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Jueves, 7 de agosto de 2008
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La isla de Nim, de Mark Levin y Jennifer Flackett

Un realismo mágico de computadora

Por Horacio Bernades

Hay demasiadas películas en La isla de Nim, film familiar que, como se vuelve más habitual cada día, se estrena en Argentina sólo en copias dobladas. Una de esas películas narra cómo una nena se va a vivir con su papá, como salidos de la serie Survivor, a una paradisíaca isla del Pacífico, tras la muerte de la mamá. Otra, cómo la nena se pone en contacto con su escritora favorita, a miles de kilómetros de distancia y vía mail. Otra, cómo el papá debe batallar para sobrevivir, a solas y durante días, cuando una tremenda tormenta lo deja a la deriva en alta mar. Y otra más, que narra cómo la escritora afronta sus fobias, recorriendo medio globo para salvar a su lectora en peligro. Como además proliferan registros, estilos e intenciones, La isla de Nim también termina a la deriva. Si no naufraga del todo es por obra del encanto y convicción de la protagonista, además de algunos aciertos puntuales.

Que La isla de Nim pudo haber sido una magnífica película de animación, de bello estilo visual y técnica original, lo demuestran los primeros minutos, cuando la pequeña Nim (Abigail Breslin) cuenta el mito que a su vez le contó el papá, de cómo mamá fue a parar un día al vientre de una ballena. Que esa fábula fúnebre se narre con colores casi fauvistas le agrega inteligencia al asunto. El siguiente cuarto de hora mantiene el interés, gracias a una acertada utilización de la tecnología digital, que permite que los cuadritos de los libros que Nim devora se animen, dándole ánimo a la película entera. Pero en ese rato asoman también las primeras señales de peligro, con esa isla tan de tarjeta postal y esa choza de luxe que papá Jack (Gerard Butler, el espartano en jefe de la nefasta 300) parece haber levantado con un crédito de Home Depot. El hombre es biólogo marino y está obsesionado con descubrir una nueva especie de nanoplancton, al que piensa ponerle de nombre protozoonim.

Es por ello que Jack parte hasta un atolón cercano, dejando a la pequeña en compañía de sus mejores amigos: un lobo marino, una iguana y un pelícano. La sobrevivencia de los cuatro representa una primera amenaza a la credulidad, por parte de una película que contiene una buena cantidad de ellas. Que la agorafóbica novelista de aventuras Alex Rover, que no se atreve a salir de su casa ni para retirar el correo (Jodie Foster, en paso de comedia), se anime a viajar en avión, avioneta, helicóptero y botecito, para cumplir con su papel de madre sustituta, no es el menor de esos ataques a la verosimilitud. Todo está narrado a través de la imaginación de la niña, se dirá. Sin embargo, eso no es siempre del todo claro en la puesta en escena. Descansando excesivamente sobre un realismo mágico de computadora, la sensación general que causa La isla de Nim es la de querer dar vida, como lo intenta el muy autorreferencial personaje de la escritora, a un mundo que sin embargo se le hace demasiado distante.

5-LA ISLA DE NIM

(Nim’s Island, EE.UU., 2008).

Dirección: Mark Levin y Jennifer Flackett.

Guión: Joseph Kwong, Paula Mazur, M. Levin y J. Flackett, sobre novela de Wendy Orr.

Intérpretes: Abigail Breslin, Jodie Foster y Gerard Butler.

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