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Una puesta de una ópera puede ser muchas cosas. En el punto de partida puede haber una mirada sumamente literal –y hasta filologista– sobre el texto y acerca de las características de los espectáculos teatrales en las épocas en que estas obras fueron compuestas. Y, también, lo contrario. En uno y otro campo se ven producciones escénicamente potentes y que establecen diálogos inteligentes con el libreto y, también, arbitrarias, absurdas o ramplonas de la manera más grisácea. El espectáculo planteado por la coreógrafa alemana Sasha Waltz a partir de la ópera Dido y Eneas, de Henry Purcell, que sube hoy a escena en el Teatro Colón, pertenece a una tercera categoría.

Grandes peceras dentro de la cual se mueven los bailarines que duplican los personajes principales y vuelos con arneses son algunos de los elementos con los que lo que sucede en el escenario, que claramente no sigue la trama argumental, más que aportar nuevas líneas de tensión directamente plantea otra voz, a la manera de los motetes medievales, absolutamente contrastante. El resultado se parece poco a cualquier puesta operística. Es, sencillamente, otra cosa. Y es bellamente inquietante. Parte de ese contraste de alta exposición está dado por el impecable estilismo de la parte musical. Como parte de esta producción de la propia Waltz llega una de las mejores orquestas especializadas en música barroca en el mundo, la Akademie für Alte Musik Berlin. Y, junto a ella, participará en elenco de grandes cantantes del género (o del sub género barroco) como Aurore Ugolin en el papel de Dido, Reuben Willcox en el de Eneas y, como Belinda, la exquisita Deborah York, que cantó el papel de Anne Truelove en la versión de The Rake’s Progress, de Igor Stravinsky, que el Colón estrenó en 2001 con puesta de Alfredo Arias.

Con nuevas funciones mañana, el viernes 10 y el sábado 11 de junio, siempre a las 20, y el domingo 12 a las 17, la obra cuenta con dirección musical de Christopher Moulds, diseño de escenografía de Thomas Schenk y Sasha Waltz, diseño de vestuario de Christine Birkle e Iluminación de Thilo Reuther. El coro será el Vocalconsort de Berlín y participan los bailarines Yael Schnell, Michal Mualemn, Virgis Puodziunas y Sasa Queliz. La ópera, compuesta en 1682 sobre un libreto del dramaturgo y poeta Nahum Tate, es sumamente breve y arrastra la leyenda de haber sido compuesta para una exhibición escolar (y es que fue en un colegio de niñas donde se encontró una versión para pequeña orquesta). Diversos testimonios prueban que la obra fue representada también en teatros y que, por lo menos en la visión de Purcell y su libretista, nunca fue pensada como ópera pequeña sino, más bien, todo lo contrario.

Sasha Waltz, considerada una de las principales artistas en el terreno de la danza contemporánea europea, nació en Alemania y estudió danza y coreografía en Ámsterdam y Nueva York. Körper, S, y noBody son algunas de sus obras más importantes. Ha ganado la Orden al mérito y de la cultura francesa “Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres”, recibió la cruz del Mérito de la República Federal Alemana en 2011, y también fue nombrada miembro de la Akademie der Künste, en Berlín, en 2013. En 1993 fundó la compañía Sasha Waltz & Guests junto a Jochen Sanding. En 1999 fue nombrada directora artística en Schaubühne am Lehniner Platz, en Berlín, junto a Sandig, Thomas Ostermeier y Jens Hillje. Luego de un príodo de cinco años, al finalizar su período en Schaubühne reactivó su compañía independiente. Waltz ya había estado en Buenos Aires hace quince años, cuando participó en la tercera edición del Festival de Teatro de la ciudad con la obra Körper, que compuso luego de una investigación de seis semanas en el Museo Judío de Berlín.

Dido y Eneas, de Purcell, en el Colón, con puesta de Sasha Waltz

Opera y contrastes

La coreógrafa alemana elige una mirada que no se parece a nada. Más que poner en escena una obra del barroco inglés, construye una nueva pieza en que aquélla aparece incluida.