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Jueves, 2 de mayo de 2013
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VICTOR HUGO. UNA HISTORIA DE COHERENCIA Y CONVICCION

“¿Cómo empaquetar tanto afecto?”

En un ND/Teatro desbordado por colegas, antiguos y actuales compañeros y oyentes, se presentó el libro de Julián Capasso sobre el periodista uruguayo. Las voces de admiración y apoyo se sucedieron en una noche atravesada por la emoción.

Por Emanuel Respighi
Matías Canillán, Diego Fucks, Adrián Paenza, Julián Capasso, Alejandro Apo y Roberto Perfumo, en la mesa junto a Víctor Hugo.
Imagen: Guadalupe Lombardo.

Existe un único Víctor Hugo Morales. El de ayer, el de hoy y el de mañana. El magnífico relator, el comunicador implacable, el ciudadano comprometido, el defensor de los más débiles, el compañero, el que no se arrodilló frente al poder. Con su habilidad para relacionar las palabras y hacer poesía repentina, logró destronar a José María Muñoz en el relato futbolístico, apenas pisó Argentina desde su Uruguay natal, allá por febrero de 1981. Su capacidad reflexiva lo convirtió, tiempo después, en un referente ineludible a la hora de pensar la Argentina y el mundo. Y su ética, esa estructura moral que muchos declaman en público y pocos ejercen, lo erigió como uno de las personalidades emblemáticas del periodismo de las últimas cuatro décadas. Víctor Hugo –así, reconocido a secas por todos– fue, es y será un grito en el desierto de la miseria y la mediocridad. Esa es la conclusión que ayer quedó flotando tras la presentación de Víctor Hugo. Una historia de coherencia y convicción (Ediciones Al arco), el libro escrito por Julián Capasso que echa luz sobre la vida y obra de un hombre íntegro fuera y dentro de los medios.

En tiempos en los que asumir una postura firme en contra de ciertos poderes –invisibles hasta no hace mucho– tiene un acompañamiento social como nunca antes, Víctor Hugo asume su lugar en el mundo con la misma naturalidad con la que luchaba en soledad años atrás. Un ND/Teatro desbordado por colegas, antiguos y actuales compañeros y oyentes dio muestra, ayer, de que una trayectoria puede más que cualquier campaña de difamación. Desde el juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, hasta el ministro de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, pasando por Alberto Kornblihtt, Pablo Llonto, Miguel Rep, Darío Villarruel, Ignacio Copani, Nora Cortiñas, Mariano Hamilton, Ariel Ardit, Carlos Ulanovsky, Alejandro Dolina, Rodolfo Braceli, Marcelo Araujo y Julio Ricardo, numerosas personalidades del deporte y la cultura se hicieron presentes en un encuentro que tuvo mucho más de homenaje y reconocimiento a Víctor Hugo que de presentación literaria. “¿Por qué llegará el jueves? ¿Por qué en un momento me iré de aquí? ¿Qué hago con este amor? ¿Cómo empaquetar tanto afecto?”, se preguntó el periodista uruguayo, visiblemente emocionado, ante las cálidas palabras de quienes alguna vez compartieron trabajo con él.

Antes de que el protagonista de la noche tomara la palabra, algunos compañeros de trabajo de ayer y hoy coincidieron en rescatar la condición humana y ética del relator y conductor. “Cuando le dije que estaba haciendo un libro sobre su vida, allá por agosto de 2010, no quiso saber nada”, abrió Capasso, el autor de la biografía. “Recuerdo –agregó– que me escuchó y me preguntó si lo que quería era hacer plata o volverme famoso. El libro tiene 27 capítulos, pero hay 5 o 6 que hablan sobre sus históricas luchas. Quienes lean sus enfrentamientos contra Clarín y Torneos y Competencias, estoy seguro de que no se van a preguntar qué le pasó a Víctor Hugo. Y cuando lean el resto –hay más de cien testimonios–, se darán cuenta de que todos los entrevistados conservan no sólo gratitud sino admiración.”

Adrián Paenza, amigo de Morales y uno de los que lo fueron a buscar a comienzos de los ochenta para formar el mítico Sport 80, ratificó que “Víctor Hugo es en la vida cotidiana, en su casa, el mismo que el que la gente ve en los medios: lo suyo no es una pose”. El periodista y doctor en Matemáticas reflexionó acerca del lugar que el uruguayo ocupa en su vida y en la de millones de argentinos. “Muchos de los que estamos acá fuimos tocados en nuestras vidas por Víctor Hugo. No importa cuán cerca hayamos estado. Todos, oyentes y ex compañeros, dejamos de ser los mismos una vez que lo conocimos. Por eso me atrevo a decir que Víctor Hugo es el mecenas del siglo XXI. Es un orgullo para mí ser contemporáneo de una persona que es distinta y que, a diario, a todos nos hace un poco mejores”, afirmó el autor del prólogo del libro. En el teatro estalló una ovación. Una de las tantas que atravesaron la noche.

“¿Y ahora qué digo yo? Es como salir a cantar después de Sinatra”, bromeó Diego Fucks. “Se puede ser un maestro sin estar diciendo a cada paso lo que se debe hacer. Víctor Hugo nos enseñó a trabajar con total libertad. Cuando empecé en Competencia hacía unos informes y él nunca supo qué iba a poner al aire. Digo esto porque hoy cualquiera se llena la boca hablando de libertad, con un desparpajo que asusta. Es verdad que la vida de nosotros ha cambiado después de conocerlo, al punto de que puede pasar mucho tiempo sin vernos pero él siempre está presente: cuando ocurre algún hecho me pregunto ¿qué pensaría Víctor Hugo sobre esto?”, señaló el Chavo. El siguiente en tomar el micrófono fue Roberto Perfumo, con quien condujo durante 6 años en ESPN Hablemos de fútbol. “Convicción y coherencia le sobra y le sobró, porque siempre supo qué hacer con su vida. Hay gente que no paró de hacer fracasos y Víctor Hugo no ha parado de triunfar”, analizó el Mariscal, que confesó que cuando editaron el libro sobre las charlas del programa de TV, “como la editorial nos pagaba 10 pesos, Víctor Hugo les dijo –sin que yo lo supiera hasta años después– que me dieran todo el anticipo a mí.”

Admirador desde pequeño –como tantos otros chicos con sueños de periodista– del uruguayo, Matías Canillán se valió de la manera en que consiguió trabajar en Competencia hace 12 años para describir a Víctor Hugo. “Luego de buscar infructuosamente trabajo por diversos lados, una noche anuncié a mi familia que abandonaba la posibilidad de trabajar como periodista deportivo. Mi mamá, con la desesperación de saber que yo soñaba con ser como él, le escribió una carta. Al otro día, Víctor Hugo llamó a casa y hoy hace 12 años que trabajo con él”, contó quien Víctor Hugo señaló como su sucesor. “Pero la oportunidad no era sencilla, por la simple razón de que iba a empezar a trabajar con el tipo que más admiraba en el mundo, lo iba a tratar a diario. Y por suerte la experiencia me alivió profundamente, porque me demostró que es mejor tipo que periodista, que hay correspondencia entre lo que dice y su vida. Fue el único que puso a disposición sus finanzas. Puedo decir con orgullo y alivio que Víctor Hugo es, quizás, el más grande periodista que ha vivido en este país.”

El último en hablar fue Alejandro Apo. “Víctor Hugo es un familiar elegido. Me es tan natural como que yo sigo siendo comentarista de las transmisiones, aunque hace tiempo que no lo hago, al punto de que sigo llamando desesperado al equipo desde un taxi para reclamar que digan el resultado de un partido porque hace como dos horas que no lo dicen”, ejemplificó. “Basta escuchar el relato del gol de Diego a los ingleses para darse cuenta de que Víctor Hugo se dio cuenta en medio de la emoción del relato que iba a ser el mejor gol de todos los tiempos. O sea: fue capaz de medir la grandeza del gol de Diego en el momento en que sucedía y que el corazón de todos estallaba. Es un tipo extraordinario.” A un lado, ensimismado, casi avergonzado, Víctor Hugo agradecía cada palabra, cada aplauso, cada gesto. “Sé que están aquí por el libro, pero también sé que están aquí para hacerme el aguante”, disparó, en la noche que cosechó todo lo que en sus 32 años de trayectoria en el país había sembrado.

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