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Viernes, 22 de julio de 2016
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CICLO ALEACIONES, LOS SABADOS EN EL CENTRO NACIONAL DE LA MUSICA

Un espacio de experimentación

El encuentro musical está planteado a la manera de encrucijadas sonoras, entre artistas de distintos géneros y tradiciones. En los próximos cruces estarán, entre otros, Ramiro Flores-Yamil Burguener, Diego Vainer-Fantasías Animadas y Fernando Kabusacki-Zigo Rayopineal.

Por Cristian Vitale
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La aleación de este sábado estará en manos de Esteban Sehinkman, en un “duelo” de piano y sintetizador modular.

“Se me apareció como un espacio de juegos y experimentación, en el lugar menos esperado”, lanza Santiago Vázquez, en su carácter de pionero en estas “rarezas musicales” para entrarle sin filtro al Ciclo Aleaciones, que ocurre todos los sábados hasta el último de agosto (éste, por caso) a las 19 en la Sala Guastavino del Centro Nacional de la Música, ubicado en México 564. Así empieza el hombre, y luego viene el fundamento: “Allí donde uno imaginaría que iría el público a evaluar la calidad de la interpretación de las jóvenes promesas sobre obras clásicas que ya no necesitan presentación, encontré, en cambio, un público muy variado, y dispuesto abiertamente a participar de algo desconocido y riesgoso: el primer encuentro de dos músicos con lenguajes totalmente disímiles, que improvisan todo el concierto”, amplia el baterista, percusionista, pianista, guitarrista y demás istas, sobre los cruces que sucedieron y que sucederán en este ciclo auspiciado por Cultura Nación, cuyo nombre completo es Aleaciones: Lenguajes + improvisación, ciclo de cruces musicales y que, para marcar el destino, ya atravesó al mismo Vázquez con otro músico de frondoso prontuario –el entrerriano Manuel Schaller– en una conjunción entre piano, mbira, berimbau, percusión y theremin.

“Esa sorpresa –retoma Vázquez– fue suficiente para ponerme del mejor humor. Un público que disfruta del riesgo merece todo de parte de músicos y de organizadores. Ese es, a mi criterio, el tipo de público que vale la pena cultivar y mimar. Específicamente, nuestro encuentro o aleación con Schaller, músico al que conozco pero con quien nunca habíamos compartido escenario ni ensayo, fue como charlar con un científico de un tema que nos apasiona a ambos y que me trae novedades desde su campo de estudio. Sorpresa momento a momento, y también un ejercicio de cintura, el de adaptarnos rápidamente a las ideas del otro, constructivas pero inesperadas dentro del lenguaje habitual de cada uno. La pasé muy bien, y creo que el público también”, racconta este multiinstrumentista de generoso background como compositor, director, productor, y generador de proyectos culturales, pensando en la aleación de este sábado (piano y sintetizador modular) en manos de Esteban Sehinkman, y también en las demás. “Espero que ciclos como éste se puedan continuar y reproducir en diversos ámbitos, porque contribuyen a la formación de un público que aliente a expandir las fronteras”, proyecta Vázquez, sobre el devenir del proyecto curado por Leandro Frías.

Entre las encrucijadas que vendrán están las de Ramiro Flores y Yamil Burguener (saxos, clarinete, trombón + dispositivos electrónicos), el sábado 30; las de Diego Vainer y Fantasías Animadas (piano + electrónica, procesos), el sábado 6; las de Fernando Kabusacki y Zigo Rayopineal (guitarra eléctrica + síntesis y soundscapes), el sábado 13; las de Juan Pablo Arredondo y Nicolás Varchausky (Guitarra eléctrica + acoples), el sábado 20; y el cierre a cargo de Lucio Mantel y Leonardo Martinelli, cuyo contenido cuenta el mismo Martinelli: “Me entusiasma esto porque siento que el ciclo está en sintonía con algo que vengo explorando ultimamente y tiene que ver con una síntesis del lenguaje musical… con provocar verdaderas aleaciones. Aún si no sos melómano, podés apreciar y sentirte conmovido por una música que busca hilvanar un discurso, por más abstracto que sea. La idea es que esa síntesis del discurso sea concreta… aunque hagas música con una cajita de fósforos”, se manifiesta el creador del grupo Tremor. “Hace rato teníamos ganas de hacer algo juntos con Lucio. Me gusta la idea de trabajar con un cantante, porque obliga a ser más concreto y no irte por las ramas. Melodías cantadas, pero sin necesidad de llegar a la canción, quiero decir. O, si se quiere, un tercer espacio para recorrer… tenemos la intención de salir de los lugares comunes que suelen tener este tipo de cruces”, agrega el inquieto músico.

En tanto, otro de los implicados en la avanzada sonora (Kabusacki), también habla de atravesar fronteras, pero desde otro ángulo de mirada. “Los cruces de aleaciones significan para mí una oportunidad de animarse a saltar límites y comunicarse con artistas que suelen hablar lenguajes musicales diferentes, encontrando puntos en común para poder crear y construir una musica nueva, que bastante falta hace. Para mí, la musica es toda una, e improvisar es una manera de comunicarse entre los músicos y comunicar a quienes vengan a vernos. Esta práctica es esencial para los artistas”, dice el gaucho eléctrico que se cruzará con Rayoponial, mientras Nicolás Varchausky aporta su punto de vista: “Lo que me atrajo de la propuesta curatorial de Frías es el grado de riesgo que maneja, inusual en las programaciones de este tipo de espacios. Al unir músicos de tradiciones diferentes, que nunca tocaron juntos y que incluso quizás no se conocían ni de nombre. Esto de aleaciones parece querer romper con varios vicios y prejuicios del medio: la idea de género musical como compartimiento estanco, de circuitos de circulación sin encrucijadas y sobre todo la de combatir la alienación de oyentes y músicos”, enmarca el músico, compositor e investigador. “En mi caso particular –prosigue– compartiré el escenario con Juan Pablo, un guitarrista de jazz con mucho dominio tímbrico y gran improvisador. Combinaremos su set de guitarra y pedales de efectos, con mi set de acoples procesados en tiempo real, con la computadora y el cuerpo. En fin, abrir un espacio de experimentación que involucra por igual a organizadores, músicos y oyentes es un logro en sí mismo. Para estar a la altura de este desafío, hay que estar dispuesto a dejarse llevar y vivir el momento”.

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