Imprimir|Regresar a la nota
Martes, 25 de agosto de 2015
logo espectaculos
Entrevista a Lito Vitale, que el 4 de septiembre actuará en el Colón

“Yo no encontré nada, es que siempre estoy buscando”

Currículum Vitale se llama el espectáculo que realizará el compositor, pianista y productor. El título es oportuno: repasará sus 32 años de carrera, junto a Manolo Juárez, Bernardo Baraj, Lucho González, Pedro Aznar, Luis Salinas y Juan Carlos Baglietto, entre otros.

Por Cristian Vitale
/fotos/espectaculos/20150825/notas_e/untitled-1.jpg
En el Teatro Colón, Vitale estrenará Alma Mater, obra de tres movimientos dedicada a Donvi, su padre.

Un día en la vida de Lito. Tiene una toalla al hombro y pantalones cortos, como si hubiese terminado de practicar algún deporte de entrecasa. Hora atrás había tenido que ir hasta una clínica porque a su hermana, la cantante Liliana Vitale, un tropezón casero le había jugado feo en la muñeca. “Fue sólo un susto”, serena él, mientras ultima el tema fotos y sube al primer piso de la casona de San Telmo, epicentro de acción y vida del clan. Pide termo y mate, se desparrama en un sillón, y se dispone a contar lo que vendrá: la presentación del concierto Currículum Vitale, el viernes 4 de septiembre, a las 20, en el Teatro Colón. Pero antes, claro, tendrá que explicar cómo –y por qué– hace todo lo que hace. Arranca: “Todo lo que hago es lo que siempre quise hacer: no solamente tocar el piano sino también producir, porque tras tantos años de camino, me quedaron relaciones por todos lados. Conozco mil músicos, técnicos, productores, managers, en fin, puedo contar con los dedos de una mano las personas con las que no tengo llegada dentro de la música”, se manda directo el compositor, pianista y productor. Y enumera, a modo de casos concretos, ciertos eventos públicos –gratuitos y nacionales– que lo tuvieron como primer motor: El grito sagrado o los proyectos de Igualdad Cultural, por caso. “Hay mucho de sentarse en la computadora y comunicarse con todos. El último que hicimos, el de la Basílica de Luján, lo armamos en dos días. Llamé y todos dijeron sí”, se regocija el Lito productor.

–La data madre en todo esto es el tiempo. ¿Cómo lo vence la organización? ¿Lo vence?

–Bueno, no soy metódico. No duermo como Neustadt y esa cosa horrible de las cuatro o cinco horas (risas), pero lo que duermo me alcanza para hacer todo lo laboral, para atender a mis hijos, sobre todo al chiquito que tiene diez años, para salir con Hilda (Lizarazu, su mujer actual), en fin, lo único que me desespera es cuando no tengo laburo. A ver, me gusta mucho el trabajo, pero también soy un despilfarrador de guita profesional. Entonces, cuando me quedo sin trabajo automáticamente me quedo sin plata. No es que me enorgullezca eso, pero toda mi vida fui así. Por eso siempre estoy haciendo cosas, cobrando, y gastando guita en pelotudeces.

Un contexto aleatorio, podría decirse, que se imbrica así –aleatorio– en lo que será un paso más en la batalla: la presentación por tercera vez –segunda en horario central– de Lito Vitale en el Teatro Colón. Esta vez con el objeto de repasar su trayecto musical desde que se desmembró M.I.A. (agrupación que fundó mediando los setenta y se mantuvo hasta 1983) bajo el ocurrente nombre de Currículum Vitale. Treinta dos años de músicas, formatos, proyectos y vivencias. Y de músicos que lo acompañaron en tal devenir: Manolo Juárez, Bernardo Baraj, Lucho González, Marcelo Torres, Cristian Judurcha, Pedro Aznar, Luis Salinas y Juan Carlos Baglietto, entre ellos. “Cuando hicimos el Colón con Baglietto, Pedro Pablo García Caffi –director del teatro por entonces– me había propuesto hacer uno de música instrumental, pero yo le dije que no estaba haciendo casi nada de eso. Que estaba con Juan, y la cosa finalmente fue por ahí con aquel Clásicos y acústicos. La cuestión es que quedó pendiente una fecha con música mía, y finalmente llegó”, historiza Lito, que también aprovechará el convite para estrenar Alma Mater, una obra de tres movimientos dedicada a Donvi, su padre.

–¿Es complicado conseguir una fecha en el Colón?

–Sí.

–¿Política o naturalmente?

–Yo puedo hablar de mi experiencia personal: tocar en el Colón trae un montón de cosas aparejadas, porque hay que hacer algo diferente, algo pensado especialmente para ese escenario. Entonces, en su momento le di varias opciones a Caffi y me dijo que estaba todo bien, pero él se fue (risas), y apareció Lopérfido. Lo que hice fue tirarle varias opciones a él también y le gustó ésta de Currículum Vitale. Le pareció simpático el nombre, y el rote de formaciones, que es todo el abanico que desarrollé cuando se disolvió M.I.A.

–Antes de entrar en tales detalles, ¿hasta qué punto el espacio determina su música o su “ansiedad”?

–Me duermo todas las noches pensando en cómo hacerlo, pero felizmente...no me da miedo (risas). Me pasa que quiero que salga bien, por ejemplo con la cosa del sonido, que es todo un tema en el Colón. La cosa de cómo amplificar para que no se transforme en un show como cualquier otro. Tengo el tema de Cristian Judurcha, que toca la batería fuerte, y tengo que ver cómo amortiguo eso para que no se transforme en un sonido incontrolable. Pero me gusta el compromiso de hacer el Colón. Además, éste es un concierto único que no se va a repetir.

–Ahora sí a los detalles: van a desfilar todas sus formaciones desde M.I.A. para acá, según se anuncia.

–Por suerte están Bernardo Baraj y Lucho González, del trío. También Judurcha, Marcelo Torres y Diego Clemente, del cuarteto, y en un momento pensé en invitar a Jota Morelli, Jorge Araujo, Marcelo Novati, a todos los que tocaron después, pero se me transforma en algo interminable.

–¿Y el quinteto?

–Voy a tomar la segunda formación, en la que tocaron Martín González, el hijo de Lucho, y Juan Pablo Rufino, el hijo de Machi.

–¿Cómo resolvió el repertorio?

–Arranco con “La Telesita”, cuya versión grabada está en la película Zonda, de Carlos Saura; después viene una pieza con Manolo Juárez, que fue fundamental para mí; luego tres temas con el trío (“Taquito militar” y “Merceditas”, seguro), tres con el cuarteto (“Ese amigo del alma”, entre ellas). Y la segunda parte empieza con una especie de cita de lo que fue “Ese amigo del alma”, en la tele, con algunos de los primeros amigos que invité como Pedro Aznar y Luis Salinas. Con Aznar vamos a hacer “La zamba de Juan Panadero” y un tema de Spinetta, porque el chiste es que con Pedro nos conocimos vía Spinetta, cuando compartimos la primera formación de Jade. Del Flaco vamos a hacer “Quedándote o yéndote”, porque conceptualmente va muy bien con nuestra historia. Después, con Salinas vamos a tocar “Malena”, y cerramos con Baglietto.

–Conceptualmente, el concierto podría definirse como un resultado posible de su búsqueda dentro de la música popular argentina. ¿Dónde la encontró? ¿En la fusión del jazz con el folklore argentino y el tango?

–Sí. Y algo de rock sinfónico dando vueltas por ahí, porque el cuarteto tenía algo de eso, algo de teclado volátil. Pero la verdad es que no encontré nada, porque siempre estoy buscando, lo que pasa es que en estas formaciones, y dentro de lo que es mi historia, hubo cosas que quedaron en el tiempo. Lo digo porque muchas personas comparan esto con las bandas eternas de Spinetta en Vélez, pero esto es incomparable. Las bandas de Spinetta tienen un arraigo impresionante en la gente, incomparable con lo mío, que es instrumental. Sílbate una de Vitale: es imposible (risas). De hecho, mi bisagra en la música fue cuando me fui de Jade para tocar con Dino Saluzzi. En ese momento escuché cosas que jamás había escuchado, como el Grupo Vocal Argentino o Waldo de los Ríos. Nunca le había dado pelota a esto.

–Igual, hay puentes entre usted y Spinetta. Nexos musicales con nombre y apellido: Marcelo Torres, Javier Malosetti, Pedro Aznar...

–Hay una compatibilidad por ese lado, sí.

–¿Qué es Alma Mater?

–Una obra de tres movimientos dedicada a mi viejo. Le puse así porque luego de que él murió, en los informes que armaba para los eventos yo lo ponía como coordinador general. Después empecé a pensar que él había sido el alma mater, o pater, de todos, y empecé a buscar definiciones. Me salió así porque mi viejo era un tipo con el que uno hablaba para buscar conocimiento, porque tenía la particularidad de ser hiperculto, de instarte a que vos encuentres tu camino en vos mismo, y de transmitir un concepto de marcha lenta. O sea, el de pensar en hacer las cosas en el tiempo en que hay que hacerlas, aunque dentro de su cabeza había mucha velocidad. El summum de la música para él era La consagración de la primavera, de Stravinsky. No le gustaba para nada la música sensiblera, de amor, y de hecho, en la obra me salió algo muy marchoso: una galopa mezclada con algo de minimalismo, en la primera parte; un adagio con alguna licencia tanguera, en la segunda, y el tercer movimiento es un recontraforte de una especie de malambo.

–La gran Waldo de los Ríos...

–¡Ojalá! (risas) En general son como búsquedas que están latentes en cualquier músico argentino, digamos, Ginastera, Piazzolla, etc. Pero yo lo tomo como músico popular y, a partir de mi decisión de hacer música incidental o de empezar con Baglie- tto, había cortado ese camino instrumental que retomé esporádicamente recién en el 2003 con el disco Un solo destino. Y ahora con Alma Mater porque, como dije antes, uno siempre está buscando.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.