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Domingo, 17 de julio de 2016
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LA ARGENTINA VERONICA CONDOMI Y LA CHILENA NATALIA CONTESSE, HOY EN LA USINA

Juntarse por sobre la cordillera

Las cantoras se cruzaron por primera vez en la entrevista con Página/12, pero sus coincidencias prevén un diálogo fecundo sobre el escenario: cada cual hará lo suyo, pero con la seguridad de que “las dos le apuntamos a la música de la gente que está viva”.

Por Sergio Sánchez
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“Estoy muy entusiasmada con conocerla y compartir. Y, por supuesto, el corazón de un músico siempre apunta a la música y ojalá podamos encontrarnos ahí”, dice, con sinceridad, Verónica Condomí. Hoy, en la Usina del Arte, compartirá una fecha con la cantora chilena Natalia Contesse, y ambas acaban de conocerse personalmente. Todo fluye en ese instante. Durante la charla con Página/12, se percibe la frescura del primer encuentro: se miran con curiosidad, intercambian sus discos, se sorprenden por las coincidencias musicales y esperan con ansiedad el primer ensayo juntas. “Seguro prepararemos alguna de Violeta”, desliza, ansiosa, Contesse, una de las cantautoras más inquietantes de la nueva generación de músicos chilenos. Es que cada una tendrá un set propio, pero en algún momento de la jornada se cruzarán en el escenario. “Las dos le apuntamos a lo popular: la música de la gente que está viva. Más que música tradicional, lo nuestro es folklórico en el sentido de ir al fondo de la raíz de algo, de un lugar, de una expresión de un pueblo, su idiosincrasia, su problemática, su corazón”, enlaza Condomí. “En donde me encuentro con la tradición en mí música es en algunos géneros o ritmos que pasaron de generación en generación. Ahí me identifico con lo tradicional”, aporta Contesse, pero ambas coinciden que lo suyo es la canción de raíz folklórica. La cita es a las 19 en el espacio porteño ubicado en Caffarena 1, con entrada libre y gratuita.

Condomí no precisa demasiadas presentaciones. Maestra de músicos, vanguardista del canto, se codeó desde muy joven con artistas de la estirpe de Jacinto Piedra, Peteco Carabajal, Chango Farías Gómez y Mono Izarrualde, en aquel inolvidable seleccionado llamado MPA (Músicos Populares Argentinos). Entre sus principales proyectos, se destaca su paso por MIA, su dupla con Liliana Vitale y sus notables discos solistas. Su último trabajo editado es Camino de estrellas (2014), un discazo realizado junto a Pablo Fraguela. En tanto, Natalia Contesse (38 años), inició su camino musical en grupos que exploraban en las raíces afro y luego, en un viaje a Bolivia, se dio cuenta que no conocía en profundidad la música chilena. “La conocía desde un lugar intuitivo, pero cuando volví del viaje me contacté con investigadores chilenos contemporáneos a Violeta Parra, como Margot Loyola. Y a partir de ahí empecé a entender a la cantora campesina, el rol de la mujer, la guitarra en Chile, el universo de la cueca, la tonada, las décimas. Empecé a encontrarme con Violeta de otra manera. Fue súper bonito ese camino de retorno a lo local”, cuenta Contesse, quien grabó dos discos: Puñado de Tierra (2011) y Corra la voz (2013). “Yo tuve la suerte que en mi familia se cantaba mucho en la casa. La guitarreada era algo común. Yo me tiraba a los pies y dormía escuchando folklore latinoamericano. Después me di cuenta que en las otras casas no pasaba lo mismo que en la mía”, recuerda Condomí, de madre paraguaya y padre argentino. En la casa de Contesse, en Santiago de Chile, predominaban The Beatles.

–En los últimos años parece haber aumentado el intercambio entre músicos argentinos y chilenos ¿Coinciden?

Verónica Condomí: –Obviamente todos los músicos argentinos tenemos a Violeta en nuestro corazón, pero no conozco todas las otras nuevas ramas de ése árbol. Nunca me había tocado compartir con una continuadora como Natalia. Estoy muy contenta. Coincido en que hay un intercambio mayor, nos está tocando a nosotras, habría que ver qué alcances tiene.

Natalia Contesse: –En las radios de Chile ni siquiera tocan la música chilena, entonces, menos aún pasan la música argentina. Sin embargo, lo que está pasando es que en los viajes nos conocemos entre nosotros, los músicos de ambos lados de la Cordillera. Es como una industria paralela. Uno genera el ida y vuelta, el canal, el intercambio de discos, la posibilidades de tocar en ambos países. Es una cuestión generacional. Compartimos un tiempo en común y estamos en la misma.

–¿Tiene que ver con los tiempos y “cambios” políticos?

V. C.: –Más allá de todo, como músicos argentinos populares, la tarea que nos toca es acompañar los procesos de nuestros pueblos. Afuera ya sabemos que falta de todo. La música se ocupa de lograr fortalecer la esperanza, de que no decaiga, de que uno sienta que un mañana mejor es posible y estamos juntos. Siento que me toca esa tarea. Yo ya sé que soy feliz cantando, pero el otro no solo escucha la linda melodía, sino lo que lleva adentro.

N. C.: –Siento que uno no canta solo por la voz bonita, estoy de acuerdo. Por eso me interesa lo que pasa de generación en generación. Cuando vas a visitar a un campesino, te encontrás con realidades que no verías de otra forma. Son historias que me llenan de responsabilidad. Llevar un mensaje para fortalecer lo vital. En muchas canciones le canto, por ejemplo, al agua, que en Chile hay un tema súper fuerte con eso. Chile ya ha vendido todos sus recursos naturales, su economía se basó en eso ¿Cómo no lo voy a cantar a eso? El agua es vital. Hay muchos pueblos que no tienen agua por las mineras. Me gusta la idea de esperanza de la que habla Verónica. El canto no tiene sentido si no comparto con mi aliento y mi corazón lo que siento que es trascendente, lo que me hace sentido, me apasiona y me angustia. Con las canciones uno siembra algo en el otro.

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