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Domingo, 9 de diciembre de 2012
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Mañana se realizará una jornada mundial dedicada a Clarice Lispector

Una extranjera en la tierra

En coincidencia con un nuevo aniversario del nacimiento de la escritora brasileña, dos editoriales argentinas se suman, a través de un puñado de iniciativas, a esta suerte de “Bloomsday”. Habrá charlas y se anunciará la publicación de “nuevos” libros.

Por Silvina Friera
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Lispector nació el 10 de diciembre de 1920 y murió el 9 de diciembre de 1977.

El efecto hipnótico que aún ejerce Clarice Lispector se parece al placer de una revuelta inconclusa. Su obra, como su personalidad, es un viaje lisérgico donde las puertas de la percepción se expanden y multiplican en un espectáculo de vertiginosa complejidad. Imposible que la mirada no se rompa en mil y un pedazos ante el estímulo de sus textos imprevistos y dispares. “Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: qué misteriosa soy. Soy tan delicada y fuerte. Y la curva de los labios conservó la inocencia –se lee en “La sorpresa”, una de las primeras crónicas que publicó en 1967, en Jornal Do Brasil, recopilada en el magnífico Revelación de un mundo (Adriana Hidalgo)–. No hay hombre ni mujer que no se haya mirado en el espejo y no se haya sorprendido consigo mismo. Por una fracción de segundo nos vemos como un objeto a observar. A esto lo llamarían tal vez narcisismo, pero yo lo llamaría alegría de ser. Alegría de encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interna: ah, entonces es cierto que no me imaginé, yo existo”. Una vez más se celebra mañana una jornada mundial dedicada a la autora de Cerca del corazón salvaje y La hora de la estrella, en coincidencia con un nuevo aniversario de su nacimiento –el 10 de diciembre de 1920– y casi de su muerte –el 9 de diciembre de 1977–, inspirada en el Bloomsday, homenaje a Leopold Bloom, protagonista del Ulises de James Joyce, celebrado todos los 16 de junio desde 1954.

Dos editoriales argentinas que han editado títulos de la genial narradora brasileña se suman al festejo con un puñado de iniciativas. Ediciones Corregidor anuncia la próxima aparición de la novela La ciudad sitiada, que incluye textos críticos de Silviano Santiago y Benjamin Moser. En el ensayo de Santiago, se plantea que hasta la publicación de los escritos ficcionales de Lispector, “las tramas novelísticas de la literatura brasileña estuvieron al servicio de los acontecimientos”; pero a partir de la irrupción de Clarice las tramas son como “un río que inaugura su propio curso para, como la serpiente de uróboro, desembocar en la naciente”. La otra novedad es la publicación del volumen de cuentos La bella y la bestia, con traducción y prólogo de Gonzalo Aguilar y texto crítico de Constanza Penacini, libro póstumo que compila relatos inéditos escritos en épocas diferentes, como sus primeros cuentos de la década de 1940 –”Historia interrumpida”, “La fuga” y “Obsesión”– que muestran “el universo femenino girando en torno de las relaciones amorosas, los encuentros y desencuentros con el propio yo”. Y que incluye, además, los dos últimos relatos que escribió, textos que “transportan al lector, de forma contundente, hacia las zonas más oscuras de la naturaleza humana”. Si elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano, la camaleónica brasileña puede ser próxima y tierna, pero también distante, feroz y muy cruel. Se anima a mirar con los ojos bien abiertos el salvajismo del deseo humano, cuestión que la acercaría a las orillas de la “literatura del mal” tal como lo postula Bataille. En una palabra es fascinante, si fuera posible sintetizar la experiencia que implica leerla. A través de Facebook y Twitter, Corregidor realizará sorteos de libros y las librerías de todo el país ofrecerán un lugar destacado a los libros de la escritora brasileña publicados por la editorial. Adriana Hidalgo organizará una charla sobre las crónicas reunidas en Descubrimientos y Revelación de un mundo, con la escritora y traductora Claudia Solans y la actriz Ana Luz Kallsten, quien leerá textos de la autora brasileña en Libros del Pasaje (Thames 1762, a las 19).

Se ha dicho de Clarice que era una “extranjera en la tierra”. No sólo porque nació en Ucrania, en una pequeña aldea llamada Tchechelnik, “que no figura en el mapa de tan pequeña e insignificante”, como solía recordar la joven hija de padres rusos que se establecieron en Brasil. “Daba la impresión de ir por el mundo como quien desembarca de nochecita en una ciudad desconocida en la que hay una huelga de transporte”, la describió Antonio Callado en un pequeño fragmento incluido en la biografía literaria Clarice. Una vida que se cuenta (Adriana Hidalgo), de Nádia Battella Gotlib. “Escribir es intentar comprender, es intentar reproducir lo irreproducible, es sentir hasta el final el sentimiento que de otro modo permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida”, dijo una de las más grandes escritoras del siglo XX en lengua portuguesa. Celebrar el día mundial de Clarice representa una oportunidad más para zambullirse en las páginas de los libros que Corregidor ha editado en la Biblioteca Lispector, que integra la colección Vereda Tropical, una de las más importantes que se está publicando en Argentina y en América latina dedicada a autores clásicos y contemporáneos de la literatura brasileña. Entre los títulos más destacados se encuentra La araña (1946), “un libro triste que me dio un placer enorme escribir”, decía la autora, traducido por Haydée Joffré Barroso con prólogo de Raúl Antelo; la formidable La hora de la estrella (1977), la última novela que publicó en vida; los relatos de La legión extranjera, con traducción y prólogo de Paloma Vidal –”las palabras me anteceden y me sobrepasan, me tientan y me modifican, y si no me cuido será demasiado tarde: las cosas se dirán sin que yo las haya dicho”, se lee en el primer cuento–, y Un aprendizaje o el libro de los placeres (1969), traducido y prologado por Rosario Hubert.

“¿Mi tema es el instante?, mi tema de vida –se pregunta en Agua viva (1973)–. Intento estar a la par de él, me divido miles de veces en tantas partes cuanto los instantes transcurren, fragmentaria como soy y precarios los momentos, sólo me comprometo con la vida que nazca con el tiempo y con él crezca: sólo en el tiempo hay espacio para mí”. Clarice será siempre la reina sorprendente del mañana.

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