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Raúl Barboza toca el acordeón y hace que este acto de arte parezca lo más sencillo del mundo. Maneja el acordeón cromático, ese que posibilita mayores recursos armónicos y caracteriza a su música. Hay una marca de origen clara en su trabajo, la de su Litoral natal y los ritmos que lo expresan, donde está presente la exuberancia del chamamé y la galopa o la dulzura de la guarania. Su música no necesariamente se ajusta a la tradición de estos ritmos, pero los actualiza con fuerza. Si el acordeón de Raúl Barboza se suma a un quinteto de cuerdas de múltiples influencias de formación –no como una sumatoria de ocasión sino como un trabajo cuidado en su gestación– y a un exquisito guitarrista invitado, el resultado sólo puede ser una invitación al disfrute.

En Francia, Barboza es “L’ambassadeur du chamamé”, y se las ha arreglado para que los distintos auditorios perciban o intuyan de qué se trata eso de chamamé. Con más de cincuenta años de carrera, y unos veinte de residencia estable en París (aunque con visitas continuas a la Argentina), supo abrir al mundo los ritmos de su región, aun cuando todavía pesaba sobre ellos un cierto halo de vergüenza, de cosa menor, discriminada por su componente indio, menospreciada como parte de los “ritmos simples” del folklore. Barboza mostró que un chamamé puede sonar con José Carreras, y con toda la sofisticación de la música más trabajada en sus arreglos, y con los colores del jazz, o la música clásica, o las músicas del mundo con las que estuvo en contacto e intercambio en años de trabajo. En los ’60 y ’70 quebró las formas tradicionales de los ritmos de su región, mostrándolos con nuevos arreglos y con nuevos instrumentos, cuando aquello sonaba raro. Hoy, muestra un lenguaje ya distinguible como propio, pero en continua búsqueda de renovación.

Junto al Alter Quintet, un quinteto de cuerdas dirigido por un argentino, que se completa con un venezolano y tres franceses, Barboza recorre obras propias de distintos momentos de su carrera, en las que está presente lo más agreste del Litoral y también los sonidos urbanos, como en “Tren expreso”, una vieja y famosa composición suya. Y también hace los clásicos, como “Kilómetro 11” o “La calandria”, tocados “a lo Barboza”, es decir, pasados por el fraseo de su acordeón, que nunca sigue los caminos previsibles.

El Alter Quintet tiene su set solista dentro del concierto, y en los cuatro temas que elige tiene tiempo para mostrar un recorrido que incluye un aire de gato, el sabor más pampeano de una huella, y para subir hasta Santiago del Estero con una versión de “Desde el Puente Carretero”, todo arreglado para un quinteto de cuerdas en el que también suenan múltiples influencias de otros géneros. Horacio Castillo también muestra solo la expresividad de su guitarra con un tema propio, “Niña viento”. Tanto Castillo como Pacín trabajan desde hace años con Barboza, y este conocimiento musical se evidencia en este encuentro. Un encuentro donde lo que está en primer plano es el disfrute, tanto de los músicos como de los espectadores.

8-CONCIERTO DE RAUL BARBOZA

Presentación del disco Dos orillas

Lugar: Teatro IFT

Fecha: Viernes 28 de marzo. Repite el viernes 4 de abril.

Músicos: Alter Quintet: Alfonso Pacín, violín y guitarra; Inocente Carreño, violín; Anne Le Corre, viola y violín; Jean-Luc Pino, violón; Romain Lecuyer, contrabajo. Músico invitado: Horacio Castillo en guitarra.

Duración: 1 hora 40 minutos.

Raúl Barboza, con el Alter Quintet, en el Teatro IFT

Un lenguaje propio y universal

El músico radicado en Francia brindó un concierto notable, acompañado por un quinteto de cuerdas de múltiples influencias. La propuesta del acordeonista quiebra las formas tradicionales de los ritmos litoraleños, sin perder la esencia.