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Domingo, 27 de enero de 2008
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ENTREVISTA A JOSE GONZALEZ

Un viaje al mundo interior del cantautor sin fronteras

Es sueco, hijo de mendocinos. Su primer CD, Veneer, vendió 700 mil copias, sin adherir a las pautas que dicta el mercado.

Por Roque Casciero
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González actuará esta noche en La Trastienda.

A mediados de año, en su debut porteño, José González casi no abrió la boca más que para cantar. Pero eso no fue nada: ¡casi no abrió los ojos! Concentrado en su mundo interior mientras sacaba brillo de su guitarra acústica y entonaba melodías casi de orfebrería, este sueco hijo de mendocinos se ganó a un público extasiado sin necesidad de gestos demagógicos, sólo con la calidad de sus canciones y su interpretación. En ese momento su discografía como solista se reducía a Veneer (2003), una sorpresa que vendió más de 700 mil copias, pese a que el estilo intimista de González es casi como el aceite en las aguas del mercado musical de hoy. Para su segunda visita, esta noche en La Trastienda, este músico de pocas palabras también podrá mostrar las canciones de In our nature, publicado a fines del año pasado. Sin embargo, desde la lluviosa Goteburgo donde reside, él ya palpita otra de las razones de su viaje: “Mi papá cumple 60 años, así que armamos la gira sudamericana muy rápido para poder estar con él –se sincera–. Igual es una alegría volver a tocar allá, lo pasé muy bien, aunque me resultaba medio raro estar tocando en la Argentina. Estoy acostumbrado a tocar en lugares de Estados Unidos y de Europa donde soy ‘el sueco con influencias latinoamericanas’, y de repente estaba en Buenos Aires tocando mi música, que está muy inspirada por la música de allá.”

González, que decidió abandonar sus estudios de biología molecular cuando Veneer se convirtió en un suceso internacional, se inspiró en dos libros a la hora de componer las letras de In our nature: The God delusion (El desvarío sobre Dios), del biólogo Richard Dawkins, y Practical Ethics (Etica práctica), del experto en ética Pete Singer. Según el músico, la canción “Abram” (“Cocinate unos mitos y después pedí obediencia”) fue claramente inspirada por el libro de Dawkins, que trata “sobre la religión como un fenómeno inventado”: “En realidad, es algo que me interesó hace poco, mirando la tele y viendo lo que pasa en varios lugares del mundo. La religión nunca ha sido parte de mi vida, mi familia siempre ha sido atea, así que ni siquiera hablábamos del tema. Pero me di cuenta del gran espacio que la religión toma en otras culturas y eso me sorprendió. Una de las cosas que sentí es que hay demasiado respeto por la religión comparado con otro tipo de ideas, así que fue a propósito nombrar a Richard Dawkins. Para mí, los que dicen que existe un ser superior que puede leer los pensamientos de todos los seres humanos todo el tiempo son igual de cómicos que los que aseguran que Elvis sigue vivo o que existe Santa Claus. Mi punto de vista no tiene por qué ser mejor que el de otros, lo que yo hago es música, pero me resultó tan interesante y estaba tan metido que era medio difícil no escribir sobre eso”.

–“How low” dice: “Invasión tras invasión, eso significa la guerra”: parece hablarle a George W. Bush.

–Sí. Pero, en verdad, cuando la escribí estaba pensando más en Rupert Murdoch (dueño de la cadena Fox), en el modo de presentar las noticias cuando tenés un público tan crédulo. Eso es un problema para la democracia, sobre todo en un país tan poderoso como Estados Unidos. Pero siempre trato de escribir los textos de un modo que puedan aplicarse a distintas cosas. Cuando estaba grabando esa canción vino un amigo que me ayudó con la mezcla, y me dijo: “Ah, se trata de Bush, ¿no?”. Entonces me di cuenta de que pega bastante bien con él, aunque no fuera la idea inicial.

–La canción que le da titulo al disco muestra algo de optimismo, ¿cierto?

–Claro. Los varones jóvenes tienen la tendencia a ser agresivos, es parte de la naturaleza, pero eso no quiere decir que deban ser de ese modo: también se pueden bajar las armas y tratar por igual a aquellos que son diferentes a uno.

–¿Por qué decidió incluir el cover de “Teardrop” (Massive Attack) en el disco?

–En parte, porque la había tocado mucho en vivo y era una de las canciones que el público más apreciaba, pero además me pareció que el texto pegaba bien con el tema del álbum, que son los distintos aspectos del ser humano animal que no se entiende a sí mismo. Es la única canción del disco que trata sobre el amor. Supongo, porque no sé bien de qué se trata.

–Usted confesó que cuando escribió las letras de Veneer no sabía de qué estaba hablando. ¿Tardó tanto en hacer In our nature porque tenía conciencia de que lo escuchaban?

–Sí, empecé a pensar... casi demasiado. Además, mientras hacía conciertos y entrevistas no sentía que dispusiera del tiempo para ponerme a escribir canciones sin tener a alguien mirándome. Esa es una de las razones por las que tardé tanto tiempo.

–Ha dicho que no quería escribir canciones de amor. ¿Su forma de componer está más cerca de la influencia que recibió en sus años en bandas de hardcore?

–Sí. Al estar muy consciente de que quizás un millón de personas iban a escuchar las letras, sentí que era más fácil escribir del modo en el que solía hacerlo con el grupo de hardcore. Sin embargo, también cuando estaba haciendo Veneer sabía que no quería hacer música demasiado llorona, que muchas veces es típica de este estilo de cantautor: el hombre joven que canta sobre el amor perdido.

–¿No le gusta eso o es para resguardar sus sentimientos?

–Las dos cosas. O sea, no es que no me guste en general, pero hay muchas versiones de eso que no me gustan. Y tampoco quiero escribir sobre mis relaciones de un modo tan abierto, no quiero usar la música como si fuera una terapia o un diario íntimo.

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