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Miércoles, 8 de junio de 2016
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Leonardo Pastore y su CD con canciones de Gardel producido por León Gieco

“Cómo no conmoverse con esos clásicos”

Criado entre lo lírico y lo popular, el cantante abordó, en Carlos Gardel Original, un repertorio anclado mayormente en los años 30. Dice que fue fundamental el aporte de León. “Es el Gardel de nuestro tiempo. Fue una inspiración que me dijera ‘cantá como sentís’.”

Por Cristian Vitale
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Pastore actuará el próximo viernes en el Palacio La Argentina.

La idea fuerza fue respetar a rajatabla a Gardel. ¿Cómo surgió?, ¿or qué? porque su hermano gemelo, Marcelo, le recordó que a los diez años él ya cantaba los tangos del Zorzal en el Tortoni. Y que el hábito le había durado hasta que, con el paso del tiempo, se le interpuso el canto lírico, género al que le dedicó buena parte de su trayecto, y al que agradece la técnica y el trabajo de su voz de tenor. “Pero ahora estoy retomando la música popular que fue lo que siempre me interesó más”. confiesa. El por qué y el cómo, entonces, deviene de una elipsis en la que Leonardo Pastore, el protagonista, puede contarse y de paso contar el flamante disco llamado –más que acertadamente– Carlos Gardel Original. “Lo concreto es que hace dos años conocí a León Gieco, que tenía la idea, igual que mi hermano, de hacer un disco de Gardel con los arreglos originales”, prosigue este cantor que ya tenía dos discos en su haber: Viejos tiempos, publicado en 2001 y el homenaje a Alfredo Zitarrosa, Recordándote (2012), y que presentará el tercero el viernes 10 de junio en el Palacio La Argentina (Rodríguez Peña 361). “Fue un laburo enorme el que hicimos, porque nos basamos solo en la data de los músicos que lo acompañaban. Tuvimos que transcribir todo de las grabaciones originales… todo el mundo escuchándolas y diciendo ´lo que hace el primer violín no es un Sol sino un La` y cosas por el estilo. Fue un laburo monumental, la verdad. Me quedó esa esencia gardeliana que no busco imitar pero no puedo evitar cuando canto sus tangos. Hicimos algo que nunca se había hecho”, sentencia el tenor.

Entre lo lírico y lo popular –o viceversa– hay que ubicar este sesudo trabajo, que contó con la producción artística de León Gieco, la investigación de dos pacientes arregladores (Lucio Bruno Videla y Hernán Malagoli), un reconstructor del sonido de guitarras como Pablo Alessia y la mezcla final del portugués Da Silva, un crack del rubro. “Fue un arduo trabajo que necesitó la intervención de todos porque los temas de Gardel, en su última etapa en Estados Unidos, los arreglaba Terig Tuchi, un argentino radicado allá, y además la formación era tres violines, contrabajo, cello, piano y acordeón a piano, porque muchos creen que había bandoneón, pero no es así. En todas esas grabaciones no hay bandoneón, porque se ve que en esa época no había bandoneonistas en Estados Unidos. Así se arreglaban y se grabaron los ‘hits’ de Gardel, además de algunos con guitarras, que también hubo que transcribir escuchando y ejecutando, cosa que es muy difícil, porque la guitarra, en ese momento, se tocaba de otra manera”, destaca este cantor nacional y académico nacido en Lanús y descubierto por Héctor De Rosas, un histórico del género.

El repertorio gardeliano que aborda Pastore se nutre, en su mayoría, de grabaciones de la década del treinta. Es decir, la del tándem Gardel-LePera que parió bellísimas piezas como “Por una cabeza”, “Cuesta abajo”, “Volver”, “Lejana tierra mía” o “El día que me quieras”, entre otras. Pero también hay un par que la preceden como “Mano a mano”, de la época Razzano-Flores o “Manos brujas”, foxtrot compuesto por José María Aguilar en 1928. “Elegí así porque en general, Gardel, como los cantores nacionales de esa época, tenía su dúo, trío o cuarteto de guitarras, y grababa alguna vez con orquestas aparte. El tiene cosas con el sexteto de Canaro, por ejemplo, pero digamos que la etapa final estuvo signada por una orquesta con arreglos hechos especialmente para él, y eso fue lo que quisimos rescatar”, explica Pastore, que también ha pasado por su voz a Yupanqui, Falú y Zitarrosa, tanto como a los cuentos de Hoffmann, por caso.

–Está claro lo epocal, excepto dos temas: “Mano a mano” y “Manos brujas”….

–O “Madreselva” que, si bien pertenece a 1931, la canta acompañado por el sexteto de Canaro. Nosotros recreamos esa versión, que es la que baila en Il postino. Pero en general, como decía, la idea central fue rescatar esos arreglos de la década del treinta hechos por Tuchi.

–¿Cómo fue retornar a Gardel luego de sus trabajos como tenor? ¿de qué forma tuvo que readaptar su voz, volver a llevarla hacia el campo del canto popular?

–Hay una readaptación en la forma de cantar, sí, aunque también creo que él, en esa última etapa en que le apasionaba la lírica, llegó a un nivel técnico muy especial, muy particular. Yo diría que la readaptación pasó más bien por la tesitura, porque si bien yo no canto como tenor en el disco, mi tesitura es un poco más aguda que la de él. Por eso hubo que adaptar los arreglos en tonalidades, pero igual es melodía pura, son acordes puros… una exquisitez de esa época que estaba vinculada a los primeros momentos del jazz, y a la apertura musical, en general.

–¿Cómo fue trabajar con León como productor artístico?

–Más allá de la persona y el ídolo popular que sabemos que es, yo lo considero un referente. Lo lindo del trabajo fueron las largas charlas que tuvimos sobre lo que hacía Gardel cuando grababa, hasta que terminábamos hablando de Zitarrosa, de Cafrune, de toda esa gente

–Un disco más para los melómanos de Gardel.

–Esa fue la idea, sí. Quería agregar, volviendo a la pregunta anterior, que León tiene una sensibilidad particular por muchas cosas. Por la música, claro, pero también por las personas, por los sentimientos, y entonces para mí fueron de la mano el aporte artístico de alto vuelo que le dio al disco y la apertura de cabeza que me brindó al hablarme de Antonio Tormo, que le había contado que había escuchado y visto a Gardel en vivo. Me pone la piel de gallina esto, porque creo que León es el Gardel de nuestro tiempo. Para mí fue un motivo de inspiración el hecho de que me dijera ´cantá como sentís`.

–A propósito, ¿cuál es el tango de Gardel que más siente, al momento de cantarlo?

–“Silencio” (de Gardel-LePera + Pettorossi grabado en 1932) por todo lo que representa la historia del tema. Algunos dicen que Gardel descubrió un cementerio en Francia donde estaban las tumbas de los cinco hermanos que murieron en la guerra, y que son los personajes de la canción. Ese contexto me conmueve y es uno de los temas que hice con más gusto y placer. “Lejana tierra mía”, también, y “Volver”, y bueno, cómo no conmoverse al cantar estos clásicos.

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