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Viernes, 14 de octubre de 2005
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ROBERTO ALVAREZ Y COLOR TANGO

“Pugliese fue un ejemplo en todo”

El bandoneonista y su orquesta presentan un show que rescata clásicos del maestro.

Por Cristian Vitale
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Alvarez y Color Tango actúan hoy y mañana en el C. C. Tasso.
Roberto Alvarez nunca había imaginado que un día de fines de los ’70 lo iba a rozar la varita mágica de San Pugliese para cambiarle el futuro. Por entonces, tocaba el bandoneón en la orquesta de Chacabuco: en su primer viaje a Buenos Aires alguien lo vio y, de un impulso espontáneo, cayó sentado muy cerca del maestro, con bandoneón y todo. “De pronto me encontré dentro de su orquesta sin saber cómo llegué. Pasé del potrero a jugar con River y Boca. Y viajé por el mundo cuando jamás pensé que iba a salir de Chacabuco”, dice. Su arribo a la orquesta fue en 1978 y la aventura duró años. En el medio compuso varios temas que Pugliese grabó –Chacabuqueando es uno de ellos– y arregló casi 30 composiciones, además de transformarse en primer bandoneonista. “Componer... qué cosa, ¿no? Es algo que en mi vida había pensado hacer. Todo se debe a que Pugliese incitaba a sus músicos a que escribieran y compusieran, algo muy raro en el ámbito del tango. Diría que casi ningún director ejerce esa incentivación. Por eso es tan rica su discografía: a su talento le sumaba el de cada músico de su orquesta.”
La introducción apugliesada tiene dos directrices: una es que la orquesta que Alvarez armó cuando terminó su ciclo con Don Osvaldo, Color Tango, conservó su herencia en método, forma y ética; y la otra es que, a quince años de su nacimiento, acaba de editar un disco con temas inéditos del viejo batallador tanguero. “La idea nació en un largo viaje en tren por Europa. Conversando con Lidia, su mujer, surgió rastrear material que Pugliese no grabó o no editó y dimos con muchos temas muy bellos”, informa Alvarez. El método de rastreo fue llenarse las manos de polvo en viejos baúles atiborrados de anotaciones, pedacitos de temas y escritos inconclusos, muchos de los cuales, según Lidia, su marido hubiese editado si llegaba a los 200 años. Entre ellos, el director de Color Tango rescató piezas de todas las épocas como Barriada –originalmente llamada Villa Miseria–, Brizna, Marga, La Paponia, A los obreros gráficos o Como flor de yuyo, que no aparecen en ningún rincón de la discografía del autor de La Yumba. “La Paponia es uno sus primeros temas, está firmado con seudónimo. Lo terminó poco antes de morir y se lo dedicó al actor Luis Brandoni; y A los obreros gráficos estaba por la mitad y me tomé el atrevimiento de arreglarlo y terminarlo. Pienso que él me perdona desde arriba.”
–Hay varios homenajes: Para Héctor Larrea o Pa’l Vasco Izurieta, por caso.
–Izurieta es un locutor que hoy vive en Mar del Plata, con el que Pugliese compartió momentos durísimos de militancia y prohibición. Es un buen rescate.
Color Tango, que completan Hernán Bartolozzi en bandoneón, Alejandro Schaikis en violín, Diego Lerendegui en viola, Gustavo Hunt en teclado, Analía Goldberg en piano y Manuel Gómez en contrabajo, optó por estrenar la obra a cien años del nacimiento de Pugliese, hoy y mañana a las 22 en el Torquato Tasso (Defensa 1575). “Es un material de raíz tanguera, sin desviaciones... melodías nuevas que se pueden elegir para coreografiar, para hinchas de Pugliese, bah”, resume Alvarez.
–¿Por qué todos los temas son instrumentales?
–La orquesta trabaja mucho con bailarines y milongas, donde la figura del cantor distrae a los bailarines. Ojo, yo soy un enamorado de tener uno o dos cantantes, porque le dan otro color. Imagínese que para aguantarte quince temas instrumentales tenés que ser muy tanguero y muy músico. Incluso trabajamos permanentemente con Abel Córdoba, que también fue cantante de Pugliese, y yo ahora estoy a la búsqueda de un pibe joven para incorporar como fijo.
–¿Se considera un continuador del camino “horizontal” de Pugliese?
–Es que es justo, casi inevitable que sea así. Los ensayos tienen que ser en un taller y no una voz que mande lo que hay que hacer. El método es recibir las ideas de los demás y compartirlas. Así es como nacen las grandes cosas. Osvaldo, para mí, fue un ejemplo en todo. Y pienso que lo ayudó mucho su idea política, porque estaba convencido de que ese era el camino. Tuvo millones de problemas, estuvo preso, le aconsejaron que se dejara de macanas para trabajar libremente, pero él no abandonó nunca su coherencia. Siendo un debilucho en apariencia, tenía una fuerza interior impresionante.
–¿Implementan su misma conducta igualitaria en términos económicos?
–Tratamos. El, precisamente, daba el ejemplo con lo que nos duele a la mayoría de los humanos: el bolsillo. Era un tipo desinteresadísimo por la plata, y hasta hubo momentos en que los músicos de su orquesta, como Alberto Morán, ganaban más que él. Un director de orquesta que permite esto merece destacarse.
–¿Color Tango funciona como cooperativa?
–No sólo eso: creo que somos la primera orquesta que se transforma en Sociedad de hecho. Pugliese lo quiso hacer hace muchísimos años y, cuando los músicos tuvieron que firmar, ninguno quiso. Nosotros lo hicimos, porque es la manera en que el músico se siente un poco dueño de la orquesta. Todos ponemos el hombro por todos y cada uno sabe lo que cobra el otro. Incluso se deja un fondo para los gastos extra. Esto no lo inventé yo, claro.
–No es fácil de sostener una sociedad de hecho. ¿Se mantiene estable la formación?
–En los últimos años, sí. Yo tomo gente joven y lo que ocurre es que, cuando alguno empieza a lucirse, se va. Duele mucho cuando sucede esto, porque la música que hacemos es difícil en términos de interpretación.
–Volvemos a Pugliese...
–Claro, porque acá no se escribe nada, no hay que leer sino ensayar mucho. Hacemos temas que no se pueden llevar al papel y eso cuesta horas de ensayo y sacrificio.

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