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Viernes, 5 de octubre de 2007
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HILDA LIZARAZU, “HORMONAL” Y SU LUGAR COMO COMPOSITORA

“No quiero ser una vieja amarga”

La cantante disfruta un gran momento de su larga carrera, tanto a la hora de expresarse en las canciones como al subir al escenario. Y dice que su disco “es un homenaje poético a lo increíbles que son las hormonas, mensajeros químicos que regulan a los seres vivos”.

Por Roque Casciero
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“No busco la locura, opto por la contemplación.”

En el librito de Hormonal, su segundo y muy buen disco solista, Hilda Lizarazu encriptó este mensaje dentro de la foto de una hormona: “Muchos consideran a la música como una fuente de entretenimiento y al músico como un animador. Considero a la música como el arte más sagrado”. En un bar de Palermo, su barrio, la cantante se explaya un poco más. “Algunos te miran como si fueras un bufón”, suelta. “Y está bien, también se puede ser eso un rato, pero hay que tomárselo en serio, porque la música puede curar y llevar a un lugar de plenitud.” Lizarazu, que fue corista de Charly García, voz de Los Twist y líder de Man Ray antes de emprender el camino en solitario, se toma en serio esto de la música. Por eso se va por las ramas de la entrevista y, en lugar de hacer los deberes hablando de su disco y de la presentación en el Opera (el 9 de noviembre), habla de la futura visita de Björk y pregunta por los nuevos discos de Joni Mitchell y PJ Harvey. Pero a la hora de hablar sobre su madurez como cantante, menciona a otra colega ilustre. “Siempre canté de una manera muy intuitiva, pero ahora estoy pensando en artistas como María Callas, que no tiene nada que ver con lo que hago. Ella trabajaba el instrumento casi de manera excesiva, aunque con una razón. Como estoy entrando en la madurez, estoy mucho más consciente de ese trabajo vocal y me siento más sólida como cantante, aunque creo que me falta mucho.”

–¿Se siente más cómoda como solista que al frente de una banda?

–¿Cómoda? Bueno, sí... Igual comparto decisiones y acepto propuestas, no soy dictatorial para nada. Tengo la última palabra porque es mi nombre el que está en juego, pero los músicos de mi banda lo saben y están cómodos trabajando así. Y cuando dejen de estarlo porque necesiten hacer un grupo o ser jardineros, saben que están en un lugar de libertad, entonces todo funciona a pleno. Estoy con una banda a la que le gusta tocar, no con músicos de sindicato que cobran por ensayar de acuerdo a un horario. Hormonal es el trabajo de una banda y creo que se nota.

–¿En qué la cambió la madurez?

–Me siento más plena. Siento que tengo más responsabilidad en el “mensaje”, aunque tampoco quiero coartar mi creatividad. (Apunta a la ventana.) Si se me ocurre cantarle a este sauce llorón, por ahí no estoy mandando un mensaje, pero es un juego entre la sensibilidad y lo que uno puede transmitir. Pero si hay un mensaje, siento la responsabilidad de que sea constructivo.

–¿Lo hace pensando en el oyente? Porque da la impresión de que algunos de esos mensajes son para usted misma.

–Pocas veces pensé en el público como gente que está afuera y que escucha cada palabra que digo. No me puse a investigar quiénes eran mi público, qué es lo que les gusta. Pero ahora tengo curiosidad de saber qué es lo que les transmito. Y la devolución que tengo de la gente que me escucha es que les transmito una distensión, un desenchufe. Si vienen de la oficina o del lugar de responsabilidad que tengan, les hace bien escucharme. Al menos, eso es lo que recibo de la gente que me escribe en el foro de mi página web, con este tema de la alta comunicación que tenemos. Al artista o al que produce cosas le sirve como ventana para recibir una devolución. Son como mi “jurado” (risas). Ahora hay mucha más interacción entre el público y el artista. Yo escribo en mi foro siempre que puedo y veo que son un grupo de gente que empezó a conocerse entre sí. Es un buen momento para mí. Estoy pasándola bien en lo que tiene que ver con esta carrera que inicié hace tanto. Y en los escenarios estoy disfrutando mucho, aunque siempre disfruté. Pero estoy en un momento de plenitud, lo siento así.

–Pero en el disco también hay dolor.

–¿Sí? A ver...

–La primera palabra que canta es “lloré” y en Hormonal está la frase “duele el duelo”, que remite a su divorcio...

–Y sí, el duelo duele, pero puede llevarte a otra situación anímica. Después del duelo viene un cambio y es lo que estoy viviendo ahora. Además, es verdad que empiezo el disco diciendo “lloré”, pero la segunda canción (“Viaje fantástico”) dice “Yo te quiero contar que no soy de llorar”. El dolor y el placer están en la vida de todos los seres humanos, uno pasa por diferentes momentos: de alegría, de tristeza, de desintegración, de enamoramiento... Pero después de la salida de este disco me siento plena. No creo que todo el disco esté teñido de dolor, aunque es cierto que está eso en “Hormonal”, que es el tema más personal.

–¿Por eso titula el disco?

–En realidad, no es personal en cada estrofa. Todavía no logré ser totalmente autobiográfica y mucho no me interesa que me digan “yo esto, yo lo otro”. Además, no armo estructuras para la canción pensando “tiene que decir esto y aquello”. Voy más por la inspiración: vivo rodeada de cuadernos y tengo un grabadorcito, porque me bajan más las melodías que las frases. Para las frases necesito estar en silencio. Y en “Hormonal”, si bien está la frase “duele el duelo”, que es un juego de palabras de los que tanto me gustan, en realidad es un homenaje poético a lo increíbles que son las hormonas, mensajeros químicos que regulan a los seres vivos. Obviamente, si me agarra un endocrinólogo me mata, porque me falta mucho por aprender, pero tengo que ensayar (risas). No ahondo tanto, pero soy curiosa y tengo amigos químicos a los que les pregunto cosas. Y prefiero redondearlo en una canción, un homenaje poético. La canción nació viendo a un ave del paraíso, unas aves de Oceanía. Me maravilló que los machos, que tienen un plumaje hermoso, hagan toda una danza increíble para seducir a unas hembras que son horribles. Así que la canción no surgió del divorcio, de la desintegración ni nada de eso, aunque después se metió mi realidad y la entrelacé con estas cosas que me maravillan.

–El disco también tiene contemplación.

–Sí, siempre hay. A mí me conmueve la contemplación, creo que es un estado de quietud necesario para todas las personas. Los que son demasiado efervescentes todo el tiempo, los que no tienen paz, a mí no me cierran. La locura no es lo que busco para mí, sino que opto por la contemplación, la introspección y la reflexión. Hormonal tiene euforia en “Viaje fantástico”, contemplación en “Niebla” y “Noche de invierno”, y sí, dolor en “Dios” y “Amenazas”.

–¿Por qué hizo una canción titulada “Dios”, si dice “si hay un dios, algo tiene que hacer”?

–Yo prefiero creer en que hay un dios... Me considero agnóstica, pero prefiero pensar que hay un ser superior. Prefiero la palabra “sagrado” antes que “Dios”, que me suena muy religioso. Y me gusta más lo místico... Esa canción es como una revelación de una postal de lo social, de lo que se está padeciendo acá desde hace unos años, y tiene como un deseo de esperanza entre la sobredosis de violencia: si hay un dios, que haga algo para revertir eso. Es como un deseo que se convirtió en canción.

–En realidad, en el librito el título de la canción es “D10s”, una metáfora futbolera que cierra con lo de “si hay un Dios, que se ponga la 10”. Pero también es una forma de sacarse de encima esa imagen religiosa que le molesta.

–Sí, totalmente. Además, puede leerse como “de diez”. Es una travesura. La parte futbolera de la canción es cosa de Federico Melioli, mi compañero de aventuras desde que empecé como solista. Me causó gracia porque alguien en el foro dijo que la frase era “reargentina”... y Fede es italiano.

–Hizo una canción titulada “Palermo Hollywood” en la que se la nota enojada con eso en lo que se convirtió su barrio de siempre.

–Es una faceta irónica que también refleja el humor que puedo tener a veces. Me imaginaba cardúmenes de turistas mirando desde adentro de una vidriera, una mirada sardónica acerca de este Palermo tan bullicioso que me enojó. Ahora ya lo perdoné, porque me di cuenta de que si fuera otra gran ciudad, yo iría a recorrer Palermo Hollywood. En ese momento estaba enojada con lo del shopping al aire libre y todo eso, pero me tranquilicé porque no quiero quedarme dentro de un lugar de odio. No quiero ser una vieja amarga. Y creo que uno puede cambiar algunas actitudes propias. No me banco el rencor, es veneno.

–¿La canción es la catarsis?

–Un poco sí. Es como el drenaje. De todos modos, soy de las personas que miran la copa medio llena. No puedo dejar de agradecer lo que me pasa porque vivo desde hace mucho tiempo de lo que me gusta. Y si existe la felicidad, que por supuesto no es permanente, está ahí.

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