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Viernes, 18 de septiembre de 2015
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FABIAN PANISELLO DIRIGIRA ODA A NAPOLEON, DE SCHÖNBERG, Y SU L’OFFICINA DELLA RESURREZIONE

“Creo que hay un resurgir de la escena”

Es uno de los compositores argentinos más destacados entre quienes trabajan actualmente en Europa, donde dirige el Plural Ensamble. El estreno de su obra será el sábado y el domingo en la Cúpula del Centro Cultural Kirchner.

Por Diego Fischerman
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Las presentaciones de Panisello forman parte del V Ciclo Iberoamericano de Opera Contemporánea.

Lo sorprende, como siempre que vuelve a Buenos Aires, la cantidad de librerías. Fabián Panisello ensaya, a partir de allí, una suerte de teoría acerca de la gravitación de los músicos argentinos en el mundo. El mismo es uno de los compositores nacidos en esta ciudad más destacados entre quienes trabajan actualmente en Europa. Allí dirige, además, el Plural Ensamble, uno de los grupos de cámara más prestigiosos del momento, con el que ha trabajado codo a codo junto a autores como Pierre Boulez o György Ligeti. Y este sábado y domingo conducirá, en la Cúpula del Centro Cultural Kirchner, un doble programa excepcional. Por un lado, la burla feroz de Arnold Schönberg contra el totalitarismo: Oda a Napoleón. Y, por otro, el estreno de su L’officina della resurrezione, con textos de Erri de Luca y del Libro de Ezequiel.

Las funciones, ambas a las 20, forman parte del V Ciclo Iberoamericano de Opera Contemporánea, que dirige el compositor Juan Ortiz de Zárate. La puesta de las dos obras es de Emilio García Wehbi y los intérpretes serán el pianista Jorge Pepi, los barítonos Víctor Torres y Guillermo Anzorena y el Cuarteto de cuerdas Untref, conformado por David Núñez, Carlos Brítez, Mariano Malamud y Martín Devoto. Junto a ellos estarán las actrices Maricel Alvarez y Lucrecia Sacchelli, y el espectáculo cuenta con escenografía de Julieta Potenze, diseño de iluminación de Agnese Lozupone y vestuario de Belén Parra. “El encuentro con Erri de Luca fue propiciado por el Instituto de Cultura Italiana de Madrid, que convocó a escritores con compositores para que encararan proyectos juntos. El es un artista extraordinario, sumamente importante, y fue obrero de la construcción hasta los 50 años. No quería tener nada que ver con el mundo de la cultura. Es un comunista convencido, un poco a la antigua, hace alpinismo y es un experto en arameo antiguo. Y, por otra parte, es alguien absolutamente sencillo, sumamente amable. El pensó que si Verdi había compuesto un Requiem prácticamente agnóstico, él bien podría escribir acerca de la resurrección.”

La obra, un monodrama en siete partes, plantea esa “oficina” como una especie de atelier y concluye con un diálogo imaginario entre dos caracteres encarnados por el barítono –el hombre contemporáneo, representado por los textos en italiano escritos especialmente– y el hombre arcaico, a través de los textos en hebreo antiguo, del Libro de Ezequiel 37, 1-10. Los músicos del cuarteto de cuerdas, además de su intervención instrumental, dicen, a modo de antífona, fragmentos del texto bíblico alternándose o superponiéndose con el cantante solista. “Una cinta pregrabada añade al contexto una elaboración basada en la lectura del texto original hebreo, con superposiciones de hasta cincuenta voces con diferentes tratamientos, que amplifica la textura de las voces del cuarteto hasta darles un carácter masivo”, cuenta Panisello.

L’officina della resurrezione, compuesta en 2013, se ha interpretado en Madrid, en el Festival de Aix-en-Provence, en Tel Aviv y la Bienal de Venecia, entre otros lugares, y esta será la primera vez en que cuente con escenificación. “Creo que hay un resurgir de la escena y del pensamiento musical en relación con el drama”, opina Panisello. “Compositores muy cercanos, con los que compartimos y discutimos proyectos, como Peter Eötvös o Michaël Levinas, están muy interesados en el drama y eso me estimula también a pensar en ese sentido. Creo que la ópera ha cambiado de estatus en los últimos siete u ocho años. Me parece, aunque estsoy lejos de poder asegurarlo de manera taxativa, que en la música hay un componente ideológico fuerte, y que en las vanguardias históricas ese aspecto era aún más pregnante. Creo que esa ideología, de mistificación de la abstracción, era un producto de la Guerra Fría. Se trataba de generar estéticas que funcionaran como tabla rasa, para negar a la vez a la Europa del Este y a la relación del nazismo con el Romanticismo alemán. Para las generaciones más actuales, esto no es un credo sino un conjunto de técnicas muy interesantes, en las que es posible abrevar, que tienen que ver con los armónicos, con sistemas de sonidos. Mi impresión es que la música más interesante y más importante entre la que se hace ahora es aquella que, sin desconocer todo ese cúmulo de información y experiencia, que va de las décadas del 50 a la del 80, lo aprovecha en función de la práctica musical, entendida exactamente de esa manera. No como una teoría sino como una verdadera práctica”.

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