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Viernes, 30 de octubre de 2015
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TONOLEC Y EL LANZAMIENTO DE UN DISCO-LIBRO CON TODAS SUS CANCIONES

“Es producto de un trabajo de hormiga”

Así define la cantante Charo Bogarín la minuciosa tarea acometida para El cancionero de Tonolec, un libro de confección artesanal, bellamente ilustrado, que incluye los títulos de sus cinco discos presentados en castellano, qom y guaraní.

Por Cristian Vitale
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Bogarín y el productor y multiinstrumentista Diego Pérez presentan el trabajo mañana en el Teatro Opera.

Diez años de hacer música –siempre que no hayan pasado en vano– bastan para legitimar una retrospectiva. En este caso, la de Tonolec, dúo que conforman Charo Bogarín y Diego Pérez. Una música que ha tenido como fin permanente integrar legados de culturas ancestrales con presentes de sonidos electrónicos; lenguajes autóctonos con universales; y discos (cinco en total) con devenires que nunca se acotaron en el típico raid presentación-gira-vuelta a cero. Diez años así bastan, entonces, para condensarlos y mostrarlos de un tirón a través de un libro-CD multilingüe que, bajo el nombre de El cancionero de Tonolec, contiene todas las letras de las canciones creadas, interpretadas y recopiladas por el tándem Pérez y Bogarín, traducidas en castellano, qom y guaraní. “Fue una idea que siempre estuvo rondando en mi cabeza, y cumplir una década de camino transitado fue la excusa perfecta”, introduce la cantora y compositora formoseña, horas antes de la presentación del trabajo, mañana a las 21 en el Teatro Opera (Corrientes 860), con la participación de Víctor Heredia, Ramón Ayala, Peteco Carabajal y coros de niños guaraníes y qom. “El cancionero está pensado como un libro objeto, con un CD, donde ponemos audios de registros antiguos de cantos que versionamos”, agrega Bogarín.

El libro de factura artesanal –cosido a mano– condensa en 128 páginas el cifrado y la traducción a lenguas nativas de todos los temas del grupo, ilustraciones afines en papel vegetal, un disco de regalo con título a tono (La celebración) y reconocimiento incluido: fue declarado de interés educativo por el Ministerio de Educación de la provincia de Chaco. “Uno de los principales disparadores de esta idea fueron los pedidos constantes de docentes de escuelas primarias y jardines de infantes. Nos pedían que les pasemos las letras de los temas en qom y guaraní, para que los niños canten en fiestas patrias, en sus lenguas originarias”, cuenta Charo que, además de cantar y componer, toca bombo legüero y charango. “Me he encargado de satisfacer uno a uno cada pedido, en un trabajo de hormiga. Y este hecho afianzó la idea de publicar toda nuestra obra musical en un libro, de dejar plasmado a través del papel el trabajo realizado desde la palabra y la poesía, agregando al pie de cada canción las fuentes que nutrieron las composiciones en lenguas ancestrales, para conocer cada historia”, explica la compañera musical de Diego Pérez, productor y multiinstrumentista del dúo.

–¿Qué hechos marcaría usted como ejes que vertebran el trabajo?

–El primero es haber ganado un concurso en MTV Latinoamérica como grupo de pop electrónico y haber viajado de Chaco a España sin escalas para mostrar nuestra música, a sólo meses de habernos conocido. Ahí nos dimos cuenta con Diego de que nuestra búsqueda musical tenía que ir para otro lado; dejar el pop electrónico y recalar en la música de raíz nativa. El segundo hecho fue conocer y contactar con el coro toba ChelaAlapí de Resistencia, cuyos integrantes se convertirían en nuestros primeros maestros de canciones ancestrales, en nuestros primeros guías y centinelas de nuestra labor musical. El tercer hecho fue conocer y trabajar con los coros de niños guaraníes de Misiones, quienes nos inyectaron nuevas energías. Sanaron nuestro espíritu que venía un poco cansado.

–¿Qué factores tuvieron en cuenta para la elección musical?

–La verdad es que no dejamos afuera ni una canción. El libro tiene siete secciones, en donde ordenamos nuestra obra según la lengua en la que está cantada. Está la sección de cantos en castellano, la de cantos en qom, y la de cantos en guaraní. Detrás del libro hay un trabajo exhaustivo y riguroso que tuve que hacer con todos los textos en lenguas originarias. Quise volver a corregir cada texto, cada palabra, cada oración de nuestros cantos para dejar este legado. Los textos en guaraní los mandé a corregir a las comunidades guaraníes, con maestros bilingües y miembros de la comunidad. Los textos en qom los corregí con docentes de la comunidad de Derqui en Buenos Aires, donde tuve que volver una y otra vez porque siempre me quedaba algo en el tintero. Fue un trabajo que requirió retornar a mis fuentes, y actualizar data en cuanto al lenguaje escrito de estas comunidades.

–Además de todas las canciones del grupo hay dos versiones inéditas: “Taki Ongoy II”, de Heredia, y “Adagio en mi país”, de Zitarrosa. ¿Por qué las incluyeron y que “licencias” se tomaron para versionarlas?

–En el caso de “Taki Ongoy II” es parte de una obra exquisita de Víctor, que tiene total concordancia con el trabajo de Tonolec. Nos cruzamos por primera vez en Cosquín hace un par de años, y desde ese momento surgieron invitaciones mutuas para tocar juntos. En una oportunidad tuve que elegir un tema de su autoría para cantar y me enamoré de la melodía y de la letra de este canto. Decidí llevarla a la lengua qom y se la mostré. Obviamente a Víctor le encantó y ya la cantamos juntos en varios escenarios. Creo que es importante dejar un registro en lenguas originarias de cantos que representan el sentir de estas comunidades, para que ellos, que no abandonaron su lengua madre, también puedan entenderla.

–¿Y “Adagio en mi país”?

–Fue a raíz de una convocatoria del productor y músico Fer Isella, que tuvo la idea de hacer para el 25 de mayo pasado, las canciones prohibidas durante la dictadura militar. De una lista extensa de esa época nefasta, donde se censuraban hasta las canciones, sobresalió para mí la canción de Zitarrosa, cuya letra me parece fortísima y me remite claramente a mi historia personal, al hablar de un padre que dice y analiza lo que está pasando en su país, con mucho dolor, No tuve dudas en elegirla. Diego le puso su impronta electrónica, pero esta vez también colocó elementos clásicos como un cello, y quedó una versión hermosa y particular por el tratamiento lírico de la voz, y por la tesitura orgánica y eléctrica de los sonidos.

–Otro ribete del trabajo ancla en las palabras alusivas de Teresa Parodi, Pipo Lernoud, Felipe Pigna y el antropólogo Pablo Wright. ¿Qué significan para ustedes?

–Es un honor que personalidades de este peso específico, que ya dejaron huella en la cultura argentina y lo siguen haciendo, nos den su visión del camino emprendido por Tonolec. Son seres que admiramos profundamente y con los que hemos trabajado juntos y que, como en el caso de Wright, se han abierto a nosotros por el amor que le ponemos a este trabajo que involucra a los pueblos originarios. Las anécdotas y el libro Ser-en-El-Sueño de Pablo fueron de gran inspiración y material de consulta para escribir las letras de nuestro disco Plegaria del Arbol Negro. El convivió con gente de las comunidades qom de Formosa, y encontró en nuestro canto la pata artística de su pasión. El enamoramiento fue mutuo.

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