鈥淢e gustan los pianistas antiguos; los grandes maestros del pasado. Uno puede reconocer en ellos un sonido propio, inmediatamente鈥, dice Nelson Goerner, en di谩logo con P谩gina/12. Hoy actuar谩 en el Teatro Col贸n, para el ciclo del Mozarteum Argentino. Acaba de publicar, en el sello franc茅s Alpha, una interpretaci贸n extraordinaria de la Sonata 鈥淗ammerklavier鈥 y las Bagatelas Op. 126 de Ludwig Van Beethoven. Las revistas especializadas europeas hablan inevitablemente, al referirse a 茅l, del 鈥渃olor鈥. Y suelen apodarlo 鈥渆l poeta del piano鈥. Marta Argerich dec铆a que 鈥渘o hay instrumento m谩s antimusical que el piano; uno pone sus manos all铆 y suena: es una m谩quina鈥. Goerner se r铆e. 鈥淐laro 鈥揳firma鈥, por eso uno va en contra de eso. A m铆 me preocupa much铆simo la factura de cada sonido. Y la posibilidad de lograr que esa m谩quina se convierta en el veh铆culo de lo que uno quiere decir鈥.
Nacido en San Pedro hace 47 a帽os, formado inicialmente con Jorge Garrubba y luego con Juan Carlos Arabi谩n y Carmen Scalicione, en 1986 gan贸 el Primer Premio en el Concurso Franz Liszt y, por iniciativa de Martha Argerich, recibi贸 una beca del Mozarteum Argentino gracias a la cual continu贸 su aprendizaje en Ginebra 鈥搇a ciudad donde vive actualmente鈥, gradu谩ndose con altos honores en la c谩tedra de Mar铆a Tipo, en 1990. Ese mismo a帽o gan贸 el Primer Premio en el Concurso de Ginebra, que Argerich hab铆a ganado en 1957. Admira a Argerich, por supuesto, y ella fue en gran medida su mentora. Pero tambi茅n a otros pianistas en quienes reconoce esa cualidad del 鈥渟onido propio鈥, Radu Lupu y Grigory Sokolov. 鈥淓scucho mucha m煤sica, voy a conciertos y escucho discos de los int茅rpretes que me gustan. No creo que sea cierto que uno debe mantenerse aislado por el riesgo de influenciarse en demas铆a. Tal vez para un int茅rprete en formaci贸n puede ser cierto. Pero, adem谩s, para m铆 es una cuesti贸n de gusto. Me encanta escuchar y me interesa mucho, en particular, escuchar los puntos de vista de otros int茅rpretes. S茅 que cada uno tiene un estilo propio. Tal vez sea el 煤nico posible para uno. Pero tambi茅n s茅 que hay otros, que pueden no tener con mi manera de ver una obra en particular pero son tan v谩lidos como los m铆os.鈥
En sus conciertos porte帽os (el primero fue anoche) interpreta el mismo programa, incluyendo la Chacona en Sol Mayor, HWV 435, de Georg Froedrich H盲ndel, las Danzas de la liga de David Op. 6, de Robert Schumann y varias piezas de Fr茅deric Chopin: la Barcarola en Fa Sostenido Mayor, Op. 60, el Scherzo No. 3 en Do Sostenido Menor, Op. 39, los Nocturnos en Fa Menor y en Mi Bemol Mayor, Op. 55 Nos 1 y 2, y la Polonesa en La Memol Mayor, Op. 53 鈥淗eroica鈥. 鈥淟a obra de H盲ndel formaba parte del repertorio pian铆stico y fue dejada un poco de lado en los 煤ltimos a帽os鈥, dice Goerner. 鈥淓n alguna medida los clavecinistas se han apropiado de ella y en rigor es una obra mayor, en gran escala, y que los pianistas nos merecemos. El estilismo es importante. Es un punto de partida pero no un dogma ni un absoluto. Hay grandes y pobres interpretaciones tanto en ese campo como en el de quienes tocamos con instrumentos modernos. Si se trata de un clave o un piano no puede hacer perder de vista que lo importante est谩 m谩s all谩 y tiene que ver con la profundidad que el int茅rprete es capaz de lograr con esa m煤sica.鈥
Goerner piensa en una de las obras de su prograna, las Danzas de la liga de David, y la toma como met谩fora. En esa serie de piezas uno busca que cada una de ellas llegue a tener, en el brev铆simo tiempo que duran, su car谩cter 煤nico e individual. Y al mismo tiempo se trata de lograr que todas ellas est茅n unidas por algo, que el oyente perciba una relaci贸n entre una y otras y entre cada una de ellas y el conjunto. Las obras de un programa creo que tienen que jugar ese mismo juego; ser cada una una expresi贸n cabal de s铆 mismas y de todo lo que las hace diferentes de las dem谩s. Y, al mismo tiempo, encontrar una uni贸n, una narrativa. Poder sentir que cada una de las obras que uno ha decidido tocar juntas en un concierto busca distinguirse, tener un clima y un sentido propio y, a la vez, es parte del conjunto. Poder ser iluminada por las otras obras y poder iluminar en ellas cosas que no hubi茅ramos escuchado, o no nos hubieran sonado de esa manera si esas obras no hubieran estado una junto a la otra.
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