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Miércoles, 16 de septiembre de 2015
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Julieta Rada inicia una serie de presentaciones en Buenos Aires

“La idea era mantener las raíces”

La cantante y compositora uruguaya acaba de editar su segundo CD, Corazón Diamante, en el que sorprende por su capacidad vocal y por el sonido poderoso de la banda. Junto a Rada se luce Nicolás Ibarburu, coautor de casi todas las canciones.

Por Karina Micheletto
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Julieta Rada, más que una promesa en la escena musical uruguaya.

Hace rato que en la escena uruguaya dejó de ser “la hija de Rubén Rada” –algo que, de todos modos, la enorgullece– para avanzar a paso firme con nombre propio. Julieta Rada tiene una voz que despega entre todas las otras, genera un ritmo que lleva a mover el cuerpo inmediatamente y es artífice también de sus propias canciones, además de tener un figurón con el que se planta superando la timidez “de siempre” que lo contradice. A los 25 años, es más que una promesa en la escena musical uruguaya. Acaba de editar su segundo CD, que en la Argentina salió por Epsa: Corazón Diamante. Es un disco que tiene mucho ritmo y en el que sorprende la capacidad vocal de Rada y el sonido poderoso de la banda. Junto al sello de Rada suena aquí el de Nicolás Ibarburu, coautor de casi todas las canciones con ella, guitarrista y productor del disco, compañero musical de larga data y también pareja de la cantante. Juntos –así prefiere Julieta hablar del disco, en plural– han hecho un trabajo que se destaca por su frescura y cierto desparpajo a la hora de mezclar colores e influencias. Están en la Argentina con su banda y tienen por delante una serie de presentaciones, entre ellas, la de mañana en La Plata (en Mulata, calle 55 Nº 937), la que protagonizarán este viernes en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), en el marco del ciclo Diálogos (junto a Mariano Domínguez), y la del sábado en la trasnoche de Boris Club (Gorriti 5568).

“Lo que intentamos con Nico fue hacer un disco de canciones, ni más ni menos. Pero con una condición: que esas canciones mantuvieran las raíces uruguayas, que sonara el candombe, y que a la vez pasara por otros ritmos de la música negra, el punk, el soul, el rhythm and blues, el pop. A eso le llevamos algunos arreglos jazzeros. Pero la idea básica era esa: Un disco de canciones que mantuviera sus raíces”, puntualiza la cantante en diálogo con Página/12. Desde esa idea básica, el disco de Julieta Rada dispara hacia otras influencias entre las que es posible reconocer las que ella enumera como más propias: Michael Jackson, Stevie Wonder, Beyoncé, Mariah Carey, algunos de los que admira. Sumados a otras icónicas como pueden ser las de los Fattoruso, Urbano Moraes –con quien comenzó cantando– y, claro, Rubén Rada, con agrupaciones clave como Tótem. El mismo Hugo Fattoruso participa como invitado poniendo el piano en “Your Star”. Otros invitados son Martín Buscaglia (pone la voz en “Visionarios”), Dante Spinetta (se suma en el rap de “Velocidad Crucero”) y Lucila y Matías Rada, hermanos de la cantante. La presencia de Rubén aparece en las canciones versionadas: “Malísimo” y “Heloísa”.

–¿Cómo lleva esta pareja artística con Nicolás Ibarburu, que tiene mucha presencia en el disco?

–¡Muy bien! Todas las canciones las hacemos juntos, así nos sale. Juntos también en letra y música, salvo por las versiones de mi padre, y algunas que tienen música nuestra y letra de otro, como “Ala delta”, con Pinocho Routin, “Claroscuro de San Juan”, con Jaime Roos, y “Ciencia y fantasía”, con letra de Buscaglia. Con él se dio naturalmente, ya habíamos trabajado en el disco anterior, y Nico es muy amigo de Martín. El otro día me puse a pensar que siempre que hacen discos participan uno invitado del otro, es algo que se iba a dar, de por sí. Así que teníamos esa música y lo llamamos a él para que le pusiera letra. Con Pinocho lo mismo, había una música, lo llamamos, se recopó e hizo en dos días una cosa imposibe, super musical. La de Jaime era una música instrumental que Nico le mandó para mostrársela, nada más. Y a él le gustó tanto que dijo que le iba a poner una letra. Así fue, quedó la canción y la presentamos en un concurso que ganó un premio de música de candombe de Uruguay, ganó el primer premio de música ciudadana.

–¿Cómo empezó a cantar, o desde cuándo recuerda que canta?

–A los cinco años cantaba en un coro de niños con Mariana Inglold y Osvaldo Fattoruso. Pero era tan tímida que sólo estaba ahí parada, me daba mucha vergüenza, mucha. Después hice coros con mi padre en Rada para niños. Empecé a cantar como solista a los 16.

–No parece tímida viéndola moverse en el escenario, o en las fotos.

–Se me fue yendo la timidez, digamos que la fui superando. Sigo siendo tímida, pero nada que ver con lo que era de niña: no podía ni hablar frente a mucha gente, era extremo. Pero tá, lo fui superando. Para cantar antes de moría de vergüenza, ahora ya no. Sigo siendo un poco tímida, para hacer sociales por ejemplo. Pero sólo un poco.

–¿Y en el camino artístico qué otras cosas cambió y le sirvieron para mejorar, además de superar la timidez?

–Para mí mejoró mucho el sonido. En mi disco anterior me daba cuenta de que las canciones que más me gustaban o me daban ganas de escuchar eran las que estaban tocadas por los músicos, por eso tomamos la decisión de hacer el disco todo tocado en vivo; lo grabamos en Vivace, una sala de Uruguay que tiene la estructura para hacerlo. Eso le dio otro color al disco, más de banda. En el otro, como recién arrancaba, no tenía una banda armada, era un disco más de músicos sesionistas, muy buenos, pero que van y graban. En este el planteo fue absolutamente distinto, yo ya venía girando con los músicos, ya tenía la banda establecida. El resultado, por ende, fue otro.

–Habla de “mi padre” para referirse a Rubén Rada. ¿Qué significa en su carrera? Musicalmente, ¿qué aprendió y qué admira de él?

–Admiro todo. Es mi mayor influencia, pero no solo en lo musical. Espiritualmente, y como padre, es lo más. Para mí es el mejor padre que podría haber elegido en el mundo. Igual no lo elegí, pero me tocó el mejor. Soy muy fan, la fan número uno de mi padre.

–¿Y siendo una niña tan tímida, cómo llevaba a ese padre tan extrovertido?

–Y... ¡Me adapté! (Risas). Y sí, esa manera de ser a veces nos torturaba a mí y a mis hermanos. Pero siempre fue él, con todo lo que eso implica.

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