primero de los títulos Fernando Chalabe será Turiddu, Emiliano Bulacios personificará a Alfio, Laura Domínguez hará el papel de Mamma Lucia y Maria Luisa Merino Ronda el de Lola. Y en el segundo, Daniela Taberning representará el personaje de Nedda y Ernesto Bauer el de Silvio.

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