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Sábado, 26 de enero de 2008
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JORGE ULIARTE Y EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE USHUAIA

“La música es un hecho social que necesita diversos actores”

El director habla de la evolución del encuentro: “Nunca se termina de aprender, pero estamos en un muy buen camino”.

Por Santiago Giordano
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Radicado en Austria, Uliarte es el actual director de la Orquesta Sinfónica de Berlín.

Jorge Uliarte asegura que no sabría explicar cuándo comenzó a imaginar el encuentro de música más austral del planeta, o más bien el Festival Internacional de Ushuaia. Acaso la idea lo persiguió desde siempre, o por lo menos desde que, iniciados los estudios de piano en Córdoba –su ciudad natal–, comenzó a sospechar que la música podría ser una buena herramienta para escrutar las fronteras del “fin del mundo”. Aun sin conocer la ciudad, el actual director de la Orquesta Sinfónica de Berlín conjeturaba que Ushuaia podía ser un lugar particularmente sugestivo para que música y bellezas naturales se potencien mutuamente.

Pasaron los años, Uliarte se radicó en Austria, donde además de conocer a su mujer, Margareta –que ahora es su mano derecha en la organización del festival– desarrolló su carrera de director de orquesta: fue asistente de Georg Solti en Salzburgo y actuó al frente de prestigiosos organismos sinfónicos europeos y americanos –en mayo de 2009 estará en el podio de la Royal Philharmonic Orchestra–, entre otras cosas. Por eso que él mismo define como “los hilos invisibles del destino”, en 2003 Uliarte encontró a Hernán Román –hoy director general del festival– y poco tiempo después comenzaron a materializarse los proyectos bosquejados en innumerables conversaciones. Finalmente, en 2005 se llevó a cabo la primera edición de aquel imaginado festival de música más austral del planeta. Afianzado artística e institucionalmente y con una presencia cada vez más importante en los calendarios internacionales, el Festival de Ushuaia celebrará entre el 5 y el 19 de abril próximos su cuarta edición.

“Aquel primer encuentro tuvo a la Orquesta Sinfónica de Salta como organismo residente –recuerda Uliarte, de paso por Buenos Aires para ultimar detalles organizativos del festival–. Habíamos logrado interesar a las autoridades y pudimos conseguir los sponsors necesarios. Fue una apuesta fuerte, que en las ediciones sucesivas aumentó considerablemente.” Uliarte cita como ejemplo un hecho que considera indicativo del crecimiento: en la master class de violín de la primera edición había un solo alumno y en la ciudad no había un piano de cola. “Hoy tenemos más de 60 inscriptos para participar en el seminario que ofrecerá Christine Höller, docente del Mozarteum de Salzburgo, y un piano maravilloso en el auditorio, además de un piano para estudio en los camarines”, señala con satisfacción.

Otro dato que indica el crecimiento del festival es la afluencia de público. “Al primer festival asistieron unas 12.000 personas –cuenta el director artístico–. En la segunda, que tuvo a la Orquesta de Praga como cuerpo artístico anfitrión, el público llegó a 17.000.” A partir del primer festival, los conciertos se desarrollan en el auditorio del Las Hayas Resort Hotel, al pie del glaciar Martial, desde donde se puede contemplar la bahía del Canal de Beagle y, si todo sale como la naturaleza señala, ver nevar a través de los cristales que son el fondo del escenario. El festival ofrece, además, una serie de eventos gratuitos en el centro de la ciudad. “El público que asiste al festival es en buena parte del lugar –continúa Uliarte–, pero también hay una notable afluencia de turistas y cada vez son más los que llegan especialmente para la ocasión.”

Si bien las dos primeras ediciones marcaron un crecimiento decidido, el festival se consolidó el año pasado, con la visita de la orquesta Sinfónica de Berlín y notables solistas y conjuntos de cámara, además del tesoro que significa la experiencia adquirida. “Nunca se termina de aprender, pero estamos por muy buen camino y ya a un óptimo nivel”, señala Uliarte. En este contexto de crecimiento, el festival presentará en esta edición su organismo sinfónico propio: la Orquesta Filarmónica de Ushuaia, creada por y para este encuentro, pero con la aspiración de convertirse en una especie de embajador itinerante del festival durante el año. “Se trata de una idea que nació con el festival, pero que recién ahora nos sentimos en condiciones de llevar a cabo –comenta–. La Filarmónica de Ushuaia estará formada en un 75 por ciento por músicos europeos, provenientes de orquestas europeas. Las cuerdas vendrán de la Sinfónica de Berlín y Sofía (Bulgaria), y también de Praga y Montecarlo. Los vientos, en cambio, serán todos de orquestas argentinas. La idea es que la Filarmónica pueda llevar la marca Ushuaia por el mundo a través de giras periódicas.”

Música y paisaje pueden ser recursos atractivos para incentivar el imaginario del público. En los lugares del mundo capaces de promover reuniones semejantes, combinaciones del tipo arrojan buenos resultados que, más allá de las bellezas proyectadas, se traducen en el impacto económico que produce el turismo, la industria sin chimeneas. “La música es un hecho social que necesita diversos actores –termina Uliarte– y el festival significa, además, trabajo para mucha gente del lugar.”

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