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Miércoles, 20 de diciembre de 2006
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LOS URUGUAYOS CUARTETO DE NOS TIENEN DISCO NUEVO, “RARO”

“No nos interesa la realidad”

El grupo, que viene haciendo un trabajo de hormiga en la Argentina, insiste en alejarse de todos los tópicos de su país.

Por Cristian Vitale
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El Cuarteto protagonizó una sonada polémica en su país con “El día que Artigas se emborrachó”.

El acto de presentarlos no se agota en informar que editaron diez discos, que hace veinte años que tocan juntos sin cambios en la formación, que una vez fueron denunciados por transformar al general Artigas en un borracho o que ningunean a Jaime Roos y el Canario Luna como nadie se atrevería en Uruguay. El Cuarteto de Nos, grupo de culto si los hay, es más que todo esto junto. O menos. “Somos un grupo mayormente musical, que sirve para que cuatro mentes enfermizas tengan un espacio para hacer lo suyo, que no es expresarse ni comunicar nada”, manifiesta Santiago Tavella, bajista, ahorrando poco en confusión. “Nunca nos gustó el nombre. Lo elegimos de entre una lista de nombres peores, apurados porque precisábamos llamarnos de alguna forma. El ‘nos’ se relaciona con que lo que hacíamos nos iba a gustar nosotros y a nadie más. El tiempo nos dio la razón”, continúa el guitarrista Roberto Musso, aportando en el mismo sentido que su compañero. Los cuatro –los otros integrantes son Ricardo Musso y Alvaro Pintos– encararon una visita relámpago a la Argentina con la intención de descorrer detalles de su último disco, cuyo nombre revela su esencia: Raro. “Lo encaramos con la intención de diferenciarlo de todos los anteriores discos, en cuanto a la descripción de los personajes. Queríamos hacer algo así como el disco oscuro del Cuarteto... hubo una cosa premeditada ‘de pique’, aunque sin perder nuestra identidad. Fue un riesgo, y nos sorprendió el éxito que tuvo en Uruguay”, comenta Musso. Producido por Juan Campodónico, el sucesor de Cortamambo acaba de editarse en Argentina y el cuarteto prevé dejar que pase el verano para mostrarlo, tal vez, en La Trastienda. “Las primeras visitas a Argentina fueron sin pena ni gloria, pero en el ’98 detectamos que nuestra semilla de maldad estaba dando frutos... ya había gente que conocía las canciones. Creo que valió la pena el trabajo de hormiga”, dice Santiago.

–¿Qué tan cerca, o lejos, se encuentran de Jaime Roos y Canario Luna?

Santiago Tavella: –No tenemos nada que ver con eso. Creo que el manejo que hacemos de lo identitario es totalmente distinto al de ellos. No creo que sea antiuruguayo, pero no me pondría a discutir ni dos segundos con alguien que eventualmente dijera que somos unos alienados sin identidad.

Semejante revelación explica de manera indirecta los elementos extravagantes que el Cuarteto tomó para construir su singular historia. No sólo ironizan sobre la cultura uruguaya –tienen un tema que se llama “No somos latinos”–, sino que inventaron su propia ciudad de origen (Tajo) y hasta un manager ficticio, Emilio García, cuyo nombre utilizaron para titular el segundo disco. Tajo es una ciudad imaginaria de la cual provienen los cuatro y, como tal, parte fundamental de una ingeniosa cosmovisión. “Nació como un juego de adolescentes de apartamento, simulando estar transmitiendo desde una emisora de radio de esa ciudad. Grabábamos estupideces en casetes que después escuchábamos para reírnos. De esos programas, que consistían en paneles de especialistas que destrozaban poetas que se presentaban por primera vez a declamar sus poesías, salieron los primeros personajes de canciones”, evoca Roberto. Uno de esos personajes, García precisamente, es oriundo de Tajo. “Era uno de los habitantes de Tajo especializado en marketing de artistas. Y fue el primer manager del cuarteto, pero como el disco que produjo fue un fracaso de ventas, el tipo nos despidió y puso una fábrica de termos”, enreda Roberto.

–¿Por qué juegan con la imaginación respecto de lugares y personas?

S. T.: –No es por nada de la imaginación al poder, es que no tenemos otra... la realidad no nos interesa. Está buena la ciudad de Tajo, porque la moda nunca pasa de moda, y la gente ya está aburrida de divertirse.

Se dice de ellos que inventaron el concepto de “teatro clip”, una especie de bombardeo audiovisual en que se mezclan música y actuación –Tabaré Rivero y Andrea Davidovics, hoy en La Tabaré, participaron de la locura–, y a menudo mutan en dos bandas paralelas: Los Bedronclos y Tukito y sus Cowboys. Ambas se explican por una cuestión de ranking. “El Cuarteto fue, es y será siempre el grupo número seis en todo los rankings de Tajo y Montevideo, hecho de suma utilidad para afrontar nuestra trayectoria sin presiones”, ¿explican? “En Tajo, el primer puesto se lo disputan Los Bedronclos, grupo de pop rock latino, y Tukito y sus Cowboys, un auténtico grupo punk. Los Bedronclos se dicen rock latino, pero tienen cornetas, tumbadoras y sus integrantes saltan en el escenario como si fuera una clase de aerobic. Tukito es más salado, sus integrantes están estáticos durante las tres horas que dura su show y tienen grandes hits de un minuto como ‘Afinar es careta’, ‘Date vuelta Jesucristo’ y ‘Dame un beso en el herpes’.”

–Lo de “Afinar es careta” liga con una crítica recurrente sobre ustedes... la de sonar como un grupo desprolijo. ¿Es atinado que se los trate así?

S. T.: –Hasta 1990 era verdad, aunque no mucho más desprolijos que algunos músicos reputados de buenos. Pero a partir de allí, la frecuencia con la que tocábamos borró toda traza de desprolijidad, si bien nunca perdimos la espontaneidad arriba del escenario. Creo que la gran venta de Otra Navidad en las trincheras (1994) debe haber generado algún tipo de resentimiento y que alguna gente dijera que éramos desprolijos tocando o ese tipo de lugar común tipo “lo de ustedes son las letras porque la música es chiquilanga”.

R. M.: –Seguramente los que hablan de eso son personas que se bañan más de una vez al día y utilizan talco. No nos interesan sus comentarios.

–¿Cómo hicieron para mantenerse tanto tiempo juntos?

S. T.: –La cosa funciona como barra de amigotes, influye el hecho de que nos hicimos famosos tardíamente: eso ayudó a que no nos la creyéramos...

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