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Sábado, 19 de septiembre de 2015
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ALEJANDRA RADANO PRESENTARA TRES DRAMAS PARA ORQUESTA EN LA USINA

Canciones como parte de una historia

La cantante y actriz fetiche del director Alfredo Arias se dará el gusto de hacer un espectáculo con la sola compañía de un piano, el de Diego Vila. “Una puede hacer una canción de millones de maneras. Una de ellas es entenderlas como universos”, dice ella.

Por Diego Fischerman
“Esta es una obra pensada para La Usina”, dicen Radano y Vila sobre Tres dramas para orquesta.

Hay grandes cantantes. Y hay grandes actrices. Sólo unas pocas consiguen que el magnetismo de la segunda atraviese las interpretaciones de la primera. Y son contadas las que lo logran con absoluta naturalidad. Sin afectación. Alejandra Radano es una de ellas. Y, sin duda, una de las muy excepcionales para quienes el concepto de teatro musical resulta indivisible. Actriz fetiche del director Alfredo Arias y capaz, como en la reciente Deshonradas, de componer personajes de una tridimensionalidad pasmosa, ella disfruta, además, en un registro íntimo y casi de comedia, como en el memorable Delirio Gaucho donde, por añadidura, se revelaba como una de las grandes herederas de Juan Verdaguer.

“Lo más importante es elegir el repertorio”, dice a Página/12. Reflexiona sobre su espectáculo Tres dramas para orquesta, que se presentará en la Sala de Cámara de La Usina (Caffarena 1, en la esquina con Pedro de Mendoza) este domingo 20 y el próximo 27, y los sábados 17 y 24 de octubre. Los dramas perdieron la orquesta en el camino, pero la conservaron en el título. “Al principio fue una imposición de las circunstancias”, comenta Diego Vila, músico y cómplice de Radano en esta aventura. “Pero acabó siendo mejor, porque con el piano yo voy decidiendo en el momento, no estoy limitado, puedo seguirla a ella con mucha mayor libertad. Lo que pasa es que no me gusta tocar en escena, entonces al principio siempre pienso en orquestas”. Y Radano agrega: “Siempre habíamos querido hacer un espectáculo a solas y ésta fue la oportunidad. Por otra parte, hay algo que me enseñó Alfredo (Arias) y es a partir siempre de lo que hay: de la propia historia pero también de un lugar y de unas circunstancias. Esta es una obra pensada para La Usina. E incluso el disco está pensado reproduciendo imaginariamente ese espacio”. El álbum, que será editado próximamente por Lantower, es, justamente, un prodigio en cuanto a la calidad de la grabación y al realismo y calidez que logra. Y hasta se da el lujo de crear la ilusión sonora de un ambiente distinto para cada una de sus tres partes.

“Estos tres dramas son historias de tres mujeres a las que les pasan cosas distintas. Y reflejan además mis obsesiones, mis descubrimientos y mis búsquedas: las canciones de las que me enamoro. Y, sobre todo, las que puedo cantar. Las que siento que hablan de mí o a través de las cuales creo que puedo decir algo mío”. Vila la describe como “una pescadora”. Como alguien que “encuentra joyas perdidas pero, además, es, en primera instancia, la única que se da cuenta de ese potencial. Percibe en algunas canciones cosas que están muy por detrás de su apariencia, que al principio sólo ella ve”. Radano cree que, tal vez, su secreto sea la manera en que se sitúa frente a esas piezas: “Me olvido de que soy cantante. Las pienso, y me pienso a mí misma, como actriz. Son parte de una historia. De un personaje”. En Deshonradas, la pieza de Gonzalo Demaría que se presentó en el Centro Cultural San Martín con dirección de Arias, ella recreaba a Fanny Navarro. Aquí, con coautoría y dirección escénica de Fabián Luca, habita, por ejemplo, las canciones de Milly, la intérprete italiana que estrenó en ese país la Opera de tres centavos de Kurt Weill y Bertolt Brecht. “Para mí, entrar en esas canciones, que me pasó Filippo Crivelli, que era quien la había dirigido en Milanin Milanon, fue un encuentro. O se adentra en esa “Muchacha del circo” que Gardel grabó en Barcelona, en 1928, donde un estribillo que se repite cambia totalmente de significado después de lo que revela la segunda estrofa. “Una puede hacer una canción de millones de maneras. Una de ellas es entenderlas como universos”, dice.

“A veces, ni yo misma entiendo por qué una canción me gusta, o en qué o por qué se conecta con mi propia historia”, sigue Radano. “Pero no siempre se entiende todo. En ocasiones una sabe que eso es así, que allí sucede algo, aunque no se pueda explicar”. Para Vila, eso que se sabe que está aunque no pueda, en un comienzo, percibirse con claridad, “va apareciendo con el arreglo”. “Cuando trabajamos la canción, empezamos a ponerle un montón de cosas que no están en la canción y que acaban mostrando aspectos nuevos”. Y Radano corrige: “Aspectos esenciales. Se muestra la esencia. La canción termina mostrándose tal cual es. El arreglo devela la canción detrás de la canción”.

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