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Jueves, 3 de abril de 2008
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ENTREVISTA AL BRASILEÑO CHICO CESAR, ANTES DE SU SEGUNDA VISITA A LA ARGENTINA

“Siempre voy a expresar al Nordeste”

Imprevisible y multifacético, el cantautor habla del crecimiento de su popularidad en Brasil. Sus canciones suenan en las telenovelas y han sido grabadas por artistas como Sting y Maria Bethania.

Por Karina Micheletto
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César presentará Cuzcuz Clá hoy y el sábado en el teatro IFT.

Será su segunda visita a la Argentina, con un show bien distinto al que dio el año pasado y distinto a los que se consiguen en DVD, y distinto a lo que se escucha en el disco que lleva el mismo nombre. Y distinto, además, cada vez que este mismo show se plantea sobre un escenario. Chico César es uno de esos artistas que pueden ser etiquetados fácilmente como “impredecibles”, “eclécticos” o cualquier adjetivo que dispare lo múltiple. Ahora, por ejemplo, trae un formato de voz, guitarra y percusión, acompañado por Priscila Brigante, que toca el metalofone, y echando mano de instrumentos como una mezcla electrónica de berimbau y cítara nordestina. Así mostrará su espectáculo Cuzcuz Clá, en el teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549), hoy y el próximo sábado a las 21.30.

Antes, por teléfono y amablemente, Chico César dice que sólo puede contar una cosa del show: “Quizá sepamos, a veces, cómo comienza. Lo que es seguro es que nunca sabemos cómo termina”. Los que lo vieron dicen que la apreciación es correcta. Que la atmósfera del espectáculo puede ir de una solemnidad de culto a la explosión de un baile colectivo, con coros del público en diferentes idiomas, dependiendo del ánimo del artista, o del auditorio, o de lo que sea que ocurre en ese encuentro único que significa un concierto en vivo.

En la Argentina, la presentación en sociedad de Chico César fue de la mano de Pedro Aznar que, como se sabe, siempre anda interesado en las buenas compañías artísticas. Pero por fuera de esta presentación de localía, el brasileño dio el salto al mundo de la mano de su hit “Mama Africa”, un tema que en los boliches que venden alegría brasileña se baila con pasitos ad hoc y mucho meneo de cadera, mientras su letra llora la vida cotidiana de una madre soltera que no llega a cumplir con su trabajo fabril y sus tareas de madre, y que es “Mama Africa”, la madre de Chico, y de tantos negros con mota. El mismo Chico César dice no poder creer que hoy por hoy sus temas anden por el mundo en las voces de intérpretes como Sting, Maria Bethania o Daniela Mercuri. “Mi realidad era la de tocar en pubs para 40 o 50 personas, y eso estaba bien para mí. Y si pienso en todo lo que pasó después, realmente no hace tanto tiempo de eso”, reflexiona.

–Pero en ese tiempo su carrera dio un vuelco: sus canciones hoy suenan en la radio o en las novelas de Brasil. ¿En cuánto cambió su carrera tras esa popularidad?

–Facilitó las cosas, desde luego. Hoy a la gente que va a ver mis show le suenan mis canciones por la radio, aunque no tengan un solo disco mío. Y en Brasil, la música de las novelas es un vehículo poderosísimo, y no es una vergüenza para nadie que suenen allí, al contrario, todos los grandes suenan en las novelas. Y si mi público ya tiene esa referencia (“te conozco porque te escuché en la radio, te escucho todos los días en la novela que sigo”), eso ya significa una parte del diálogo entablado. Un pacto inicial que abre el juego. De allí en más, las canciones son libres. Y, sobre todo, el músico es libre de apoyarse únicamente en ese pacto familiar, el de lo conocido, o de largarse a mostrar otras cosas, decirle a su público: “Ey, miren lo que se me ocurrió ahora, miren lo que estuve trabajando en este tiempo, ¿les gusta?”.

–Usted siempre cuenta que tuvo una infancia muy pobre. ¿Cómo apareció la música en ese contexto, hubo alguna herencia familiar?

–Estaban las tradiciones folklóricas que siempre incluían música, las manifestaciones culturales que estaban vivas allí, en el pueblo, en la gente. De cada una de esas fiestas yo heredé algo de música. Y luego estaba mi madre, siempre cantando en la iglesia católica y repitiendo en casa esos cantos religiosos. Por último estuvo esa tienda de discos a la que entré a trabajar cuando tenía 8 años. No sólo trabajaba allí, vivía en la tienda, de ese modo mi familia no tenía que alimentarme. Allí me deslumbré con las músicas de todo el mundo, además de la música regional del Nordeste y toda la música popular brasileña. Descubrí la música jazz americana, o los BG, o los Beatles, o Frank Zappa. En ese lugar comencé a fantasear con la posibilidad de transformarme yo también en un músico, como todos esos que admiraba. Aquella fantasía de que podría hacer música yo mismo, aunque no fuera nadie por el momento, fue muy poderosa.

–Estudió periodismo y trabajó como periodista. ¿Encuentra algún punto de conexión entre esta profesión y la de músico?

–La conexión es vocacional. Yo fui periodista siguiendo una vocación que tenía mucho de utopía. Quería mostrar el mundo en un momento muy especial del Brasil, una etapa de democratización, una amnistía política que había liberado a los grandes líderes revolucionarios, una efervescencia política en todos lados. Y también un momento de apertura para el arte. Ahí estaba yo, fascinado con todo lo que veía a mi alrededor, y pensé que estudiar y ejercer el periodismo era una linda forma de ser parte de ese momento histórico, contándolo. Pero luego me di cuenta de que la libertad de prensa que ofrecía la democracia era la de la libertad de empresa: ya sabe, se publicaba sólo lo que el diario quería que se publicara, que no era todo ni toda la verdad. Allí perdió sentido mi vocación. Como músico jamás dejé que nadie me censure. Y, además, la música siempre fue más fuerte. Entonces, el punto fuerte de conexión entre el artista y el periodista es el deseo de aprehender la realidad y expresarla. Y la música, para mí, demostró ser un vehículo más poderoso.

–¿Qué significa para usted ser nordestino?, ¿cuál es la esencia de la música de esta región, si es que tal cosa existe?

–No sé si hay una esencia del Nordeste, pero sí sé que el Nordeste es mi esencia cultural, es mi presente. Es una región increíblemente rica culturalmente, donde se cruzan muchas tradiciones. La música nordestina está mixturada con las herencias de las migraciones alemana, japonesa, árabe, también están España, Portugal... Pero también se preservó una cultura local, y la palabra dicha en portugués, cantada y escrita. Con esta herencia, que es lo que soy, yo fui mixturando tradiciones de mi música regional con diferentes tradiciones y ritmos. Pero siempre voy a expresar al Nordeste, que es lo que soy.

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