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Domingo, 15 de noviembre de 2015
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LA URUGUAYA ROSSANA TADDEI PRESENTA EN VIVO SU DISCO REUNION, CON GUSTAVO ETCHENIQUE

“Hacemos algo mínimo, pero con mambo”

Junto al baterista de Jaime Roos y Leo Maslíah, la cantante y compositora toca hoy en Caras y Caretas. “Nuestro repertorio reúne músicas de muchos tiempos y de distintas fusiones y ambientes sonoros; también hay una gran interacción con el público”, define Taddei.

Por Karina Micheletto
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Taddei es suizo-uruguaya y es en ese origen familiar donde la cantautora ubica su vocación.

Cantante, compositora, y una de las fértiles hacedoras de la música popular uruguaya, Rossana Taddei llega a la Argentina con la “excusa” de celebrar sus treinta años con la música, y con un disco que resulta una antología de ese camino recorrido: ReUnión, recientemente editado en Uruguay por el sello Bizarro. Al dúo que han conformado con el baterista Gustavo Etchenique (también de extensa trayectoria, quien trabajó con Jaime Roos, Fernando Cabrera, Eduardo Mateo y actualmente toca con Leo Maslíah) lo llamaron Minimalmambo: “Vamos a hacer algo mínimo y que tenga algún mambo”, cuenta la cantautora que dijeron. En este formato, y con la particular marca musical y poética de su propuesta, Taddei y Etchenique se presentan hoy a las 19 en Caras y Caretas (Sarmiento 2037).

Taddei es suizo-uruguaya, y es en ese origen familiar, con mucha música alrededor desde la infancia, donde la cantautora ubica su vocación. “Nací en Uruguay, pero mi padre era suizo, mis abuelos eran de Monte Brest, un cantón donde se habla italiano. Cuando cumplí un año, mi padre decidió volver allí, trasladar a la familia a su tierra. Y así llegamos a un pueblito donde mis abuelos cultivaban la vid, a los pies de la montaña”, recuerda. “Un primo empezó a enseñarnos, a mi hermano y a mí, a tocar la guitarra, mientras en mi casa sonaba todo el día la música folklórica de Uruguay, de Argentina y de Latinoamérica. Entre ese ambiente sonoro, la música italiana que también estaba presente, la formación curricular de la escuela pública, donde pasamos cinco años con un mismo maestro de música en la escuela primaria, y con un padre artista plástico, criada entre pinceles y lienzos, era bastante probable que siguiera un camino artístico”, reflexiona.

–Está celebrando treinta años de carrera. ¿Dónde ubica el punto de partida, cómo se marca un “comienzo” artístico?

–El momento que tomo como mojón o punto de partida para contar estos treinta años fue un concurso de 1985, al que me presenté junto con dos amigas. Lo organizaba la Embajada de Francia, había que presentar una canción inédita y en francés. Teníamos quince años, se nos ocurrió traducir un poema de Carlos Maggi, y para nuestra total sorpresa ganamos el primer premio. Era un viaje a París, junto a una delegación de músicos de distintos países de Latinoamérica. Nos encontramos allá y terminamos recorriendo Francia durante quince días, ahí conocí, por ejemplo, a Juana Molina, que era la ganadora por Argentina.

–Fue entonces un comienzo un tanto casual, y siendo muy pequeña. ¿Su carrera se siguió definiendo enseguida?

–Sí, fue un envión que no paró. El 85 fue un año de muchas sorpresas, salían cosas espontáneas, continúe tocando con mi hermano a dúo. Me largué como solista en el 91, 92 mientras estudiaba la carrera de educación física. Es que me encantaba la expresión corporal, la danza, de hecho me recibí de docente y trabajé muchos años como tal. Así fue apareciendo el primer cassette, De minas a París, después Tu luz violeta, la primera banda, Camarón Bombay, ahí empecé a componer. Y siempre tuve la enorme suerte de poder tocar con músicos locales, artistas muy admirados por mí, como Gustavo Etchenique, que para mí era el ídolo de la batería, cuando tocaba con Jaime Roos.

–También grabó a dúo con Leo Maslíah, ¿cómo surgió ese disco conjunto?

–Fue un momento superimportante, en el 97. Yo le había pedido a Leo si me podía pasar unos discos, porque tenía un breve espacio en una radio. Me pasa un montón y yo hice el intercambio, le pasé los míos. A los pocos días me llamó y me dijo: si querés tocar, estoy a tus órdenes. Por supuesto, no lo podía creer. Pero era verdad.

–Ahora también encara su música a dúo, con Gustavo Etchenique. ¿Cómo se dio este encuentro?

–Hace unos diez años, cuando estábamos programados para la feria del libro de Parque Rodó, nos pusimos a armar un repertorio. Yo le decía: vamos a hacer algo mínimo y que tenga algún mambo. Y bueno, le buscamos un mambo y fue saliendo. Tanto, que desde lo que armamos para ese concierto nunca más paramos de tocar juntos. Se empiezan a entreverar los hilos y la música es la que manda, la que dirige el barco.

–Su música es muy variada en cuanto a estilos, ¿cuál es el elemento aglutinador?

–Es un dúo bastante ecléctico, sí, nuestro repertorio reúne músicas de muchos tiempos y de distintas fusiones y ambientes sonoros. En vivo tiene algo que transporta hacia nuestra zona del Río de la Plata, tiene muchas raíces de nuestro folklore, pero también muchas influencias de la música de Italia, de Europa, de Brasil, hay también versiones en francés, y mucho rock and roll. En esa variedad nos gusta por ejemplo versionar a Paolo Conte, o tomar la poesía de un poeta uruguayo como Humberto Megget. También hay una gran interacción con el público, y una gran cuota de improvisación, no solo instrumental. Tiene que ver con la comunicación con el público y lo que va sucediendo en cada noche. Lo que me emociona de este proyecto es que se mueve mucho por el boca a boca, y eso ha generado un público que es muy fiel: llegan porque otro lo recomendó, y no porque lo vio en la televisión. Eso genera algo que es un movimiento muy potente, algo como de pertenencia. Algo que se agradece.

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