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Sábado, 29 de abril de 2006
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OLIGARQUIA DIVERSIFICADA

La mutación de un sector hegemónico

Estudios de historia económica argentina (desde mediados del siglo XX a la actualidad) es el nuevo libro de Eduardo Basualdo, “su obra de madurez” según los presentadores.

Por Angel Berlanga
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Basualdo, Horacio Verbitsky y Jorge Taiana, en la Feria.

Negocios, negocios. En un aviso publicitario un señor se siente canchero y poderoso porque maneja un auto marca equis, vendido por la misma firma que, veinticinco años atrás, en plena dictadura y gracias a amigos como Domingo Cavallo, le encajaba al Estado la deuda privada de su empresa. Para ampliar el ejemplo: se trata de las empresas “a las que les interesa el país”. Proceso, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde: cuesta abajo la gran mayoría de la población del país interesante. Esto, que se anota sencillo, involucra complejísimos mecanismos, maniobras, chantadas, transferencias, decisiones políticas, alianzas, agachadas, traiciones, crímenes. En Estudios de historia económica argentina (desde mediados del siglo XX a la actualidad), el libro que anteayer se presentó en la Feria, Eduardo Basualdo describe, analiza y desentraña esas complejidades para tratar de entender mejor qué pasó, cómo fue, quiénes, por qué.

Ante unas ciento cincuenta personas, este economista, historiador, investigador del Conicet y de Flacso y directivo del Centro de Estudios Legales y Sociales –entre otras cosas– presentó su obra junto a Horacio Verbitsky, Enrique Arceo (director del Banco Ciudad, “hoy jaqueado por las hienas de la política”, Basualdo dixit) y el canciller Jorge Taiana. El trío coincidió en resaltar una característica del libro: alumbra. El autor desgrana pérdidas y ganancias, analiza endeudamientos y privatizaciones, enfoca el estado de cosas en los distintos sectores sociales, transita laberintos e ilumina. Es complejo, claro: hay que seguirlo. Pero al final se desemboca en un concepto en el que los tres invitados también coincidieron: la oligarquía diversificada. “Aquí se rompe el esquema fácil de ‘capital nacional bueno’ o ‘capital extranjero malo’, que de alguna manera ha formado parte de las simplificaciones políticas de la última década –resaltó Verbitsky–. Y se demuestra cómo ese sector está formado por empresas, grupos, que provienen tanto de las familias tradicionales de la vieja oligarquía como de la inversión extranjera, y cómo esa fracción ha sido el núcleo hegemónico del poder económico de la derecha argentina. Y también cómo la burguesía nacional, una fracción más débil, no tan significativa, surgida como parte del proceso de industrialización, finalmente se plegó a las mismas políticas de la oligarquía diversificada.”

Los tres panelistas coincidieron en algo más, que se desprende de la minuciosidad analítica del libro: como contiene las coordenadas centrales y las secuelas de lo ocurrido en las últimas décadas, resulta clave para entender este momento postruina y, en consecuencia, tomar decisiones. En ese sentido, Arceo destacó la necesidad de ser “antioligárquico y antiimperialista”, porque “la clase trabajadora necesita una redistribución del ingreso, y esto no es posible sin cambiar el modo de acumulación”. “Este libro hace un aporte fundamental, y al terminar de leerlo uno se pregunta qué hacer”, agregó; poco antes había empezado a responderse, cuando se pronunció a favor de una reindustrialización y del desarrollo de empresas “de punta” estatales.

A su turno, Taiana dijo que el libro “enriquece la historia del peronismo, sus éxitos y sus limitaciones” y destacó el concepto de “revancha oligárquica”, con el que Basualdo define al golpe de Estado de 1976: “Es un concepto social –explicó–, una categoría que explica algunas cosas que no tienen sólo que ver con modificaciones en un patrón de acumulación, sino que se vinculan con la vocación de destruir ciertas estructuras y cierto proceso de acumulación de poder y de articulación entre sectores sociales en la Argentina y eso trasciende estrictamente el análisis económico. Es un concepto político, y es profundamente acertado para interpretar la forma en que la Argentina tradicional intentó eliminar una larga experiencia del movimiento popular y de la clase trabajadora”. El canciller subrayó luego que “queda claro que el Estado es una herramienta para la acumulación del poder” y que su ejercicio “es fundamental para cualquier proyecto político, de sociedad”. “Y sin ninguna duda –agregó– es todavía más esencial para los sectores populares, porque una oligarquía diversificada tiene más facilidades para articularse en sus bases económicas, en sus estructuras, resortes, mientras que los sectores populares tienen enormes dificultades para conciliar posiciones y movilizar recursos y energías, para acumular poder, si no cuentan con la herramienta del Estado.” Taiana concluyó en que el libro propone un debate fundamental en la Argentina: cómo se construye hoy el poder.

Verbitsky señaló que si bien el foco está puesto desde mediados del siglo XX, también permite entender la complejidad de la política económica remontándose hasta la década de 1920 y muestra cómo, sin quedarse en los lugares comunes, a lo largo de ocho décadas los sectores dominantes “se asocian y van mutando”. Después de resaltar la capacidad intelectual del autor (“soy amigo, admirador y discípulo de Eduardo Basualdo, es uno de los grandes maestros que tuve la suerte de cruzarme en la vida”), de resaltar su rol como formador y su resistencia a intentos de corrupción, Verbitsky dijo que el libro refuta la idea instalada por el liberalismo de que el primer peronismo no pudo desarrollar la industria pesada debido a su política distribucionista a favor de los trabajadores. El periodista resaltó que el libro demuestra que el golpe militar del ’76 fue dado para impedir la maduración de un proceso de sustitución de importaciones, que terminó siendo reemplazado por “armadores de la importación”. Verbitsky también dijo que se trata “de una obra de madurez” de Basualdo, que en este libro engarza una serie de investigaciones que pueden leerse período por período y, además, como un todo, y comparó a su trabajo con el que hiciera Raúl Scalabrini Ortiz en los años ’30 y ’40.

Al final, Basualdo concluyó leyendo la cita que abre su libro: “A nuestros muertos en la lucha por la liberación que ya son parte de la identidad popular y habitan en nuestro corazón; a la clase trabajadora argentina que con sus pasos marca nuestra senda; a los luchadores sociales y políticos que cotidianamente recrean la solidaridad y la organización social”. Y ahora, en fin, a ver cómo sigue la historia.

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