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Martes, 25 de agosto de 2015
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Karina Beorlegui y Federico Mizrahi

Postales para un piano y una voz

Por Cristian Vitale
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Ella canta y es actriz. La pintan entera su tenaz militancia por el fado en la Argentina, y su amor incondicional por el tango. Tiene tres discos publicados y uno bien de batalla: Caprichosa. El toca y compone tangos. Su instrumento es el piano y su metier, arreglar, crear y dirigir. Fue parte del grupo La Surca, aún lo es de Demoliendo Tangos, y tiene dos discos como solista: Contratiempo y marea, y El tango es puro cuento. Ambos se conocieron hacia el alba del siglo vía Alejandro Dolina (opereta Lo que me costó el amor de Laura), y el futuro los siguió encontrando en obras del Negro. En Tangos del Bar del infierno o Recordando el show de Alejandro Molina, por caso. “Inolvidables momentos artísticos”, evoca ella, Karina Beorlegui, sobre tales días del ayer que la entrelazan con él: Federico Mizrahi. “Dolina fue el maestro que me introdujo en el laberinto interminable del tango, y me enseñó entre otras cosas que no es necesario tocarlo fuerte y marcato, sino más bien legato y rubateado. Con él me descubrí capaz de salirme de los moldes”, enmarca –y también evoca– Mizrahi.

Beorlegui y Mizrahi, voz y piano, tenían entonces background de sobra como para cortarse solos, y pensar algo. Eso pasó y el resultado fue Postales, espectáculo de tango y fado que el dúo llevará a cabo mañana (y los dos siguientes miércoles) a las 21 en Clásica y Moderna (Callao 892). “Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer algo juntos, y al final se dio este año y en este formato íntimo. Nos lo debíamos y se lo debíamos al público que nos sigue a ambos desde la opereta de Dolina. Cada vez que subíamos a escena ocurría una química, algo especial. Nos conocemos mucho, tenemos muchos gustos musicales en común y era éste el momento de plasmarlo”, orienta la cantante sobre un concierto cuyo sino le abre los brazos al fado y al tango, centralmente, pero también a clásicos del acervo iberoamericano. “Se suman algunos temas brasileños, españoles y de otros lares de latinoamérica”, refrenda él. “Sí, porque hay una necesidad de ampliar el universo. ‘Postales’, como su nombre lo indica, implica fotos, momentos musicales distintos, estilos diferentes que nos identifican”, agrega ella.

–¿Se puede hablar de una especie de “estilo intermedio” en lo que proponen como dúo? 

Karina Beorlegui: –A mi modo de ver, no hay un estilo intermedio, porque no me gusta hablar de fusión. Cada género tiene particularidades y códigos que nos gusta respetar, y en todo caso no es intencional si se escucha un tercer sonido.

Federico Mizrahi: –No lo sé. Sólo podría decir que respetamos mucho las armonías tradicionales de los temas, porque el viaje no pasa por “modernizar” algo que ya suena muy bien como fue escrito. La vuelta de tuerca radica en no escuchar mucho las versiones anteriores, y dejarse llevar por las letras y melodías. Jugar, quiero decir, pero sin deformar mucho las armonías.

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