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Viernes, 13 de enero de 2012
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ANDAMOS HUYENDO LOLA, AL FIN EN ARGENTINA

La ficci贸n paranoica y el mundo de Garro

Los diez relatos que dan forma al libro permiten apreciar la formidable pluma de la autora mexicana fallecida en 1998.

Por Silvina Friera
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Elena Garro invent贸 la ficci贸n paranoica, sin el prop贸sito de crear un nuevo g茅nero policial, como postula Ricardo Piglia. Aunque no patent贸 esta 鈥渋nvenci贸n鈥, que podr铆a sonar descabellada, sembr贸 por anticipado diez magistrales relatos encadenados, Andamos huyendo Lola, publicados por primera vez en el pa铆s por una nueva editorial, Mardulce, donde el clima paranoico, un estado constante de miedo, la sensaci贸n de sospecha permanente, la fuga sin fin, la persecuci贸n vertiginosa y los acontecimientos que se precipitan sin ton ni son hacen tambalear las convenciones narrativas. En el centro de la 鈥渙peraci贸n Garro鈥 hay dos mujeres fugitivas, Lelinca y Luc铆a, madre e hija, cuyas historias ser谩n reconstruidas por un pu帽ado de voces que narran, cada una desde su perspectiva y entonaci贸n, las circunstancias en que se cruzaron con este d煤o femenino, en M茅xico, Madrid y Nueva York; lugares hostiles que distan de suturar la escisi贸n original que ocasionan perseguidores m谩s o menos visibles, como los propietarios de los inmuebles y hoteles donde se hospedan o los vecinos estrafalarios que les toca en suerte. Estas ciudades fueron los espacios por donde transit贸 la gran escritora mexicana a partir de 1972, durante su exilio, siempre acompa帽ada por Helena, la hija que tuvo con Octavio Paz. M谩s all谩 de las conjeturas y querellas que han agigantado su dimensi贸n vital hasta opacar su obra 鈥搒e la conoce m谩s como la amante de los gatos y de Bioy Casares, en este minucioso orden鈥, esta decena de relatos engarzados, que pueden ser le铆dos como una novela, no son la r茅plica de una autobiograf铆a camuflada.

驴De qu茅 huyen Lelinca y Luc铆a, acompa帽adas por Lola y Petrouchka, dos gatas que Garro presenta como personas? 驴Cu谩les son las razones por las que ser谩n acusadas, en una serie de compases lapidarios siempre iguales a s铆 mismos, de ser mujeres carentes de escr煤pulos, extranjeras perniciosas, enemigas que s贸lo lucubran c贸mo llevar a cabo sus fines criminales? Los delitos, pronto comprender谩n los lectores, son pura contingencia. Las presas, asediadas por el hambre, la falta de documentos, la ley, el Estado, un escurridizo los 鈥渙tros鈥 son blancos m贸viles lanzados a la intemperie de lo azaroso. El reverso de esta abigarrada paranoia del mundo del perseguido es la hip茅rbole de lo grotesco. Un efecto catastr贸fico y a la vez c贸mico vibra en las p谩ginas de este libro, publicado originalmente en 1980, tras a帽os de forzada hibernaci贸n editorial de Garro. 鈥淵a tardeaba y yo iba caminando bien asustado. 鈥樎aray!, mi casa est谩 muy lejos鈥, me dije.鈥 Faustino, el primer narrador de 鈥淓l ni帽o perdido鈥, es tambi茅n un fugado, como Leli y Luc铆a, con quienes compartir谩 鈥渄铆as gloriosos鈥. La vivencia de la libertad, desde la 贸ptica del ni帽o, abona la posibilidad de goce, al margen de la precariedad existencial. Corre Faustino, como flecha; corre Garro, con cierto halo de libertaria extrema, que no da puntada sin hilo en la comedia humana que perge帽a.

El cuento que da nombre al libro, 鈥淎ndamos huyendo Lola鈥, compendia una fauna humana inolvidable, encabezada por indocumentados, exiliados, marginales, prostitutas y asesinos con prontuarios estramb贸ticos, api帽ada en un edificio de departamentos de Nueva York, a metros de Park Avenue. El due帽o del edificio, 鈥渆l loco Soffer鈥, un jud铆o vien茅s que escap贸 de las garras del antisemitismo europeo, asila refugiados. Ah铆 aparecen Aube y Karin, madre/hija, dupla que gana por varias cabezas el podio de lo paranoico. Cualquier novedad, para ellas, entra帽a un peligro. Detr谩s del m谩s insignificante incidente dom茅stico puede estar en marcha la conspiraci贸n jud铆a, la KGB o la mafia de los 鈥渕alditos chinos鈥. El patrimonio de estos seres se teje con el miedo, la desconfianza y el espionaje. Nadie nunca sabr谩 qui茅n es el vecino en cuesti贸n. Todos parecen portadores de un 鈥渟igno infame鈥 marcado en la frente, como en La letra escarlata, novela de Nathaniel Hawthorne que Lelinca ley贸 en su adolescencia y que entonces le pareci贸 鈥渃ompletamente irreal鈥. Ahora, en el tiempo de la narraci贸n, en ese inquilinato neoyorquino, empieza a comprender. En el inventario de desdichados, la vieja Lola, una gata que convive con Lelinca y su hija, quiz谩 sea la m谩s entrenada en el arte de la huida: escap贸 de la c谩mara de gas. Como las criaturas que fueron, son y ser谩n perseguidas, Lola 鈥渘o recordaba su pasado, no ten铆a futuro y en su memoria s贸lo quedaban im谩genes confusas de sus perseguidores鈥. A pesar de que el panorama repele lo que se suele encorsetar bajo el manto de la 鈥渘ormalidad鈥, en el universo desaforado de esos desplazados 鈥揹onde no puede faltar un negro adicto que se prostituye y un karateca que se emborracha鈥, de tanto en tanto irrumpe la solidaridad en la desgracia.

En 鈥淟a corona de Fredegunda鈥, el tel贸n de fondo es Madrid. Entre ma帽ana y lo que vendr谩, la suspicacia contin煤a latiendo. Pero en esta instancia tal vez conviene aclarar que a trav茅s de una trashumancia fren茅tica y tan movediza que no da respiro al lector, Garro roza finuras del alma humana. Lola no se queja de su sino. Al contrario: el sufrimiento es una prueba m谩s en el camino hacia la purificaci贸n. 鈥淟a libertad exige que no tengas libertad鈥, se lee en el relato siguiente, 鈥淟as cabezas biempensantes鈥, cabezas que han 鈥渓egalizado el insulto, las palizas y las comisar铆as鈥. Este cuento, o este cap铆tulo de la novela, plantea un punto de inflexi贸n. Donde asoma el cansancio, donde la fatiga es un volc谩n que se activa en lo que queda de la memoria afectiva de las fugitivas, la espesura ominosa del presente flamea como una advertencia. Esas 鈥渃abezas bienpensantes鈥 siempre acuden a la polic铆a: es necesario, por lo tanto, huir sin tregua.

La 鈥渙peraci贸n Garro鈥 incluye la experimentaci贸n con un diario 铆ntimo en el relato 鈥淒ebo olvidar...鈥, unas p谩ginas escritas de prisa sobre las hojas arrancadas de un cuaderno, que atestiguan las peque帽as odiseas de los desplazados. 鈥溌 todo se acostumbra uno menos a no comer!鈥, se lee en la entrada del 19 de diciembre. 鈥淟os que caen nunca se levantan. Est谩n condenados a desaparecer y nadie preguntar谩 por ellos鈥, se dice en otro fragmento. El 鈥渧iejo loco鈥 que encuentra este diario debe olvidar que alguna vez ley贸 ese pu帽ado de testimonios. 鈥淟a memoria de los vencidos es peligrosa para los vencedores鈥, afirma el viejo que no puede 鈥減robar鈥, por falta de documentaci贸n que acredite su identidad, que alguna vez existi贸. Garro es una prestidigitadora de la parodia; suelta las riendas, desenfunda y dispara con la pericia de quien est谩 convencida de que la palabra, al fin y al cabo el arma por excelencia, puede herir m谩s r谩pido. En 鈥淟as cuatro moscas鈥, la metamorfosis iguala la fragilidad de Lelinca, Luc铆a, Lola y Petrouchka cuando se transforman en insectos.

El rescate de la escritora mexicana 鈥搎ue naci贸 en Puebla en 1916 y muri贸 en Cuernavaca en 1998鈥 nunca ser谩 suficiente. La autora de cuentos, piezas teatrales, memorias, cr贸nicas y once novelas, entre las que se destacan Los recuerdos del porvenir, Premio Xavier Villaurrutia; Testimonio sobre Mariana y La casa junto al r铆o, es una de las escritoras fundamentales del siglo XX. Un grosero error pol铆tico, sus declaraciones posteriores a la masacre de Tlatelolco en las que se desmarc贸 de los intelectuales que intentaron 鈥渄errocar鈥 al gobierno, rubric贸 un destino signado por el desencuentro. Pronto fue denostada por 鈥渢raicionar鈥 a los intelectuales involucrados, presuntamente como ella, en aquel movimiento estudiantil de 1968. Aunque no denunci贸 con nombres y apellidos, el hecho de haberse alineado con un gobierno que acababa de disparar a mansalva contra una multitud indefensa la aisl贸. Fue vigilada, perseguida y castigada. Las heridas, m谩s tarde que temprano, cicatrizan. Figura contradictoria, tan pol茅mica como fascinante, su obra espera esa chance que implica volver a tender puentes con viejos y nuevos lectores. A veces hay que dejar para el final eso que para la rigurosa cronolog铆a deber铆a estar en el principio. Un ep铆grafe, el de Andamos huyendo Lola, atribuido a su hija Helena Paz, cifra una porci贸n del mundo Garro: 鈥淒etr谩s de cada hombre hay una gran mujer y detr谩s de cada gran mujer hay un gato鈥.

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