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Miércoles, 28 de octubre de 2015
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Leo Ferradás, las canciones de La vida ordinaria y lo que vendrá

“Es como un repudio a lo establecido”

El show de esta noche en Vuela El Pez servirá para adelantar algunos títulos de Colegiales, su próximo disco, de factura independiente. “Yo soy agradecido del lugar que ocupo. Aunque el camino sea más pedregoso, el final va a ser más placentero”, dice.

Por Sergio Sánchez
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“El rock no va a morir nunca. Sigue existiendo su fuerza. Si me gané un lugarcito fue gracias a no abandonar.”

“No me gusta la idea de despedir los discos”, sentencia Leo Ferradás. “Muchos músicos despiden discos para tener excusas, pero los discos quedan para siempre, son como los hijos o los grandes amores”, completa. Es que el músico, que se autodefine como “cantautor rockero”, repasará las canciones de su último disco, La vida ordinaria (2013), canciones nuevas y de sus trabajos anteriores, hoy a las 21.30 en Vuela El Pez (Córdoba 4379). “Más que guitarrista o cantante, me considero un autor y compositor de canciones; ése es mi fuerte”, dice, pero aclara que se siente más cómodo con la instrumentación del rock que con una guitarra acústica. Además de músico, estudió periodismo en TEA y aunque nunca ejerció eso le permitió enriquecer las letras de las canciones y acercarse a autores como Roberto Arlt. “Me encanta la parte literaria de la crónica. Componer un lindo título, un lindo verso o una bajada también es arte”, considera.

La música de Ferradás está en sintonía con la corriente del rock argentino más vinculado con la canción con impronta pop: Moris, Virus, Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada y, más acá en el tiempo, Estelares. “Virus me encanta. Estelares para mí hoy es una de las mejores bandas de rock canción. Y de los grandes maestros del rock argentino, soy muy fan de Moris y Antonio Birabent, que además son amigos y me ayudaron mucho. Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro y Spinetta también son músicos que escuché mucho”. Junto a su banda, Leo Ferradás y Los Huesos, está a punto de editar dos discos: uno con canciones nuevas, que se llamará Colegiales, y un antiguo EP virtual con rarezas y versiones. En vivo, lo acompañan Homero Rivas en batería, Juan Pablo Alcaro en guitarras, Carlos Camillucci en bajo y dos invitados frecuentes: Gringui Herrera en guitarra y Pehuén Innocenti en teclado.

La vida ordinaria hace referencia a una frase del libro El banquete de Severo Arcángelo, de Leopoldo Marechal, que cobra un fuerte sentido político en el contexto de ballottage. “Me gustó mucho cómo sonaba y qué quería decir”, cuenta Ferradás, mientras se agarra la cabeza cuando ve la imagen de María Eugenia Vidal en la televisión del bar. “El título es una especie de repudio a lo establecido, a lo monótono, lo convencional, a la brutalidad, al consumo. No lo digo desde un lugar superado ni por afuera de eso, me considero un ser ordinario, pero a veces duele. Y esto es como una especie de desahogo. Hago catarsis con las canciones, trato de darle pelea a ese monstruo gigantesco del sistema, que te vive cagando a palos. Es una bendición seguir en el camino de la música y del rock; seguir haciendo discos y subiendo a un escenario. Hay chicos que ni siquiera pueden entrar en un estudio”. La vida ordinaria, según Marechal, alude a una vida individualista, desprovista de compromiso con el afuera, que aleja de la construcción colectiva.

–¿Cómo le pega a usted la supuesta crisis del rock? Muchos colegas suyos se distanciaron del género y cuestionan su absorción por parte de la industria y el mainstream.

–El otro día me encontré con Moris y lo primero que me dijo apenas me vio fue “Ferradás, vos sos indestructible”. Esa noche volví a casa caminando a 30 centímetros del piso, lleno de orgullo. Pese a las adversidades del mainstream, la seguimos peleando, tirándole piñas al sistema. Hago las canciones que quiero hacer, sigo mi línea, sigo tocando con mi banda de rock, que son mis amigos. Luchar contra lo establecido y sobrevivir en este mundo rockero no es fácil, pero tampoco es imposible. No me importa si meto cinco mil personas o veinte, me importa subir al escenario a mostrar lo que hago y hacer rock and roll con mis músicos. Eso ya es un acto de rebeldía. Con una compañía discográfica detrás y la rotación en las radios todo es más fácil, pero yo soy agradecido del lugar que ocupo. Aunque el camino sea más pedregoso, el final va a ser más placentero. Me gusta que la gente me reconozca por mis canciones, no porque meto setenta mil personas. Soy mis canciones, no un producto perecedero. El rock no va a morir nunca. Sigue existiendo su fuerza. Si me gané un lugarcito dentro del rock argentino fue gracias a no abandonar.

El primer recuerdo musical que tiene Ferradás no es con el rock, sino con el tango. “Mi abuelo paterno era tanguero. Tocaba la guitarra en el patio de la casa, debajo de la parra, en Barracas. A veces se juntaba con algún bandoneonista o un cantor y se armaban unas tardes hermosas de verano. Lo primero que aprendí a tocar fueron algunos tangos. Mi abuelo fue mi primer maestro de guitarra. Después, el rock vino por parte de mi vieja: Pedro y Pablo, George Harrison, los Beatles. Y de ahí empecé a investigar solo. Soy una mezcla de rock y tango”.

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