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Domingo, 29 de abril de 2012
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UN JUGOSO, DISFRUTABLE ENCUENTRO CON EL POETA CUBANO ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR

“No sé qué cosa es un poema impersonal”

Junto a Mario Goloboff, Daniel Freidemberg, Alejandro Boverio y el senador Samuel Cabanchik, el autor presentó su antología Una salva de porvenir, puntapié inicial para un intercambio delicioso, en el que sobrevoló la figura del Che.

Por Silvina Friera
“El Che había intuido los errores que se estaban cometiendo en los países que se llamaban socialistas.”
Imagen: Guadalupe Lombardo.

El fuego quema. Aún como entonces. La voz de Roberto Fernández Retamar humea en el corazón de sus lectores. Su acento suaviza “no sé qué pena del alma”, parafraseando uno de sus versos incluidos en Una salva de porvenir (Colihue), antología esencial de su poesía que presentó en la 38ª Feria del Libro junto al autor del prólogo, Mario Goloboff, Daniel Freidemberg, Alejandro Boverio y el senador Samuel Cabanchik, el director del Espacio Murena, institución que ha hecho posible la visita del poeta y ensayista cubano. El fuego quema, como palabras que salen del bolsillo de la memoria. Casi todos recuerdan a esos jovencitos que fueron, deslumbrados por “El otro”, fechado nada menos que el 1º de enero de 1959. “Nosotros, los sobrevivientes,/¿A quiénes le debemos la sobrevida?/ ¿Quién se murió en la ergástula,/ Quién recibió la bala mía?”. De pronto, en la sala Alfonsina Storni, el júbilo del día de la victoria de la Revolución Cubana regresa por la reconstrucción de Retamar. “Yo salí y me monté en lo que aquí llaman colectivo y allá guagua, para consternación de los argentinos, que cuando oyen decir que vamos a coger una guagua les produce un verdadero pavor”, bromea. “Y en el ómnibus sentí llegar el poema. Yo no puedo sentarme a escribir: los poemas llegan o no llegan. Llevaba un papel en el bolsillo y escribí ‘El otro’. Yo pensaba en la enorme alegría que estábamos viviendo la casi totalidad de los cubanos y en aquellos que habían hecho posible el triunfo y ya no estaban con nosotros.”

El autor de El Calibán y otros ensayos pinta un gran lienzo con retazos de anécdotas estilizadas por la gracia de su lengua mestiza. “Un tiempo después hubo un Congreso de Poetas en una ciudad de Cuba, y alguien mencionó a ‘El otro’ como lo que objetivamente es: el primer poema del triunfo de la Revolución. Y dijo: “Ese poema no tiene importancia; es un poema personal”. Me llamó mucho la atención y el próximo libro que publiqué se llamó Juana y otros poemas personales. Me di cuenta de que nunca he escrito poemas impersonales. No sé qué cosa es un poema impersonal; los únicos poemas que les importan a los lectores son los poemas personales”, subraya Fernández Retamar y hasta su boina se agita con las carcajadas de los hombres y mujeres que lo escuchan en la sala Alfonsina Storni, entre los que se encuentran el psicoanalista Juan Carlos Volnovich y la escritora Luisa Valenzuela. “Hay una pequeña trampita en esto, ¿no? Cuando uno lee los poemas de Bécquer, no le interesa que hubo una sevillana casquivana que lo trató muy mal. En realidad, uno se mete en esos poemas y asume esos poemas como si fuera el protagonista. De manera que no hay verdaderos poemas impersonales, sino poetas impersonales, como Góngora o Mallarmé, pero sus poemas son personales”, explica el poeta que desde 1986 preside la Casa de las Américas. ¿Y Fernández? –por ejemplo–. Es una elegía a su padre. “Cuando leo ese poema, a la gente se le llenan los ojos de lágrimas. Pero no por mi padre, a quien no conocieron, sino porque lo asumen como propio.”

Imposible abreviar tanta experiencia vital en poco más de una hora. Pero hay más chances para disfrutar de Retamar, que volverá a La Rural el próximo sábado a las 16.30 con una conferencia sobre el ser latinoamericano y caribeño. Además, por fuera de la Feria, se referirá a José Lezama Lima y su visión calibanesca de la cultura, en el Centro Cultural Borges, el próximo jueves a las 18.30. El título de la antología que el propio poeta cubano seleccionó viene de un verso del poeta francés René Char: “A cada derrumbe de las pruebas, el poeta responde con una salva de porvenir”. Y confiesa Retamar que esos versos vibraron en una circunstancia complicada de su vida personal y de la vida colectiva de su país. “Se sabe que con la implosión de la Unión Soviética, Cuba quedó en una situación muy difícil, debido al bloqueo que padecíamos y que desgraciadamente padecemos. El 80 por ciento de nuestro comercio exterior se hacía con la Unión Soviética y con otros países colindantes; era un derrumbe de pruebas ante lo cual había que responder con una salva de porvenir”, evoca. “En un momento dado, teníamos constantes cortes de electricidad. En una de esas noches muy oscuras, le tomé la mano a Adelaida (su mujer) y le dije: ‘¿Vas a estar conmigo hasta el final?’. Me parece que el final ya está cerca.”

En “Un poeta mayor de nuestra América”, el prólogo de Una salva de porvenir, Goloboff advierte que la obra poética de Retamar “exhibe una lírica racional y reflexiva, para nada desprovista de afectividad, aunque insistentemente conceptual, dedicada en cada caso al desarrollo de una idea”. Boverio plantea que desde el comienzo, con el libro Sí a la Revolución y el poema “El otro”, el poeta cubano “asume una realidad y una deuda con aquellos que murieron por uno y para uno, para que esa realidad fuera posible”. “Esa nueva realidad política, revolucionaria, se mixtura de manera inescindible con el amor. No es posible pensar ambas cosas disociadas, parece advertirnos la poesía de Retamar”, postula Boverio. Freidemberg destacó que en esa poesía “conversacional” percibe un “trabajo de extrema responsabilidad en la administración de las palabras y un respeto a la inteligencia y sensibilidad del lector”. Otro de los poemas mencionados, “Usted tiene razón, Tallet: somos hombres de transición”, dio pie a la evocación de un diálogo.

En un vuelo de Praga a La Habana con el Che, el avión se estropeó. “El Che me dijo: ‘¿A qué tú atribuyes, Retamar, que el avión soviético se haya ido a la mierda?’. Como estábamos en marzo del ’65, la pregunta me agarró completamente de sorpresa”, admite el poeta y ensayista cubano. “Después me parece que todo se aclararía mucho, porque desgraciadamente el Che había intuido los errores que se estaban cometiendo en los países que se llamaban socialistas. El Che estaba muy preocupado porque no había un desarrollo teórico de una economía política de transición. Le dije al Che que en los períodos de transición vivíamos seres humanos de transición. Eso no lo satisfizo mucho.” Entonces Retamar escribió el poema “Usted tenía razón, comandante Guevara: somos hombres de transición”. Y se lo mandó. “Pero desgraciadamente no llegó a verlo porque ya había salido a pelear en otras tierras del mundo. Ese poema es el resultado de una larga conversación con el Che. Y me pregunto si toda mi poesía de mucho antes de la Revolución, cuando no aparecía la Revolución como tema, no es una gran conversación con el resto del mundo.”

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