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Lunes, 13 de octubre de 2008
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Entrevista a la escritora María Cecilia Barbetta

“La otra cara de la nada es la libertad total”

La autora nacida en la provincia de Buenos Aires y radicada desde hace doce años en Berlín sorprendió a los alemanes con Taller de arreglos Los Milagros, su novela premiada que transcurre en Almagro, con más de un guiño al cuento “Circe”, de Cortázar.

Por Silvina Friera
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El jurado del premio Aspekte dijo que la novela de Barbetta recuerda la riqueza de las fábulas de la literatura latinoamericana.

A los 22 años, María Cecilia Barbetta, recién recibida de profesora de alemán, tuvo el presentimiento de que la vida, si ella no ayudaba de alguna forma, no le iba a tener preparadas “grandes sorpresas”. El presagio, a medida que daba clases en el colegio bilingüe de su infancia y adolescencia, el Instituto Ballester, una escuela alemana de Villa Ballester, donde aún vive su familia, fue creciendo hasta transformarse en una certeza. Sus posibilidades de pegar el estirón profesionalmente en el campo del idioma alemán habían llegado a su fin. “Mi familia es argentina, se podría decir argentina típica, de ascendencia italiana. El idioma alemán, que con mucho esfuerzo y con el correr del tiempo se volvió parte de mí, era en ese momento un idioma totalmente aprendido, en algún punto incluso hasta artificial. Yo sentía que no lo dominaba lo suficiente y creía, cosa que ahora no creo más, que era posible dominarlo sólo estudiándolo más”, dice Barbetta a PáginaI12. La profesora, entonces, decidió apostar todas sus fichas a la escritura de un trabajo en alemán sobre la figura mitológica de Circe y el cuento homónimo de Julio Cortázar para intentar obtener una beca de doctorado. Justo hace doce años, en octubre de 1996, llegaba a Berlín. Y ahora está por recibir, el próximo jueves, el premio Aspekte, dotado con 10.000 euros, que se otorga todos los años al mejor debut literario en lengua alemana por su primera novela Änderungsschneiderei Los Milagros (Taller de arreglos Los Milagros), en la Feria del Libro de Frankfurt.

“Nunca en mi vida fui tan feliz como cuando pude dedicarme exclusivamente a escribir mi novela”, recuerda Barbetta desde Berlín. “La escritura surgió a raíz de haberme quedado sin trabajo. Tenía 33 años y era la primera vez que me encontraba sin empleo. Hasta ese momento había estado dictando clases de español y de literatura en español y había aceptado una pasantía paga en el campo de las artes plásticas. Es casi una utopía pensar que como argentina se pueden dar clases de alemán en Alemania. El abismo de no tener trabajo, que en aquel momento me angustiaba mucho y me parecía el fin del mundo, se transformó luego en la posibilidad de replantear muchas cosas y elegir. La otra cara de la nada es la libertad total.” Entonces se sentó a escribir una historia corta. Se había enterado de un concurso literario y la mandó porque sentía que no tenía mucho que perder. “Nunca antes había escrito ficción, ya que les tengo un gran respeto a los libros y a los escritores –señala Barbetta–. Mientras que en ese concurso no tuve suerte, la historia corta hacía su vida y se volvía cada vez más larga.”

–¿Cómo surgió la escritura de Änderungsschneiderei Los Milagros. ¿De dónde partió: de una anécdota, una imagen, una sensación?

–Me quedé sin trabajo a los 33. Los 33 son la edad justa para morir y resucitar (risas). Creo que por eso mi novela tiene 33 capítulos. Un día tuve la sensación de estar como desdoblada. Sentí que mientras yo recorría Berlín en bicicleta, había una chica en Buenos Aires que caminaba y contaba sus pasos. Así comienza la novela; por supuesto no con la autora en Berlín, sino con una protagonista totalmente ficticia, Mariana Nalo, contando sus pasos y poniendo, de esta forma, el relato en marcha. Hubo desde un principio dos ideas muy claras: la autora desde Berlín describiría en alemán lo que su protagonista hiciese en Buenos Aires. Pero mientras que Mariana Nalo ya había empezado a caminar, yo no sabía bien quién era esa otra ni hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Después descubrí en Berlín un negocio muy especial que trasladaría a la Argentina. Mientras que un cartel en la vidriera derecha del negocio anunciaba: Taller de arreglos de ropa de mujeres, había otro cartel casi idéntico en la vidriera de la izquierda que decía: Taller de arreglos de mujeres. Entonces Mariana se convirtió en modista. Entre vidriera y vidriera estaba la puerta, y la clienta que la atravesara tendría que tomar una decisión. El relato baraja hasta el final ambas posibilidades; es el lector el que se decide por una lectura fantástica o no del texto.

–Según el jurado, su novela cuenta una historia sobre “el amor y sus consecuencias, el relámpago del primer encuentro y sobre el deseo y la traición”.

–Después de haber escrito tantas páginas me cuesta bastante definir en pocas frases el tema de la novela. Considero que todas las historias que valen la pena ser contadas son de alguna manera historias de amor, de traición, de celos, pero yo diría que la novela cuenta por sobre todas las cosas una historia de dobles. A medida que se va desarrollando la trama se va entremezclando la vida de Mariana Nalo, una modista joven, totalmente romántica y soñadora, con la vida de Analía Morán, la clienta que está por casarse y va al negocio para que le arreglen el vestido de bodas que había usado su madre. Todo parte de ese taller de arreglos, en donde trabaja Mariana, pero que pertenece a su tía Milagros. Además están Elvira y Ernesta, hermanas gemelas y empleadas con caras de pasa de uva. Y el conventillo en la calle Castro Barros, en donde Mariana vive con su madre Carmen. Hay muchos insectos en la novela, caminando por debajo de la novela. También ellos desempeñan un papel protagónico. Y hay cucarachas por todos lados. También de las voladoras.

–El jurado también dijo que su novela recuerda la riqueza de las fábulas de la literatura latinoamericana. ¿Qué opina de esta afirmación?

–Puede ser, yo soy muy barroca y juego mucho con el idioma cuando escribo. Tal vez eso sea lo latinoamericano, los juegos de palabras, los anagramas, además de la afinidad que siento por lo que se entiende como literatura fantástica. Otra cosa que acá llama la atención es que después de cada uno de los 33 capítulos de la novela incluí imágenes que ocupan toda una página y que denominé “Stoffmuster”, sería algo así como moldes de costura. No se trata de ilustrar los capítulos, sino todo lo contrario: se trata de abrir puertas, mostrar otras posibilidades, el reverso de las cosas, la otra cara del texto, se trata de irritar, de contradecirlo, de abrirlo; podríamos decir que se trata de descoserlo. Porque considero que tampoco en la vida real las cosas son claras. Estos moldes de costura muestran por ejemplo un antiguo boleto capicúa de colectivo, una historieta de la mujer maravilla, una foto de la mujer biónica, un mapa agujereado de Almagro, que es donde se desarrolla la novela, una partitura, plantas carnívoras, trampas para pájaros, una foto de una obra de Jan Fabre, el artista plástico belga que es el nieto del famoso entomólogo Jean-Henri Fabre y que en honor a su abuelo trabaja con insectos, una imagen extraída de uno de los libros de Julio Verne. Luego del capítulo 33 y del molde de costura número 33, que constituyen, por así decirlo, el final de la novela, agregué un capítulo extra que denominé “Dobladillo”, porque sentía que había que darle la vuelta a la tela, a la trama, a la historia de los dobles. Esta forma de hacer literatura no creo que sea muy alemana que digamos (risas).

Barbetta recuerda que por esas casualidades del destino –el hecho de haber vivido cerca de una escuela alemana, el Instituto Ballester, a la que ingresó desde el jardín de infantes– comenzó su romance con la lengua de Goethe. “Mi madre trabajó toda su vida de docente en ese mismo colegio, dando clases de economía en la secundaria, y no entiende nada de alemán. En algún momento intentó aprender, pero luego dejó. Sabe decir ‘Guten Tag’, buenos días, y ‘Wie geht es dir?’, ¿cómo te va?”. La escritora, que nació en 1972, confiesa que admira profundamente a Julio Cortázar. “La novela se desarrolla en el barrio de Almagro porque Delia Mañara, la protagonista de Circe, vive en Almagro. Se podría decir que este dato es parte de la mitología privada de mi libro: Mariana se mueve al igual que Delia por la calle Castro Barros, por Rivadavia, por Don Bosco y toma el té en la Confitería Las Violetas”.

–Cuando leía y corregía su novela, ¿cómo sentía el alemán de su escritura? ¿Hay algo que la sorprendió? ¿Un tono con un leve acento extranjero?

–Mi alemán es muy poco coloquial, yo diría que es un alemán que tiene que ver más con lo clásico. Ese alemán con un leve acento extranjero, como usted lo llama, es lo que al lector de lengua materna seguramente lo hará tropezar de vez en cuando. Cuando uno quiere describir una cosa y no sabe cómo hacerlo porque desconoce la palabra o la frase adecuada, se las tiene que ingeniar para decirlo de otra manera, ahí está el desafío y ahí surgen cosas nuevas. Estoy muy contenta de que mi editorial S. Fischer no haya pulido la novela. Habrán quedado entonces algunos cascotes por el camino. Se tratará de no leer tan rápido y de caminar con atención para no caerse. Los críticos hablan de un ritmo especial del texto. Para mí el ritmo y el sonido son importantísimos. Ojalá haya podido crear un ritmo latinoamericano con palabras alemanas, porque yo misma, viviendo acá desde 1996, me convertí en una mezcla. Mi novela no podría ser otra cosa que una amalgama de culturas.

–¿Cómo conviven el alemán y el español tanto en el habla como en la escritura?

–El alemán me interesa justamente como idioma de escritura de ficción porque, al no ser mi idioma materno, me posibilita echarle una mirada a Buenos Aires desde una cierta distancia. Además pienso que un idioma extranjero se caracteriza por una cierta plasticidad. Es como si antes de emplear un vocablo determinado uno lo observara de distintos lados, como si en vez de tratarse de una palabra se tratara de una figura geométrica. Y a pesar de que uno al final lo emplee en el texto con un sentido particular, siempre se reflejan otros planos de significado. Es como si uno estuviera presentando una cosa y detrás de ésta al mismo tiempo se trasluciera otra totalmente distinta. Esto hace a la riqueza del texto. ¿Cómo conviven el alemán y el español en el habla? Cuando aquí hablamos entre hispanohablantes, solemos mezclar bastante: empezamos generalmente en español, intercalamos alguna palabra en alemán para luego continuar en alemán. También utilizamos verbos en alemán y les ponemos terminaciones en español. Todo sale de forma instintiva, sin que nos pongamos de acuerdo, y nos divierte mucho.

–¿Cómo son sus sueños? ¿Son bilingües?

–Depende de con quién sueñe. Si sueño con alguien con quien en la vigilia hablo español, sueño en español. Si, de lo contrario, sueño con alguien con quien hablo alemán, el idioma del sueño es también alemán. Digamos que en ese sentido soy muy ordenada (risas).

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