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Jueves, 12 de febrero de 2009
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Operación Valquiria, dirigida por Bryan Singer

Un alemán llamado Tom Cruise

La omnipresencia del actor hace perder densidad al film que retrata el fallido atentado contra Hitler y que tarda demasiado en llegar al meollo de los hechos. Y la pintura unidimensional del grupo de conspiradores no ayuda demasiado.

Por Diego Brodersen
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La película de Singer desaprovecha un envidiable reparto de actores secundarios.

La tentativa de asesinato de Adolf Hitler en julio de 1944 fue uno de los tantos proyectos para acabar con la vida del dictador a manos de miembros de su propio gobierno. Basta con ver alguno de los varios documentales televisivos dedicados al tema para conocer los detalles de una historia apasionante, capaz de suscitar elucubraciones de la clase que los historiadores consideran pecado mortal. Es que el atentado estuvo tan cerca de lograr su objetivo, que resulta muy tentador fantasear con las consecuencias en el orden mundial durante los últimos meses de la Segunda Guerra si el impacto de la bomba hubiera alcanzado al líder del Tercer Reich. Más aún, ¿qué corolarios hubiera tenido en el reparto de influencias durante la posguerra? Lejos de las fantasías, ésa es la historia que Operación Valquiria pone en pantalla: los preparativos, la puesta en marcha y las consecuencias de la frustrada trama magnicida. Pero más allá de que el film siga relativamente al pie de la letra los hechos reales, los realizadores han optado por una aproximación bien hollywoodense, más cerca de un prototípico thriller político que del ensayo o la semblanza histórica.

Nada hay de malo en ello, por supuesto. En ese sentido, tanto el entramado del guión como el pulso narrativo de Bryan Singer (realizador de Los sospechosos de siempre y las dos primeras entregas de la saga X-Men) contribuyen a que el último tercio del film se transforme en un dispositivo de suspenso que funciona razonablemente bien, incluso a pesar de que los desastrosos resultados de los procedimientos se conocen de antemano. Eso y una pizca de indulgencia pueden lograr que Valquiria sea disfrutada como un modesto ejercicio en el cine de género de gran presupuesto. El problema es el resto del metraje, empantanado en la descripción de una galería de personajes excesivamente unidimensionales que desaprovecha un envidiable reparto de actores secundarios (Kenneth Branagh, Tom Wilkinson, Terence Stamp, entre otros) al exponerlos en pantalla casi como en una obra de teatro escolar, notoriamente atados a un par de rasgos que los definen y al uso extensivo del guardarropa como anclaje de la caracterización en pantalla.

La morosa marcha hacia el atentado, cuyo problema básico no es ser morosa sino poco interesante, incluye algún atisbo de maquiavelismo por parte del grupo de complotados. Corrección política mediante, estas zonas grises son luego eliminadas de plano por el film al enfocarse obsesivamente en los sentimientos más nobles. Los nazis rebeldes que deseaban ante todo evitar el catastrófico desenlace de la guerra (y arreglar las cuentas diplomáticamente con los Aliados) son transformados en héroes y mártires de causas humanitarias, borrando con el codo cualquier ambigüedad esbozada anteriormente con la mano. De esa forma, el costado más político de todo el asunto –el a priori brillante plan de un golpe de Estado y toma absoluta del poder orquestada a partir de un plan del propio Hitler– es sustituido por una falacia revisionista: la idea de que el Coronel Claus von Stauffenberg, líder de la conspiración, encarnaba a una suerte de Schindler en ciernes.

Y así se llega al protagonista absoluto de Operación Valquiria, un Tom Cruise que no puede evitar ser Tom Cruise ni por un segundo, aunque un parche oculte la mitad de su rostro durante las casi dos horas de proyección. Lo cual no sería demasiado problemático si otros departamentos hubieran cumplido sus objetivos con creces. Así repartidos los naipes, la superestrella queda expuesta en un vanidoso primer plano que tiende a ocultar cualquier aspecto destacable del film y a potenciar sus falencias. En algunas escasas escenas aparece en pantalla, como la sufrida mujer de Von Stauffenberg, la actriz holandesa Carice van Houten, protagonista excluyente de Black Book - El libro negro. Ese extraordinario film de Paul Verhoeven recuerda que es posible hacer un cine rabiosamente popular sin dejar de lado las complejidades políticas e ideológicas del pasado y del presente. Operación Valquiria, por las omisiones y excesos ya expuestos, camina en la dirección opuesta.

5-OPERACION VALQUIRIA

Valkyrie, Estados Unidos, Alemania, 2008.

Dirección: Bryan Singer.

Guión: Christopher McQuarrie y Nathan Alexander.

Fotografía: Newton Thomas Sigel.

Montaje y Música: John Ottman.

Intérpretes: Tom Cruise, Kenneth Branagh, Bill Nighy, Tom Wilkinson, Carice van Houten, Terence Stamp.

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