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Viernes, 3 de marzo de 2006
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SE CUMPLEN 10 AÑOS DE LA MUERTE DE MARGUERITE DURAS

Amor intenso, complejo y exótico

Marguerite Duras moría hace diez años en París, después de una infancia y adolescencia en Oriente que marcó parte de su obra, acaso la más conocida. Dueña de un estilo seco y al mismo tiempo voluptuoso, fue guionista de cine y celebridad desde que sus novelas comenzaron a circular.

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Duras en su madurez, ya consagrada.

Oriente ha sido siempre un escenario exótico preferido por escritores, cineastas y teatristas para contar intensas historias de amor. Así lo testimonian Madame Butterfly, de David Belasco (luego convertida en ópera por Giacomo Puccini y en película por Frederic Mitterand), Ana y el rey (llevada al cine primero por John Cromwell y luego por Andy Tennant y al teatro por Walter Lang) y Miss Saigon, el musical de Claude Michel Schönberg y Alain Boublil, entre otros casos famosos. Pero si hubiera que elegir una representante del género –llamémoslo historias de amor enmarcadas en la cultura oriental, aunque contadas desde una perspectiva occidental–, un nombre saltaría inmediatamente a la vista: Marguerite Duras. El amante y El amante de la China del Norte, dos de sus novelas más populares, podrían ser prueba de ello, al igual que su trabajo como guionista en la película Hiroshima mon amour, de Alain Resnais. Pero, fundamentalmente, es su historia personal –la cual tiñe muchos de sus relatos– la que coloca a esta prolífica novelista, guionista y dramaturga en ese lugar liminal entre Oriente y Occidente. Porque Duras nació en Gia Dinh, en los alrededores de Saigón, y murió en París. Lo primero sucedió el 4 de abril de 1914, unas semanas antes de que estallara la Primera Guerra Mundial; lo segundo, el 3 de marzo de 1996, hace exactamente 10 años.

Su verdadero nombre fue Marguerite Donnadieu, el cual sustituyó al momento de publicar su primera obra –Los imprudentes (1943)– por el seudónimo de Duras, nombre de un pueblo del sudoeste de Francia del cual procedía su familia paterna. Hija de un profesor de matemáticas que daba clases en Tonkin, Cochinchina y Camboya y una mujer proveniente de una granja de la región francesa de Picardía, Duras pasó toda su infancia en Vietnam. Tras la muerte de su padre en 1921 –que había regresado a su Francia natal por cuestiones de salud–, su madre Marie Legrand decidió permanecer en Saigón con sus dos hijos y la pequeña Marguerite de 4 años, hasta 1923, cuando se instaló en Vinh Long, en el delta de Mekong. A los 18 años, luego de terminar su bachillerato, Duras partió hacia Francia para continuar sus estudios. Pero más que el derecho –carrera que finalmente terminó en 1963– a Duras le atraían las letras. Así, a Los imprudentes le siguieron La vida tranquila en 1944 (primera novela editada por el sello Gallimard, que publicaría luego gran parte de su obra) y la reconocida Un dique contra el Pacífico, en 1950. Para esta época, Duras, de 36 años, ya había vivido bastante: había contraído matrimonio con Robert Antelme, para luego divorciarse tras la muerte de su primogénito y volverse a casar con un amigo de su primer marido, Dionys Mascolo, con el que rápidamente tuvo un hijo: Jean. Fue justamente durante la infancia de Jean que Duras escribió Un dique..., un fresco inspirado en su juventud. Más tarde fue el turno de Los caballitos de Tarquinia (1953) y la historia de dos parejas que, durante sus vacaciones en Italia, se enfrentan al aburrimiento que produce no saber bien qué hacer con tanta libertad, para pronto pasar a preocuparse sólo por el deseo propio y el ser deseado por el otro, en una permanente búsqueda por reafirmar su existencia. Y luego, Moderato Cantabile (1958), novela en la que relata la historia de una madre tironeada entre su propio instinto materno y los dictámenes de una estricta profesora de piano. Esta última producción coincide con el período en que la autora comienza a trabajar en adaptaciones teatrales y cinematográficas de sus primeros textos junto a Gérard Jarlot. Así, en ese mismo año se estrena Un dique contra el Pacífico, con dirección de René Clement. Pero el primer film por el que realmente se la reconocería como guionista y puestista sería Hiroshima mon amour, en el que Duras trabajó codo a codo con Alain Resnais.

La diversidad de su obra, que abarca diversos soportes, hizo que la autora fuera ampliamente conocida en la Francia de los ’60 y ’70. Como dramaturga escribió tres tomos llamados Teatro, en los que incluyó varias piezas pensadas para la puesta en escena. Como guionista de cine trabajó hasta 1969, cuando decidió que sería ella misma quien encararía toda la realización de sus proyectos audiovisuales. Entre sus películas se destacan La música (1969), India Song (1973) –ambas también fueron realizadas en teatro– y El camión, en la que Duras se luce también como actriz. Pero la autora de El amor (1971) y El arrebato de Lol V. Stein (1964) no fue sólo una experta en tramar historias de amor y desencuentros. También fue una activista política: perteneció al Partido Comunista Francés hasta 1950, militó activamente contra la guerra de Algeria y fue una de las firmantes del Manifiesto de los 121, contra la represión colonial en Africa y a favor del derecho a la insubordinación de ciudadanos y soldados franceses durante la guerra.

La década del ’80 fue prolífica para la autora, que ya rondaba los 70 años. Produjo Diálogos de Roma junto con la RAI italiana, entre otras muchas obras de cine y teatro. En 1984 llegó El amante, su novela autobiográfica en la que Duras retoma los avatares de su infancia en Indochina, reconocida en el mundo entero y por la que obtuvo el Goncourt, el más prestigioso premio literario de Francia. Tras el galardón, El amante llegó a traducirse a unos cuarenta idiomas y tener una tirada de tres millones de ejemplares, un éxito que se intensificó con el estreno de la película de Jean-Jacques Annaud. Los ’90 no detuvieron a esta productiva trabajadora de la cultura que publicó, entre otras novelas, El amante de la China del Norte (1991), Escribir (1993) y Esto es todo (1995), su último roman. En 1997 el sello Gallimard editó una última obra, póstuma, de la autora: un compilado de novelas y otros escritos para teatro y cine, representativos de sus 50 años de trayectoria. Cincuenta años a lo largo de los cuales la que alguna vez fue una sensual jovencita del período de entreguerras –de vestido de seda natural, zapatos de lamé dorado y un inusual sombrero de hombre de ala plana, como ella misma se describe en El amante– publicó 47 libros, escribió 13 obras teatrales (originales y adaptadas) y participó de 21 películas. Relatos que dejan entrever en mayor o menor medida las cicatrices que la vida imprimió en esa joven nacida en Saigón en 1914. Casi 82 años más tarde, una larga enfermedad se llevó a esa mujer.

Informe: Alina Mazzaferro.

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