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La música aparece asociada a los rituales de exequias en muchas culturas. La Misa de Réquiem de tradición europea, con piezas magistrales como el inconcluso Réquiem de Mozart, el de Berlioz, el de Fauré, el compuesto por Duruflé y, antes, los de Ockeghem, Victoria o Jean Gilles, constituyen un capítulo fundamental de la historia musical. Mucho más allá de su simbolismo inicial, del que, de todas maneras, resulta difícil sustraerse. En la versión dirigida por Stefan Lano, como cierre de la temporada lírica de este año, programada por el Teatro Colón fuera de su sede, debido a las reformas que mantienen cerrado el edificio, esa pesada significación estuvo dramáticamente presente. La interpretación fue una celebración. Pero la sensación de que, según los anuncios realizados por el Dr. Horacio Sanguinetti, quien fue ungido por Macri como futuro director del Colón, podría haber sido la última, atravesaron el concierto –y las excelentes actuaciones de la Orquesta Estable y de quien hasta ahora es su director, Stefan Lano– con oscuros presagios.
No había sido una semana tranquila. La orquesta había realizado un ensayo público en protesta ante la intención de Sanguinetti de desconocer lo programado por las autoridades actuales y suspender la temporada del año próximo y ante la falta de acciones para que Stefan Lano siga siendo su titular, más allá del cambio de autoridades políticas en el distrito. Las discusiones acerca de las polémicas declaraciones del ex rector del Nacional de Buenos Aires habían recorrido el ambiente musical porteño y no faltaron las cadenas de mails comenzadas por quienes, envalentonados por la defección de Rodríguez Felder como ministro de Cultura, se animaban a pedir que Sanguinetti no asumiera. Algunas entrevistas a Lano, donde confiaba que nadie había hablado con él y en las que defendía lo actuado por la actual gestión artística, encabezada por Marcelo Lombardero, pusieron en evidencia, en todo caso, algunos rasgos de la particular transición planteada. La ovación con que Lano y la orquesta fueron recibidos por el público y los interminables aplausos del final fueron la prueba de la toma de posición de una parte considerable de los concurrentes. En la función del domingo, la orquesta leyó un comunicado explicando su posición y reclamando la continuidad del director.
Con particular cuidado en los matices, Lano construyó una versión a la vez sutil e inmensamente expresiva. Con un coro particularmente motivado y de potencia por momentos arrolladora, y un muy buen grupo de solistas que respondió con solidez a las demandas de una obra exigente –y no sólo en el mortal si bemol agudo del tenor, en el “Ingemisco”–, el director planteó un relato de largo aliento hasta llegar al conmovedor “In Te, Domine, speravi in Te” final. Lo que el ilustre director Hans von Bülow llamó “una ópera con vestimenta eclesiástica” fue una digna coronación de una temporada que fue el fruto de pensar con inteligencia y equilibrio a partir de las dificultades planteadas por una sala cerrada. Con puntos altos como la inicial Wozzeck, el Sansón y Dalila de Saint-Säens en versión de concierto y Elektra de Richard Strauss, este Réquiem dedicado por Verdi a la memoria del escritor Alessandro Manzoni fue, mucho más que el acta de defunción de una gestión artística ejemplar en muchos aspectos, un llamado de atención acerca de lo que podría perderse.
9-VERDI. MISA DE REQUIEM
Dirección: Stefan Lano.
Director de coro: Salvatore Caputo
Solistas: María José Siri, Annette Seiltgen, Enrique Folger (en las funciones siguientes cantará Raúl Melo) y Hernán Iturralde.
Orquesta Estable y Coro Estable del Teatro Colón. Teatro Coliseo. Viernes 16. Funciones: jueves 22 y domingo 25.
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