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Viernes, 15 de junio de 2007
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PURA FE, HOY EN EL ATENEO

“Mis canciones no acusan, señalan”

Descendiente de una de tantas tribus arrasadas por la colonización, la cantante presenta aquí el notable material de Follow Your Heart’s Desire.

Por Cristian Vitale
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Lo de Pura Fe es una muestra de exquisitez musical, hija dilecta de la mejor tradición folk étnica.

Da igual. Con el pelo suelto, trenzado o atado, tomando un café a la mañana o encendida en noche de show, producida o totalmente natural, Pura Fe es siempre y exactamente lo mismo: una noble embajadora de la cultura indígena de América del Norte. Se puede empezar por lo central: es cantante, guitarrista, compositora y su disco reciente, Follow Your Heart’s Desire, es –sin exagerar– una muestra de exquisitez musical, hija dilecta de la mejor tradición folk étnica estadounidense. Pero también por su militancia de raíz. Cualquier etapa que se tome de la descorazonada colonización inglesa sobre esa parte del continente, ella la aborda con total naturalidad. Por ejemplo, la del siglo XVII, tal vez la más salvaje. “Según los registros europeos –desliza–, había una organización nativa muy bien instalada en el medio de la nación, que funcionaba como nexo en el intercambio entre las tribus del norte y del sur. Los blancos tuvieron que cortar ese puente para llevar a cabo su proyecto colonizador... se llevaron un montón de indios esclavos para Africa y trajeron negros de allí para provocar una distorsión social y cultural.”

Pura Fe, que no es apodo sino nombre, está hablando de sus antepasados maternos: los componentes de la tribu Tuscarora. Es parte de la cuarta generación de cantantes mujeres y lo comunica con absoluta calma, con una paz permanente. Cuentan Dafne y Paula –sus nexos con Argentina– que pasó medio viaje en avión haciéndose la larguísima trenza roja y verde que luce ante Página/12. Que estuvo medio viaje así, con paz hacedora, y medio dormitando. Fantaseando, tal vez, con cómo sería el destino señalado: Argentina. Un país, a sus ojos, lejano y cercano a la vez. Sabe que la hermanan con la nación mapuche –por caso– historias de sangre, resistencia y desarraigos. Y sabe, también, que sus presentaciones –hoy y mañana en el ND Ateneo, Paraguay 918– serán un reservorio de curiosos (es la primera representante de la música india norteamericana que llega al país), melómanos y seguidores de la tradición folk rock, que ella interpreta con lucidez, poderosa voz y nítida belleza. “Los músicos de mi tribu son conocidos por cantar temas tradicionales corales. Como efecto de los misioneros de la iglesia, han elaborado un estilo muy propio.”

–¿Quién los “evangelizó”?

–La iglesia baptista y pentecostal. Gente media loca, intensa (risas).

La artista multifacética arriba a las pampas como representante del sello Music Maker, acompañada por Adolphus Bell, un One man band crudo y blusero nacido en Alabama que toca guitarra, batería, armónica y canta como Joe Hill Louis. Y será recibida por un anfitrión clavado: Miguel Botafogo. Taj Mahal, que la tuvo en su banda, la describió alguna vez como un “ave cantora” de voz ronca y Sting no pudo resistirse a su canto encantado. “Estábamos en el Festival de San Remo y él andaba con su cámara..., quería filmarse hablando con indios, y así nos conocimos. Luego me invitó a integrarme a su grupo. Fue una linda experiencia”, evoca. Antonia, su nombre por vía paterna –su padre es puertorriqueño–, es devota de Mercedes Sosa, Joni Mitchell y Crosby, Still & Nash, reminiscencias que se cuelan de a ratos en los trece tracks que componen Follow Your.... “En este disco rememoro las experiencias que tuve viviendo con mi tribu. Fui parte del consejo y es lo que muestro al mundo”, sostiene.

–¿Cómo se toma su propuesta de defender las raíces en los Estados Unidos?

–No es muy común que se hable de la manera que hablo yo, mi música dice cosas que nadie diría, porque es controversial. Molesta a la gente, porque canto viejas heridas que nadie quiere escuchar. La gente, en el sur, aprendió a vivir de una manera confortable y no quiere reabrir viejas heridas. Igual, no canto apuntando a la gente. Hablo de mi historia con orgullo. No acuso, señalo.

Nacida en Nueva York, Pura Fe pasó buena parte de su vida conviviendo con la tribu Tuscarora asentada en Carolina del Norte, y hoy vive en Seattle, la tierra de Kurt Cobain. Es alérgica a la harina, tiene un coro conmovedor llamado Ulali –trío a capella– y es, también, poeta, bailarina, actriz y docente. Dice admirar, además, a Jeff Beck, Johnny Winter y Paco de Lucía e insiste con la veracidad de su nombre. “Mi tía paterna se llamaba así y, cuando se murió, mi padre no hizo otra cosa que pasármelo... creo vivir acorde con él: la música es una cuestión de fe.”

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