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Miércoles, 8 de agosto de 2007
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CRONICA DE UN SHOW NO ANUNCIADO

La tarde en que un quinteto tomó Corrientes por asalto

A las 14, cuando el remolque que transportaba a Los Piojos asomó por Corrientes, un puñado de incrédulos se frotó los ojos. Celulares mediante, en pocos minutos hubo una multitud.

Por Mario Yannoulas
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El grupo tocó casi una hora, con un momento cumbre frente al “Obelisco piojoso”.

El sol de la primera tarde ilumina a Andrés Ciro, que atraviesa la avenida 9 de Julio sobre un camión en movimiento. “¡El obelisco piojoso!”, proclama. Abajo, fanáticos, oficinistas y oportunistas levantan manos y celulares. Filman el evento, corean “Tan solo”. Es el clímax de un momento inesperado: en el día del lanzamiento de Civilización, su séptimo disco de estudio después de cuatro años de sequía creativa, Los Piojos se desplazaron con el tránsito de la avenida Corrientes a bordo de un escenario móvil que nunca anunciaron, brindando un show público de casi una hora, desde Callao hasta Esmeralda.

Todo empieza minutos después de las 14, un hecho insólito obliga a interrumpir el almuerzo: por la puerta de la hamburguesería no pasa el 60, sino un escenario armado. Tiene equipos, batería, sonido. ¿The Beatles? Imposible, faltan dos. ¿U2? Deben preferir otras ciudades. La batería es rosa: ¿Es Miranda!? No, tampoco, no tienen batería. Pero no se escucha nada. Los comensales se levantan lentamente de sus sillas y especulan sobre la nula información que allí se tiene. Finalmente, alguien grita “¡Son Los Piojos!”, cuando un “Buenas tardes” irrumpe desde la voz de Andrés Ciro, apurando a los perezosos a salir a la calle. Sí, eran ellos, y los temas que hacía un rato sonaban en las disquerías como novedad, ahora brotan de sus propias manos, abriéndose paso entre la rutina. Empiezan con “Pacífico” –primer corte previamente adelantado en las radios–, montados sobre aquel camión de arrastre cansino, agujereando el smog del centro porteño un martes por la tarde.

Además de los suertudos y transeúntes ocasionales, hasta entonces el público no es más que un puñado de avisados con banderas, apenas arriba de las cincuenta personas. Pero en la era de las comunicaciones se saca el celular ante cualquier hecho extraño, así que en cuestión de minutos ya llegan los primeros piojosos en remera, que se secan la frente por tamaña corrida y contemplan azorados esta cucharadita de barbarie entre la Civilización.

Con “Desde lejos no se ve” como segundo tema, la caravana toma forma. Motoqueros que se agrupan a la izquierda del escenario móvil, automovilistas que tocan bocina (algunos celebran, otros están enojados), pasajeros de colectivo, comensales, oficinistas desde las terrazas. Todos filman o sacan fotos, llaman a alguien, o simplemente levantan las manos y cantan lo que pueden. Ciro se preocupa porque nadie se lastime, mientras el bajista Micky Rodríguez se acomoda los Ray Ban debajo del gorro de lana. Pasada media hora, ya hay una multitud de aparatos digitales que se alzan, más unos pocos medios televisivos que se hicieron eco. Ya hay olor a marihuana. Quizá se trate del primer evento eminentemente rockero y callejero que produzca una avalancha de videos para YouTube.

Uno de los videos subidos hoy en Youtube.

Del nuevo disco también suena “Civilización”, el tema que concentra el bagaje conceptual apocalíptico de la placa –“Dios perdona, el Hombre a veces, la naturaleza nunca” anuncia, y el packaging parece una pequeña reserva de agua–, “Manjar”, y “Difícil”, como último tema. De los clásicos se suman “Babilonia”, “El Farolito”, el ya mencionado “Tan Solo” –la imagen más elocuente: el paso por el Obelisco–, y “Cruel”.

Alrededor de las 15, tras el silencio del último acorde, los miembros de la banda hacen un trasbordo quirúrgico hacia un auto particular y abandonan la escena. El camión queda estacionado a metros de Esmeralda y los plomos emprenden el desarmado, mientras los de abajo piden púas, listas de temas, o por lo menos poder tocar las guitarras de Tavo Kupinsky y Pity Fernández, o el bajo de Micky. “No queda más nada”, es el mensaje desde arriba. La desconcentración es tan rápida como la concentración, pero ahora todos van a poder contar lo que han visto, aunque sea a través de un celular.

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